
Tomar suplementos vitamínicos es algo usual. De hecho, la idea de que los vegetales son saludables para nosotros por lo general está ligada a la creencia de que contienen vitaminas esenciales para nuestra salud. Esta creencia lleva a pensar a mucha gente que, tal vez, es igualmente saludable tomar suplementos vitamínicos. Sin embargo, gran parte de los estudios indica lo contrario. Si has consumido o consumes actualmente suplementos vitamínicos, te recomendamos leer lo siguiente.
Resumen
- Las vitaminas son compuestos necesarios para el buen funcionamiento de nuestro organismo y debemos obtenerlas de los alimentos u otras fuentes.
- El déficit de alguno de estos compuestos puede llevar al desarrollo de distintas afecciones que pueden ser muy serias y con consecuencias irreversibles.
- Las vitaminas juegan un rol fundamental en los procesos metabólicos del organismo.
- Muchas de ellas funcionan como antioxidantes, estabilizando a los radicales libres que se generan en los procesos metabólicos.
- Estudios han mostrado que los suplementos vitamínicos pueden causar graves consecuencias en la salud de las personas, como un mayor riesgo de cáncer o de enfermedades al corazón.
¿Qué es una vitamina?
Lo primero que debemos tener claro es qué son las vitaminas y para qué le sirven a nuestro cuerpo. Según la Enciclopedia Británica, las vitaminas son sustancias orgánicas que son necesarias para la salud y el crecimiento de los seres humanos y otros animales, pero que no son producidas por nuestro cuerpo, o no son producidas en cantidades suficientes, por lo que es necesario obtenerlas de algún otro lado. ¿Qué significa esto? Veamos cada una de las partes de esta definición.
Una sustancia orgánica es cualquier compuesto químico hecho de carbono (un elemento de la tabla periódica). De hecho, nuestro cuerpo está formado principalmente por diferentes compuestos orgánicos como las proteínas o las grasas y también las hormonas y los neurotransmisores. En ese sentido, las vitaminas son solo otro tipo de compuesto orgánico necesario para el buen funcionamiento de nuestro cuerpo.
Lo que diferencia a las vitaminas de otros compuestos orgánicos como las proteínas, los carbohidratos y las grasas, es que ellas no pueden ser producidas por nuestro cuerpo en las cantidades necesarias. Por ello, es necesario que las obtengamos a través de la dieta u otros medios.
No todos los animales necesitan las mismas vitaminas. Por ejemplo, los seres humanos necesitamos consumir alimentos con vitamina C, pero no los perros, pues su organismo puede producir este compuesto. Podríamos decir, entonces, que cada tipo de organismo tiene sus propios requerimientos vitamínicos.
En síntesis, las vitaminas son un conjunto de compuestos orgánicos que nuestro cuerpo necesita y que no podemos producir en cantidades adecuadas. Dentro de este conjunto hay distintos compuestos necesarios para la salud, cada uno con funciones y usos distintos. Usualmente, a estos compuestos se los categoriza con una letra.
Por ejemplo, tenemos las vitaminas A, B (1, 2, 6 y 12), C, D, E y K.

Esta categorización basada en letras fue producto de su descubrimiento progresivo. Cuando se encontraba uno de estos compuestos se lo categorizaba con una letra distinta. Sin embargo, a medida que pasó el tiempo, se descubrió que incluso aquello que se consideraba como una vitamina específica era un grupo diverso de compuestos químicos. Por ejemplo, inicialmente se pensó que la vitamina B era una sola, pero luego se descubrió que habían llamado vitamina B a un conjunto de distintos compuestos, con distintas funciones, lo que llevo a que se clasifiquen con distintos números (B1, B2, B6, etc).
Dado que las vitaminas son compuestos químicos, podemos llamarlas también por sus nombres químicos. Por ejemplo, la vitamina B1 se llama tiamina; la vitamina C, ácido ascórbico; etc.
