
Los crímenes de la dictadura de Mao Tse Tung no son tan conocidos como los de Hitler y los de Stalin. A pesar de ello, mucha gente desconoce que sus víctimas superan largamente a las de la Alemania Nazi y a las de la Unión Soviética (65 millones según el historiador Stephane Courtois). Desde que en 1949 Mao fundó la República Popular China, el régimen no ha dudado en perpetrar toda clase de crímenes en nombre de sus objetivos políticos.
A continuación, te explicamos el camino que condujo al establecimiento de este régimen y cómo Mao reprimió a los primeros disidentes y se consolidó en el poder.
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Resumen
- En 1949, Mao Tse-Tung estableció una dictadura comunista denominada la República Popular China.
- Poco después de llegar al poder, los comunistas iniciaron la colectivización de la tierra y la represión contra opositores.
- Con la finalidad de industrializarse, la República Popular China solicitó ayuda técnica a la Unión Soviética.
- En el comunismo chino el campesinado tenía mucha más peso que en el comunismo soviético, el cual daba mayor relevancia al proletariado.
- Mao desarrolló el concepto de “nueva democracia”, esto es, la dictadura conjunta de las clases revolucionarias. Esto se debió a que el país no se encontraba suficientemente industrializado como para establecer una dictadura del proletariado.
- Entre 1956 y 1957, Mao Lanzó la “Campaña de las Cien Flores”, tras la cual pudo identificar a sus opositores y reprimirlos con la “Campaña Antiderechista”. Tras estas campañas, quedó claro que el régimen no aceptaría disidencias.
El inicio de todo: el surgimiento de una dictadura
En 1949, tras muchos años de violencia, los revolucionarios chinos llegaron al poder y establecieron una dictadura comunista: la República Popular China. Los encabezó Mao Tse Tung (1893-1976), líder revolucionario, teórico y fundador de la actual China comunista. Mao era de la provincia de Henan e hijo de campesinos acomodados y sus teorías jugaron un rol fundamental en los movimientos comunistas del siglo XX, inspirando, por ejemplo, al cabecilla de Sendero Luminoso Abimael Guzmán. Veamos qué conflictos bélicos precedieron al establecimiento de la República Popular China.

Primero, la Guerra Civil China (1927-1949). Este conflicto enfrentó a la República de China, gobernada por el Partido Nacionalista Chino (el llamado Kuomintang o KMT del general Chiang Kai-shek) con el Ejército Popular de Liberación del Partido Comunista Chino (PCCh). La Matanza de Shangai de 1927 fue el detonante de este conflicto. ¿En qué consistió esta masacre? En una purga al interior del llamado Frente Único, alianza que unía al KMT con el PCCh.
En este episodio, el KMT ejecutó a cientos de comunistas, acabando abruptamente con el Frente Único y desatando una guerra civil que duraría décadas. Poco después, el KMT se hizo con el poder del país y trasladó la capital de la República de China a la ciudad de Nankín (hasta 1928 la capital era Pekín). Fue en el contexto de esta guerra civil en que las fuerzas del Ejército Popular de Liberación se vieron obligadas a emprender una retirada ante la persecución del ejército de la República de China. Así, las fuerzas de Mao se vieron perseguidas entre 1934 y 1935 en el episodio conocido como “La Gran Marcha”.

(Solados de la República de China (1938) que habían sido entrenados en colaboración con la Alemania nazi. Foto: Wikimedia Commons)
Años después, en 1937, estalló la Segunda Guerra Sino-Japonesa (1937-1945). Este conflicto interrumpió la guerra civil china, iniciada 10 años antes, generando que nacionalistas y comunistas volvieran a constituir el Frente Único, aliándose para enfrentar la invasión japonesa.
¿Cómo se produjo esta guerra? Resulta que el Imperio del Japón había invadido parte de China, desde 1931, y estableció en la región de Manchuria un Estado títere. Las tensiones entre la República de China y el Imperio del Japón y su Estado títere de Manchuria fueron aumentando, hasta que, en julio de 1937, soldados chinos y japoneses tuvieron una escaramuza que desató la guerra. El episodio es conocido como el Incidente del Puente de Marco Polo.

