El genocidio en Ruanda: 100 días de masacre

por 14 Ago, 2019

Enterarse - Home 5 Historia 5 El genocidio en Ruanda: 100 días de masacre
Reuters – Finbarr O’Reilly

En 1994, mientras se estrenaba “El Rey León”, en Ruanda se perpetraba una de las peores masacres de la historia. Durante tres meses, la mayoría hutu asesinó a la minoría tutsi. ¿Quiénes eran los hutus y los tutsis? ¿Por qué se cometió este crimen?

Resumen
  • Ruanda tiene tres grupos étnicos: los hutus, los tutsis y los twa.
  • Tras la Primera Guerra Mundial, los belgas obtuvieron de la Liga de Naciones la administración del país en calidad de mandato.
  • Durante el mandato belga, se mantuvo el Reino de Ruanda, con tutsis como monarcas.
  • Los belgas fomentaron la rivalidad entre hutus y tutsis privilegiando a la minoría tutsi en perjuicio de la mayoría hutu, y estableciendo un documento de identidad donde constaba el grupo étnico de los ruandeses.
  • En 1959, los hutus se sublevan y llegan al poder en Ruanda.
  • En 1962, Ruanda y Burundí se independizan de Bélgica y se separan en dos Estados distintos, estableciéndose en el primero una república gobernada por hutus, lo cual generó el éxodo de miles de tutsis a los países vecinos.
  • En 1973, Juvénal Habyarimana llega al poder y establece una dictadura reticente a permitir el retorno de los tutsis exiliados.
  • A fines de los 80 se funda el Frente Patriótico Ruandés (FPR), organización creada en Uganda por tutsis y hutus moderados.
  • En 1990 el FPR invade Ruanda, dando inicio a una guerra civil que culmina con los Acuerdos de Arusha de 1993.
  • A inicios de abril de 1994, se da un atentado contra Habyarimana que desencadena la aniquilación de la población tutsi.
  • En junio de 1994, fuerzas militares internacionales y fuerzas de paz de la ONU frenan el genocidio.
  • Con la caída del gobierno hutu, los tutsis del FPR llegan al poder, manteniéndose en él hasta el día de hoy.
Un territorio colonizado y dividido en castas

Ruanda es un pequeño país sin salida al mar ubicado en África Oriental y rodeado por la República Democrática del Congo, Uganda, Tanzania y Burundí. Este territorio está habitado por tres grupos étnicos: los hutus, el grupo abrumadoramente mayoritario, los tutsi, hegemónicos antes de la llegada de los europeos y privilegiados durante el periodo colonial, y los twa, un pueblo pigmeo (los hombres miden menos de 1.5 metros) que constituye la población más antigua del país y se dedica a la alfarería, la caza y la recolección.

Se desconoce la fecha exacta de la llegada de los hutus a la región (probablemente entre los siglos V y XI), pero lo que se sabe es que desplazaron a los twa a los zonas montañosas y establecieron clanes dedicados a la agricultura. Posteriormente, entre los siglos XIV y XV, llegaron los tutsi, un pueblo dedicado al pastoreo, que dominó a los hutus y estableció un reino.

En 1890, el Imperio Alemán (1871-1918) incorporó al Reino de Ruanda a la llamada África Oriental Alemana (1885-1918), administración colonial germana establecida al este del continente africano. Tras su derrota en la Primera Guerra Mundial (1914-1918), Alemania perdió definitivamente todas sus posesiones coloniales en virtud del Tratado de Versalles (1919), acuerdo mediante el que se creó la Liga de Naciones, también llamada Sociedad de Naciones, organismo internacional predecesor de la ONU.

En 1923, la Liga de Naciones confió la administración de las actuales Ruanda y Burundí a Bélgica, país que durante la guerra había expulsado a los alemanes de estos territorios, (invadiéndolos desde el Congo Belga). De este modo, se creó el Mandato de Ruanda-Urundi (1923-1962). Los mandatos eran territorios que los Estados derrotados en la Primera Guerra Mundial habían perdido y que la Sociedad de Naciones había puesto bajo la administración de los vencedores.