Por último, la fuente de obtención de las vitaminas es usualmente la comida. Por ejemplo, la vitamina A se encuentra en los vegetales, pero no en los animales. La vitamina D3, por el contrario, la encontramos en los tejidos animales. Por ello, es importante tener siempre una dieta balanceada. Sin embargo, la dieta no es lo único importante para obtener las vitaminas que nuestro cuerpo necesita. La vitamina D, por ejemplo, se encuentra de manera limitada en la comida, pero nuestra piel la puede sintetizar cuando se expone a la luz solar. Pero, ¿para qué sirven las vitaminas?
¿Por qué son importantes las vitaminas?
Dado que las vitaminas son, en realidad, un conjunto de químicos distintos que nuestro cuerpo necesita, cada uno de ellos cumple diferentes funciones. De la misma manera, cuando alguno de ellos nos hace falta, los síntomas o problemas que nos pueden ocasionar son distintos.
Según la Enciclopedia Británica, una de las principales funciones de las vitaminas es la regulación de las reacciones que ocurren en nuestro metabolismo. Podemos entender el metabolismo como la suma de reacciones químicas que se dan en las células de nuestro organismo, con el fin de proveernos de energía (para movernos o para que nuestros órganos funcionen) o para producir nuevos materiales orgánicos (células, hormonas, etc).
Lo que diferencia a las vitaminas de otros nutrientes como las proteínas, grasas y carbohidratos, aquellos que llamamos macronutrientes, es que ellas regulan los procesos en los que son usados los macronutrientes. Cuando nos falta alguna vitamina se bloquean uno o más procesos metabólicos, lo cual lleva a algún tipo de hipovitaminosis. ¿Qué es la hipovitaminosis?
El término hipovitaminosis significa déficit de vitaminas. Dependiendo del déficit que tengamos, los síntomas y consecuencias pueden ser distintos. Por ejemplo, la falta de vitamina A puede causar ceguera nocturna (y en algunos casos ceguera fatal), pero también anemia y alta morbilidad a las enfermedades infecciosas. La falta de vitamina B1 puede causar disfunciones del sistema nervioso o fallas cardiacas. Así, la falta de distintas vitaminas puede causar distintos problemas, algunos fatales.
Además, es importante decir que, usualmente, es difícil detectar el déficit de alguna vitamina en nuestro cuerpo, a menos que este déficit sea severo. Lamentablemente, incluso cuando este es moderado, las consecuencias pueden ser serias. Por ejemplo, algunos efectos de la hipovitaminosis no pueden ser revertidos, incluso si posteriormente añadimos la vitamina a la dieta. Esto ocurre, por ejemplo, si hay algún daño de tejidos que no se pueden regenerar, como la córnea o los nervios.
Por último, algunas vitaminas, como la vitamina A, C, B2 y E, son antioxidantes. Esta propiedad es, por lo general, una de las principales razones por lo que las personas consideran que es bueno tomar suplementos vitamínicos. Pero, ¿qué son los antioxidantes y para qué sirven? A continuación, te explicamos este tema en detalle.
¿Qué relación tienen las vitaminas con los antioxidantes?
Para entender qué es un antioxidante, es necesario entender primero qué es un radical libre. Usualmente, los electrones en un átomo o molécula se encuentran emparejados. Sin embargo, a veces un átomo puede tener uno o más electrones sin su pareja respectiva. A esto, se le llama radical libre.
Durante los procesos metabólicos, usualmente, se producen radicales libres como causa de procesos que involucran al oxígeno. Además, también puede suceder que se generen radicales libres cuando las moléculas de nuestro cuerpo reaccionan ante otros radicales libres o por factores externos como la radiación ultravioleta, la contaminación o los metales pesados.

La presencia de radicales libres en nuestro cuerpo no es necesariamente mala. Como veremos más adelante, incluso cumplen funciones en nuestro cuerpo. Sin embargo, estos pueden ser causantes de un fenómeno llamado estrés oxidativo. El estrés oxidativo es un fenómeno ocasionado por un desbalance entre la producción y acumulación de estos radicales en las células y los tejidos del cuerpo y la capacidad del organismo para contrarrestarlos.
