De falacias y falaces – por Werner E. Schuler S.

por 7 Ene, 2020

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Hace unos días, Enterarse publicó un informe sobre la falacia y sus formas. Y, un poco antes, un video sobre para qué sirve la prensa.

Los menciono en esta columna porque, para efectos prácticos, en nuestra sociedad termina produciéndose día a día un maridaje nefasto entre muchas falacias y su difusión masiva.

En el menos malo de los casos, este fenómeno confunde a las personas y va creando múltiples “verdades” que camuflan y muchas veces desvirtúan la realidad y el conocimiento de las cosas. Lo que genera tierra fértil para predicadores y vendedores de cebo de culebra con curas mágicas y tónicos milagrosos.

Sin embargo, un peligro más grande es cuando esto no es un fenómeno espontáneo y casual, sino inducido e intencionado.

Cuando confluyen la necesidad de crear una determinada postura con interés político, económico y/o social con la necesidad de generar audiencias. Por ejemplo, una marcha de 3 mil personas, 0.009% de la población del Perú, puede convertirse en una manifestación masiva para supuestamente defender el planeta contra la amenaza global de turno.

Está claro que lo que busca ese minúsculo grupo es figuración mucho más que proporcional al real impacto de su tema y marcha. Y, por supuesto, el medio de comunicación busca que se produzca una noticia que llene el noticiero de turno exaltando al público para marcar puntos de rating. Seguramente, los primeros buscan fondos de organizaciones con fines ulteriores y los segundos vender. Así de simple.

Pero lo más peligroso de esta práctica es que, cuando hay involucramiento concreto de los protagonistas en asuntos reñidos con la moral o la ley, el límite del impacto de desinformación y confusión sobre la ciudadanía es tan grande que produce daños, muchas veces, irreparables.

Además, se genera, sintomáticamente, una espiral que no tiene más fin que ocultar una realidad que los pondría en evidencia.

Fatal maridaje.

Una falacia de composición es un error de razonamiento que implica el pretender explicar o definir UN TODO con la explicación o definición de solo UNA PARTE.

Crear verdades absolutas a través de la sumatoria de falacias de composición es, quizá, la manera más deplorable de mentir. Es un ataque que, veladamente, va haciendo mella en la integridad de las personas sin que estas reparen en ello. Es como esas enfermedades silenciosas que, si no se advierten por los que saben y sí las ven, matan al sujeto.

Por supuesto el mundo ideal para estos grupos es mantener en constante confusión al público, situación que es perfecta para manipular la opinión pública de manera tal que sus soterrados intereses florezcan.

Pero se pone peor. Un paso más allá es cuando se produce copamiento de los medios vía concentración. Esto generalmente implica que un determinado grupo de poder ha logrado imponerse a los demás. Es decir, los intereses de este grupo dominante se convierten en la prioridad absoluta por encima, por supuesto, de los demás grupos y, claro, de la ciudadanía.

El tenor de la prensa se vuelve monotemático y unidireccional.

Si no estás con ellos, no estás ni siquiera en contra, estás fuera. Entonces, la prensa se convierte en una aplanadora mediática.

Finalmente, el ingrediente que hace que se sobrepase sin miramientos los límites, es la consecución de los objetivos económicos del grupo dominante a través de la corrupción del sistema normativo y administrativo del Estado. En ese momento, se exacerban todos los factores y se gesta una tiranía mediática.

Esto ya no es un juego de poder económico entre grupos. Ahora es una disputa entre bandas organizadas que han infiltrado todos los estamentos y estos se convierten en poderosas armas de ataque y aniquilamiento de las bandas rivales.

Ya no son vendedores de humo político, empresarios inescrupulosos o defensores de prebendas.

No, ahora son organizaciones criminales que se enfrentan en plena calle utilizando sus infiltrados y armas unos contra otros.

¿Quién sale ganador?

Como se desprende de lo anterior, la organización criminal que gana la partida es aquella que logró dominar la prensa. Son los que, difundiendo masivamente una tras otra falacia de composición, acomodan las fichas para beneficio e impunidad propios.

Ejemplos en nuestra región son Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua. Y en el mundo, Irán, Indonesia, Corea del Norte y más de 20 países de África. En todos estos países la prensa está subordinada al poder de turno.

El Perú se debate en una época de confusión y de lucha por el poder. Esperemos que la prensa esté a la altura de las circunstancias y no sea copada por nadie. Estemos atentos a los síntomas que pueden ser sutiles y pueden pasar desapercibidos.

Ayer fueron unos, hoy son otros. No importa quien sea. Lo que sí importa es que en el camino van destruyendo los fundamentos básicos de la sociedad. Los ciudadanos quedan indefensos en el vaivén de la confusión generalizada. Ya no se distingue entre bien y mal, entre correcto e incorrecto, entre justo e injusto, entre realidad y falacia.

Werner E. Schuler S.

Columnista

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