Tanto en el periodo colonial alemán como durante la administración belga, se permitió la existencia del Reino de Ruanda con cierta autonomía, apoyándose los europeos en la minoría tutsi, la cual mantuvo su estatus privilegiado frente a la mayoría hutu. Todasí, los belgas fomentaron la división de castas, estableciendo en 1933 (previo censo) un carnet de identidad en el que se consignaba el grupo étnico al que pertenecía el poblador. 

Estos documentos de identidad, que se mantuvieron con trágicas consecuencias tras la independencia del país, perpetuaban el sistema vertical de castas, permitiendo a los tutsis gozar de un nivel social más alto frente a la inmensa mayoría hutu, relegada del acceso a la educación superior y a puestos de poder en la administración colonial.

Además, para las autoridades belgas, existían diferencias físicas claras entre los hutus y los tutsis, a los que consideraban de dos razas distintas. Aunque esta idea hoy es cuestionada, históricamente se ha creído que los tutsis son más altos y tienen la piel más clara y la nariz más larga y delgada que los hutus. 

Los hutus en el poder

Durante los años 50, las tensiones entre ambos grupos se agudizaron, produciéndose en 1959 la llamada “Revolución campesina hutu”. Este levantamiento culminó con el referéndum de 1961, proceso en el que el 80% de los votantes se pronunció en contra del mantenimiento de la monarquía tutsi y del reinado de Kigeli V (1936-2016), último rey (Mwami) de Ruanda. Durante este periodo de convulsión, los tutsis deseaban el mantenimiento de la monarquía, mientras que los hutus el establecimiento de una república tras la retirada de los belgas.

(Carnet de Identidad de una tutsi) – Fuente: preventgenocide.org

En 1962, Ruanda y Burundí se independizaron de Bélgica y se separaron en dos Estados distintos. Ruanda se convirtió en una república dominada por los hutus; mientras que Burundí se mantuvo como un reino tutsi hasta 1966, cuando un golpe de Estado (liderado por un tutsi) proclamó la república. Con respecto a la naciente República de Ruanda, la llegada de los hutus al poder fue acompañada de mucha violencia y represalias contra los tutsis, que empezaron a migrar en masa a los países vecinos en busca de refugio.

En 1973, Juvénal Habyarimana llegó al poder en Ruanda mediante un golpe de Estado. Este militar y político hutu fundó, en 1975, el Movimiento Nacional Republicano para la Democracia y el Desarrollo (MNRD). En 1978, Habyarimana estableció una constitución que convirtió al país en un régimen de partido único y fue elegido presidente ese mismo año y reelegido en 1983 y en 1988, tras procesos electorales en los que fue el único candidato.

Durante su dictadura, Habyarimana estableció cuotas étnicas en puestos de la administración pública y las universidades que perjudicaban a los tutsis; sin embargo, no emprendió una represión sistemática contra los tutsis, con quienes colaboró inicialmente buscando suprimir la rivalidad entre ambos grupos étnicos. Este régimen era similar e incluso más moderado que el de muchos de sus países vecinos.

Un antecedente: la Guerra Civil

A fines de la década del 80, sin embargo, había 480,000 tutsis en calidad de refugiados y miles reclamaban su derecho a regresar al país, que era negado por el régimen de Habyarimana. En este contexto, tutsis exiliados y hutus moderados crearon en Kampala (capital de Uganda) el Frente Patriótico Ruandés (FPR). Esta organización, fundada en 1987, surgió con la finalidad de conseguir la repatriación de los refugiados y reformar al Estado de Ruanda. En 1990, el FPR, liderado por Fred Rwigyema y Paul Kagame (actual presidente de Ruanda), organizó un ejército e invadió Ruanda con la finalidad de derrocar al régimen de Habyarimana.