Este fenómeno ha sido asociado por los científicos con una serie de enfermedades como el cáncer, la diabetes, la arteriosclerosis, el alzhéimer, el parkinson y enfermedades cardiovasculares. Asimismo, estos también han sido asociados con el proceso de envejecimiento, entendido como la acumulación gradual de daño del ADN de las células, aunque aún no hay un consenso sobre esto.
Los antioxidantes, por otro lado, son cualquier sustancia que puede dar o recibir un electrón de los radicales libres para que estos sean estabilizados y no causen daño al cuerpo. En la siguiente imagen vemos un ejemplo de un antioxidante brindando un electrón a un radical libre:

Por ejemplo, un documento publicado en la Librería Nacional de Medicina de EEUU explica que, en un estudio aplicado a cuyes, la vitamina C o ácido ascórbico mostró una regresión total en tumores cancerígenos de tipo liposarcoma y fibrosarcoma. Sin embargo, los autores admiten que es necesario seguir haciendo estudios sobre los potenciales usos terapéuticos de esta vitamina.
Además, el documento explica que existe evidencia que sugiere que la vitamina E podría ser útil para tratar problemas relacionados con la arteriosclerosis (una enfermedad que causa el aumento del grosor y la pérdida de elasticidad de las paredes arteriales). De hecho, el siguiente estudio encontró que había una relación entre las cantidades consumidas de vitamina E con un menor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares y aterosclerosis, la forma más común de arteriosclerosis.
A partir de lo anterior, uno podría pensar que tomar suplementos vitamínicos podría resultar beneficioso para nuestra salud. Sin embargo, como veremos a continuación, esto no necesariamente es verdad.
¿Es bueno tomar suplementos vitamínicos?
Como explica Aalt Bast, de la Universidad de Maastricht de Países Bajos, el hecho de que numerosas enfermedades estaban asociadas a los radicales libres generó la creencia de que los antioxidantes podrían prevenir y tratar muchas enfermedades. Esto causó una serie de mitos alrededor de ellos, como también una serie de estudios dedicados a medir su efectividad. Sin embargo, Bast explica que las expectativas eran demasiado optimistas.
No solo muchos estudios han evidenciado que no son efectivos para tratar o prevenir ciertas enfermedades, sino que, incluso, pueden llegar a ser perjudiciales para la salud humana. Por ejemplo, él explica que un meta análisis de diversos estudios sobre los efectos de la vitamina E concluyó que, si bien esta vitamina podía reducir los infartos cerebrales isquémicos en un 10%, aumentaba el riesgo de infarto hemorrágico en un 22%.
Recientemente, la Universidad de Concepción en Chile descubrió que las células cancerígenas podrían usar la vitamina C no solo para satisfacer su necesidades nutritivas, sino también para protegerse. A partir de un estudio con células de cáncer de mama, próstata y leucemia, los investigadores llegaron a la conclusión de que esta vitamina le servía a estas células cancerígenas para protegerse de los radicales libres, que usualmente se encuentran en grandes concentraciones, alrededor de estos tumores.
Por otro lado, Paul Offit, profesor de pediatría de la Universidad de Pensilvania, cita algunos estudios emblemáticos sobre las vitaminas y los antioxidantes. En 1996, investigadores del Fred Hutchinson Cancer Research Center estudiaron a 18 mil personas que habían sido expuestas a asbesto (un metal pesado que producía que estén en riesgo de generar cáncer al pulmón). Los sujetos de prueba recibieron vitamina A, beta-caroteno (un antioxidante), ambas sustancias, o ninguna de ellas. Los investigadores tuvieron que parar abruptamente los estudios porque aquellos que tomaron vitaminas y suplementos empezaron a morir por cáncer o enfermedades al corazón en un porcentaje de 28% y 17%, respectivamente, mayor.