(En verde, Manchuria. Foto: Wikimedia Commons)
Finalmente, la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) estalló en 1939, conectándose en el teatro asiático con la Guerra Sino-Japonesa.
Tras la rendición de la Alemania nazi, en mayo de 1945, y cuando Japón ya estaba cerca de la derrota, la Unión Soviética rompió el Pacto de Neutralidad que tenía con este país y lo atacó. Así, las fuerzas soviéticas atacaron a las fuerzas japonesas que estaban en Manchuria el 8 de agosto de ese año, esto es, dos días después del lanzamiento de la bomba atómica de Hiroshima y un día antes de la bomba de Nagasaki. De este modo, el ejército japonés fue definitivamente derrotado y comunistas y nacionalistas pudieron retomar su viejo enfrentamiento, reanudándose en 1946 la guerra civil iniciada en 1927.
En esta nueva etapa de la guerra civil, los comunistas fueron apoyados de forma determinante por los soviéticos, que habían vencido en Manchuria y tenían decenas de miles de prisioneros y armamento de guerra capturado a los japoneses. Con el apoyo soviético, el Ejército Popular de Liberación del Partido Comunista Chino fue venciendo a las fuerzas del Kuomintang.
Así, el general Chiang Kai-shek se vio obligado a establecer el gobierno de la República de China en la isla de Taiwán (en donde hasta ahora existe, aunque no es un Estado reconocido por la ONU). De este modo, los comunistas liderados por Mao Tse-Tung lograron controlar la China continental y sustituir en 1949 a la República de China por un nuevo Estado: la República Popular China.

(Mao declara la fundación de la República Popular de China en la Plaza de Tiananmén el primero de octubre de 1949. Foto: Wikimedia Commons)
Una vez en el poder
La naciente República Popular China tuvo como modelo principal y aliado a la Unión Soviética (URSS) de Stalin un régimen indiscutiblemente totalitario. De este modo, y en consecuencia con su referente, Mao inició la campaña para la “eliminación de los elementos contrarrevolucionarios”, meses después de su llegada al poder. Jean-Louis Margolin, profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Provenza Aix – Marsella I, señala que:
“La definición de ‘contrarrevolucionario’, en particular, es tan vaga, tan amplia, que cualquier posición presente o pasada, por mínima divergencia que presente con la línea oficial del Partido Comunista, puede bastar para ser condenado.”
Según este académico, las ejecuciones urbanas alcanzaron por lo menos al millón de personas, lo que implicaba un tercio de la cifra correspondiente a las ejecuciones rurales, siendo que entonces había aproximadamente cinco habitantes rurales por cada uno de la ciudad, lo que hace estimar que la represión fue mucho más dura en las ciudades que en el campo. A ello se agregan los cerca de dos millones y medio de prisioneros en “campos de reeducación” y los numerosos suicidios de personas perseguidas y hostigadas por el régimen, estimadas en total en 700 mil.
En 1955, Mao emprendió una nueva campaña: “El movimiento Sufan”. Se trató de la campaña contra los “contrarrevolucionarios ocultos”. Al respecto, Margolin señala que se contabilizaron 81 mil arrestos (muy poco, según este investigador) y 770 mil muertos.
Asimismo, Mao emprendió un gradual proceso de colectivización de la tierra. Se clasificó a los campesinos en pobres, semipobres, medios y ricos. Los que quedaron excluidos de esta clasificación fueron declarados, con más o menos argumentos, “terratenientes”, es decir, “enemigos de clase” que debían ser eliminados. Esto desató la violencia: más de un millón de terratenientes fueron asesinados, incluyéndose dentro de este grupo muchos campesinos “ricos” por falta de un criterio discriminador claro. No está de más señalar que el modelo chino establecido por Mao Tse-Tung fue uno de los principales referentes del movimiento terrorista Sendero Luminoso. Es por ello que, en el Perú, Sendero Luminoso también aplicó la distinción entre supuestos campesinos “ricos” y “pobres”, con nefastas consecuencias.
Por otra parte, el régimen chino buscaba la industrialización del país, para lo cual también solicitó ayuda a la Unión Soviética. Así, el Estado fundado por Vladimir Lenin y gobernado en esos momentos por Iósif Stalin brindó a los chinos asesores militares y técnicos para la implementación del nuevo Estado comunista. Es más, ambos Estados suscribieron el Tratado de Amistad, Alianza y Asistencia Mutua Sino-Soviético de 1950, que comprometía a ambos países apoyarse en caso de una agresión de Japón (o cualquiera de sus países aliados).
Con el apoyo soviético, China implementó las fábricas, los ferrocarriles, las carreteras, los puertos, la red eléctrica y los demás proyectos que requería para industrializarse. Sin embargo, este tratado sino – soviético ocasionó una gran dependencia de China con respecto a la URSS. Además de los asesores, el armamento, las fábricas y el equipo industrial y agrícola, la Unión Soviética le concedió en 1950 un préstamo a China por $300 millones de la época.