Así empezó la Guerra Civil Ruandesa (1990-1993), conflicto que se saldó con la muerte de miles de personas. Debido a presiones internacionales y a la guerra civil, Habyarimana estableció una nueva constitución en 1991, mediante la cual se permitía el multipartidismo. Con respecto al conflicto, al segundo día de la invasión a Ruanda murió Rwigyema, y pocos meses después las fuerzas del FPR, respaldadas por Uganda y EEUU, se tuvieron que replegar ante el avance de las fuerzas del régimen, apoyadas por Francia.

Frente a esto, el FPR se vio obligado a mantener una guerra de guerrillas hasta 1992. Ese año, comenzaron las negociaciones de paz entre ambos bandos, con la Organización de la Unidad Africana como ente mediador. Finalmente, los Acuerdos de Arusha (Tanzania), suscritos entre el gobierno de Ruanda y el FPR, pusieron fin a la guerra civil en agosto de 1993. Durante la guerra civil, los tutsis residentes en Ruanda y los hutus moderados fueron vistos como cómplices de la FPR y como traidores, respectivamente.

El detonante

Según las Naciones Unidas, para 1994 la población de Ruanda era de siete millones de habitantes, de los cuales 85% eran hutu, 14% eran tutsi, y 1% eran twa. El 6 de abril de ese año, Habyarimana y el recientemente electo presidente hutu de Burundí, Cyprien Ntaryamira, fueron asesinados en un atentado. El avión Dassault Falcon 50 en el que volaban ambos mandatarios fue derribado por misiles tierra-aire cuando se preparaba para aterrizar en la capital de Ruanda, Kigali.

Existe controversia acerca de quiénes fueron los autores del atentado; sin embargo, medios franceses han señalado que el magnicidio fue ideado por militares hutus radicales opuestos a las concesiones que Habyarimana le hacía a los tutsis.

El objetivo habría sido generar la reacción brutal de los hutus contra los tutsis en forma de una masacre generalizada y sistemática. Esta reacción no se hizo esperar. De inmediato, comenzaron las matanzas, la guardia presidencial comenzó a asesinar tutsis cerca del aeropuerto de Kigali y, menos de media hora después, milicianos hutus asistidos por la policía militar establecieron controles en la carretera para detener tutsis.

La matanza

Con la muerte de Habyarimana, Agathe Uwilingiyimana, primera ministra perteneciente al Movimiento Democrático Republicano (MDR), quedó como la jefa de gobierno. Sin embargo, esta hutu moderada, que había participado en los Acuerdos de Arusha, duró pocas horas en el cargo. El 7 de abril, los militares la asesinaron junto a 10 cascos azules belgas que la escoltaban, quienes fueron torturados y eliminados a machetazos (los otros 5 cascos azules de esta escolta, de nacionalidad ghanesa, fueron perdonados).

(Primera Ministra Agathe Uwilingiyimana)

Horas después de los asesinatos del presidente y la primera ministra, la transmisora de radio Mille Collines (RTLM) emitió un mensaje culpando a los tutsis del atentado contra Habyarimana e instigando a los hutus a asesinarlos. Esta radio tuvo un papel fundamental en el genocidio, alentando a asesinar a “las cucarachas” (los tutsis), proclamando que “las tumbas aún no están llenas” e informando a los hutus radicales dónde se escondían los tutsis y los hutus moderados.

Aquí un ejemplo:

«¡No debes bajar la guardia! Estas serpientes tutsi se esconden entre la hierba y los arbustos, así que asegúrate de tener tu machete listo para cortar a las serpientes por la mitad. ¡Mejor aún, toma tu arma y dispárala! Si no tienes una pistola, el gobierno te traerá una. Si trabajas en el campo y ves a una mujer tutsi en los arbustos amamantando a su bebé, no pierdas una oportunidad de oro: toma tu pistola, dispárele y vuelve al trabajo, sabiendo que cumpliste tu deber. Pero no te olvides de matar al bebé, el hijo de una serpiente también es una serpiente, así que mátalo.”