Por otro lado, en el 2004, la Universidad de Copenhagen revisó 14 estudios que habían investigado a más de 170 mil personas que tomaron vitaminas A, C y E para ver si los antioxidantes podían prevenir ciertos tipos de cánceres intestinales. Los autores concluyeron que, no solo no había evidencia de que ayuden a prevenir el cáncer, sino que estos compuestos habían aumentado el porcentaje de muertes en un 6%.
En el 2007, investigadores del Instituto Nacional de Cáncer de EEUU examinaron a 11 mil hombres. De ellos, algunos tomaban multivitamínicos y otros no. Aquellos que tomaban suplementos multivitamínicos tenían el doble de probabilidad de morir de cáncer avanzado de próstata.
En el 2008, otro meta análisis que revisó diversos estudios sobre el tema, involucrando a más de 230 mil personas, determinó que las personas que tomaban suplementos vitamínicos o antioxidantes tenían un mayor riesgo de desarrollar cáncer o enfermedades cardiacas.
¿Por qué sucede esto?
Cleva Villanueva y Robert D. Kross explican en su estudio que, al brindar un electrón a los radicales libres, los antioxidantes se vuelven a sí mismos incompletos, pues pasan a tener un electrón sin pareja. Esto produce que los antioxidantes se comporten igual que los radicales libres, buscando recibir un electrón.
Los antioxidantes, explican ellos, están buscando permanentemente recibir o brindar electrones. De esta manera, en presencia de radicales libres, pueden brindar (o recibir) un electrón para completarlo.
A su vez, estos antioxidantes sin parejas completas pueden estabilizarse por la presencia de otros antioxidantes, lo que los autores llaman “una cascada de mitigación reactiva”. Esta mitigación depende de una serie de factores que aún se están estudiando. Entre ellos está la presencia de diferentes tipos de antioxidantes, la presencia y concentración de antioxidantes endógenos (que nuestro organismo produce) e incluso se está evaluando si la genética de las personas tienen un papel en este proceso.
Lo importante, no obstante, es encontrarnos en un equilibrio entre radicales libres y antioxidantes. Cuando hay un desequilibrio entre ellos, se da el fenómeno de estrés oxidativo (demasiados radicales libres) o lo contrario, el estrés antioxidativo (demasiados antioxidantes). Ambos pueden causar daños a la salud.
Por su lado, Aalt Bast explica que lo mejor sería no ver a los antioxidantes como buenos o malos, sino como sustancias que pueden tener un grado de beneficio o riesgo. Es decir, que en ciertas cantidades pueden significar un beneficio para la salud, pero en otras un riesgo. De la misma manera, pueden ser beneficiosas para tratar algunas afecciones, mientras que incrementan el riesgo de otras.
¿Significa que no debemos tomar suplementos vitamínicos? No necesariamente. Lo mejor siempre es consultar con un profesional. En algunas situaciones, es posible que sea conveniente tomar vitaminas, por ejemplo, si el médico considera que hay algún déficit de alguna de ellas. En todo caso, lo importante es siempre tener una dieta balanceada, para evitar tener que ingerirlos en forma de suplemento.
¿Son necesariamente malos los radicales libres?
Por otro lado, tampoco hay que pensar que los radicales libres son necesariamente malos para la salud. De hecho, cuando se mantienen en concentraciones moderadas, ellos son beneficiosos para el organismo. Por ejemplo, son usados para sintetizar algunas estructuras celulares.
Por otro lado, los fagocitos, células del sistema inmune como los glóbulos blancos, sintetizan y guardan radicales libres para pelear contra patógenos. Estos son usados, por ejemplo, para combatir a microbios invasores.
Existen, además otras funciones en las que los radicales libres son usados. Sin embargo, en síntesis, lo importante es entender que, tanto los antioxidantes como los radicales, son importantes para el cuerpo cuando se encuentran en proporciones adecuadas. Por el contrario, si existe un desbalance, esto puede causar problemas para nuestro organismo. Tal y como diría Aristóteles, lo importante es encontrarse en el justo medio.