En las dictaduras comunistas, la industrialización no solamente es relevante con motivo del desarrollo económico que esta promete. La industrialización también es fundamental para acercar al país al ideal de “Estado proletario”, es decir, del Estado conducido por la clase obrera organizada en dictadura. Siendo que sin industrialización no hay obreros ni “dictadura del proletariado”, es necesario el fortalecimiento de esta clase social. Así, con la ayuda de la Unión Soviética se dieron los primeros pasos hacia la industrialización China con el desarrollo y establecimiento de minas de carbón, acerías, refinerías de petróleo, etcétera.
Ahora bien, es necesario señalar que, a diferencia de la URSS, que ya había sido industrializada mediante los llamados “planes quinquenales” de Stalin (iniciados en 1928), la República Popular China era un territorio principalmente rural y agrícola. Aquella realidad implicaba que el campesinado tuviera mucho más peso en el comunismo chino que en el comunismo soviético. Es más, de hecho existían diferencias teóricas importantes entre el régimen comunista soviético y los comunistas liderados por Mao Tse-Tung.
Lo anterior explica por qué en China la revolución comunista se hizo “del campo a la ciudad”. Mao había reflexionado sobre este aspecto varios años antes de su llegada al poder. Así, en 1939 desarrolló el concepto de “nueva democracia”: un modelo de Estado a medio camino entre las capitalistas democracias liberales y el modelo soviético de dictadura del proletariado que se debía alcanzar. La “nueva democracia” se fundaba en la dictadura conjunta de las clases revolucionarias del país, esto es, los proletarios, los campesinos, los pequeños burgueses y los intelectuales. Según Mao:
“(…) los múltiples sistemas de Estado en el mundo pueden reducirse a tres tipos fundamentales, si se clasifican según el carácter de clase de su Poder: 1) república bajo la dictadura de la burguesía; 2) república bajo la dictadura del proletariado, y 3) república bajo la dictadura conjunta de las diversas clases revolucionarias.”
La “Campaña de las Cien Flores”
Entre 1956 y 1957, el “Gran Timonel”, nombre con el que se llamaba a Mao, lanzó la “Campaña de las Cien Flores” bajo el lema de: “Permitir que cien flores florezcan y que cien escuelas de pensamiento compitan (…)”. Mediante esta campaña, se invitó a los intelectuales, ciudadanos en general y miembros del partido a expresar sus de opiniones.
Según Henry Kissinger, ex secretario de Estado de los Estados Unidos y antiguo profesor de la Universidad de Harvard, se trató de “una estratagema para que los enemigos se identificaran por sí solos.” Decenas de miles de personas reaccionaron a la supuesta apertura reclamando democracia y criticando duramente al Partido Comunista. Por ejemplo, en la Universidad de Pekín, un grupo de universitarios creó el “Mural Democrático”, una suerte de panel donde los críticos al sistema pegaron escritos cuestionando la naturaleza del sistema comunista.
Frente a los cuestionamientos al sistema, Mao reaccionó lanzando una nueva campaña: la “Campaña Antiderechista”. Esta campaña estuvo dirigida contra “aquellos que no habían comprendido bien los límites de la invitación anterior al diálogo”. Así, se inició una violenta represión contra los críticos del régimen. Entre 500 mil y 800 mil intelectuales, estudiantes, funcionarios, artistas, disidentes y, especialmente, profesores, fueron tachados de “derechistas”. A toda esta gente se le encarceló o deportó a los llamados Laogai, esto es, campos de trabajos forzados y de reeducación, en donde muchos murieron. Con la represión de quienes se manifestaron libremente culminó la “Campaña de las Cien Flores”, que constituyó la última ocasión en que Mao consultó a su pueblo. Y es que, de acuerdo con Mao:
“Quien toma partido por el pueblo revolucionario es un revolucionario. Quien toma partido por el imperialismo, el feudalismo y el capitalismo burocrático, es un contrarrevolucionario.»
Según Jean-Louis Margolin, cientos de millares cayeron en la trampa de Mao, siendo que cuando este dio el “brutal golpe de timón antiderechista”, de 400 mil a 700 mil mandos (por lo menos el 10% de los intelectuales chinos, incluidos técnicos e ingenieros), “revestidos de la infamante etiqueta de derechista”, fueron reprimidos, teniendo “una buena veintena de años para arrepentirse” en campos de concentración o en lejanas aldeas adonde se les deportó para ser “ruralizados”.

(Mapa actual de la República Popular China, en rojo; en blanco, los campos de concentración actualmente existentes; y en azul, la República de China la isla de Taiwán. Fuente: Laogai Research Foundation)
La “Campaña de las Cien Flores” y la “Campaña Antiderechista” demostraron dos cosas: que Mao no estaba dispuesto a aceptar expresiones libres y que, a la vez, toda clase de disidencia sería duramente reprimida.
Finalizadas ambas campañas, los cuadros del partido tuvieron claro que corrían un gran riesgo si cuestionaban cualquier decisión del «Gran Timonel». En palabras de Donald B. Wagner, investigador principal del Instituto Nórdico de Estudios Asiáticos: “cayeron los últimos bastiones contra la ignorancia o incluso la estupidez. El entusiasmo tomó el mando.” De este modo, según Yang Jisheng, historiador, periodista y miembro del China Media Project de la Universidad de Hong Kong, se allanó el camino para emprender el Gran Salto Adelante.
¿Qué fue el Gran Salto Adelante? Entérate en nuestro informe sobre el tema.