(Condena a Ferdinand Nahimana) 

El gobierno de Bélgica reaccionó al asesinato de sus 10 soldados retirando del país a su contingente de 400 cascos azules (soldados de las Naciones Unidas). Era el efecto buscado por los hutus, puesto que se trataba de los soldados más preparados de la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas para Ruanda (UNAMIR), misión conformada por un total de 2,500 cascos azules enviados para garantizar los Acuerdos de Arusha.

El grupo más numeroso de tropas belgas estaba apostado en la Ecole Technique Officielle de Kigali, una escuela técnica dirigida por padres salesianos, donde habían acudido aproximadamente 2,000 personas en busca de protección. A pesar de que miles de extremistas hutus habían rodeado la zona para asesinar a esta gente, los belgas recibieron la orden de abandonar el lugar. Cuando estos cascos azules se retiraron el 11 de abril, los miles de refugiados que habían suplicado que no los abandonen fueron masacrados por los soldados y milicianos hutus.

Pocos días después, el 21 de abril, el Consejo de Seguridad de la ONU decidió retirar más tropas, dejando en toda Ruanda tan solo un pequeño contingente de 270 cascos azules (del total de 2,500 de la UNAMIR), bajo el mando del general canadiense Romeo Dallaire. Estas medidas dejaron a millones de tutsis sin protección, dando carta abierta a los extremistas para aplicar el “poder hutu”: ideología racista mediante la que se fundamentaba el asesinato de los tutsis.

Refugiados de Ruanda cargan alimentos en un punto de distribución el 28 de julio de 1994. – Reuters/Ulli Michel/Files

Abandonados a su suerte y ante la indiferencia de las potencias occidentales, decenas de miles de tutsis fueron sacados de sus casas, asesinados por sus vecinos, detenidos en las calles y carreteras y torturados y masacrados con machetes, mazos, garrotes, cuchillos y, en el mejor de los casos, con armas de fuego. Decenas de miles de mujeres fueron violadas y asesinadas. Los documentos de identidad, donde trágicamente constaba el grupo étnico, facilitaron el exterminio de millones de hombres, mujeres, ancianos y niños inocentes. Del mismo modo, fueron asesinados los hutus moderados, así como los que tuvieran aspecto de tutsi.

“A mi padre lo echaron a una zanja como a un perro, como un perro muerto. Ni le taparon ni nada, sino que tiraron su cuerpo como si fuera basura. Después de 15 años, solo encontré 800 gramos de huesos, cuando mi padre que era alto y muy fuerte pesaba casi 100 kilos”, Testimonio de un tutsi.

Decenas de miles de tutsis se concentraron en centros educativos e iglesias buscando desesperadamente un refugio. Sin embargo, estos lugares terminaron facilitando la masacre, debido a que allí los extremistas los aniquilaban en masa. Un ejemplo de esto es el caso de la Escuela Técnica de Murambi, ubicada al sur del país, donde llegaron aproximadamente 50 mil tutsis y hutus moderados. El 16 de abril, los extremistas se apostaron en las colinas que rodeaban la escuela y atacaron: solo sobrevivieron 34 personas. Casos como este se reprodujeron por todo el país.

Frente a esta situación, los escasos cascos azules comandados por el general Dallaire hicieron heroicos esfuerzos por salvar tutsis y hutus moderados. Así, se salvó a 12,000 refugiados en el Estadio Amahoro. Otros 1,268 más se refugiaron en el del Hôtel des Mille Collines, donde su administrador hutu, Paul Rusesabagina, hizo enormes esfuerzos por contener a la milicia extremista Interahamwe (“aquellos que están juntos”). Este caso inspiró la famosa película “Hotel Rwanda” (2004); otras películas referidas al genocidio ruandés son “Sometimes in april” (2005), “Shooting dogs” (2005), entre otras.

(Romeo Dallaire, actualmente senador) – Fuente: Reuters/Chris Wattie

“Sé que hay un Dios porque en Ruanda le di la mano al demonio. Lo he visto, lo he olido y lo he tocado. Sé que el diablo existe y, por lo tanto, sé que hay un Dios», señaló, después, el general Roméo Dallaire en su libro “Shake Hands With The Devil”.

Según la ONU, durante los 100 días de genocidio (abril y julio de 1994) habrían perecido más de 800 mil seres humanos (el 80% de los tutsis del país), siendo entre 150,000 y 250,000 los casos de violación, con 20 mil nacimientos producto de esto y 67% de estas mujeres infectadas con VIH/SIDA. Por otra parte, unos 100,000 niños habrían quedado huérfanos, secuestrados o abandonados. Finalmente, se suele olvidar el caso de los pigmeos twa, que también sufrieron durante el genocidio, perdiendo al 30% de su población (más de 20 mil).

Responsables

Entre los responsables de la matanza estaban los Akazu, camarilla conformada por gente del círculo íntimo de Habyarimana y de su viuda; el propio MNRD (partido de Habyarimana), cuya milicia, la Interahamwe, fue de las principales protagonistas en los crímenes; y la Coalición de Defensa de la República, un partido de extrema derecha que también tenía una rama paramilitar, la Impuzamugambi; la facción radical del MDR (partido de Agathe Uwilingiyimana), a la cual pertenecía Jean Kambanda, primer ministro durante el genocidio; y la Radio RTLM, que incentivó los asesinatos. Asimismo, se ha acusado a los gobiernos de Francia y China de contribuir facilitando armamento militar para los radicales hutus, incluyendo 25 toneladas de machetes chinos.

Jean Kambanda – Reuters

(Ex primer ministro Jean Kambanda, actualmente condenado por genocidio)

“Vi el rostro de la muerte en su cara. Me dijo, ‘por favor, perdóname la vida’, y le dije, ‘no, las órdenes son matarlos a todos”, testimonio de un hutu.

Consecuencias

El genocidio motivó que los rebeldes tutsis del FPR volvieran a invadir el país masacrando a los hutus que encontraban a su paso, lo cual significó el fin de los Acuerdos de Arusha y el reinicio de la guerra civil. Por su parte, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó la Resolución 918, amplió el mandato de la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas para Ruanda, autorizando el envío de hasta 5,500 cascos azules a restablecer la paz.

Asimismo, Francia lanzó la Operación Turquesa, enviando un contingente de 2,500 soldados a imponer orden, a los que se sumaron 500 tropas de distintas naciones africanas. Estas fuerzas internacionales comenzaron a llegar en junio, lo cual fue un alivio para los 270 cascos azules de Dallaire.

Como resultado de lo anterior, el gobierno de Jean Kambanda cayó en julio de aquel trágico año, escapando muchos de sus dirigentes al extranjero, incluso, solicitando protección de los cascos azules. Con respecto a la guerra civil, esta concluyó con el triunfo del FPR, el cual gobierna hasta el día de hoy con su líder histórico, Paul Kagame como presidente desde el 2000, año en que reemplazó a Pasteur Bizimungu.

Paul Kagame – Reuters

Un efecto del triunfo del FPR fue la migración de millones de hutus al Congo, lo cual fue uno de los factores que desencadenó las Guerras del Congo (1996-1997 y 1998-2003) y el genocidio congoleño, temas que escapan de este informe. Finalmente, mediante la Resolución 955 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, se estableció el Tribunal Penal Internacional para Ruanda, el cual se encargó de juzgar a los principales autores del genocidio.

Equipo de Investigación

Área de investigación de Enterarse.com

Seguir:

Newsletter

Recibe nuestros últimos artículos

Suscríbete y recibirás un correo que te avisará cada vez que subamos un nuevo artículo. ¡Es gratis!

Tal vez te gustaría leer esto