El coronavirus en el Perú – por Luis Gamarra

por 28 Abr, 2020

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Foto: Reuters

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Sin siquiera imaginarlo, desde los primeros días del mes de marzo estamos viviendo angustiados por la llegada al Perú de una pandemia muy especial, cuya enfermedad se inicia como si fuera una desapercibida gripe normal, pero que en una reducida proporción de los afectados, el organismo de estos pierde la capacidad de defensa y el mal puede degenerar en una neumonía, infección respiratoria aguda de muy difícil control, que en muchos casos termina con la vida del paciente en una agonía espantosa, donde la imposibilidad de respirar es el síntoma final.

El terror ha invadido al mundo hasta el extremo de paralizar la economía de muchos países, entre ellos el nuestro, y la vida normal de la gente que se mantiene enclaustrada por el miedo a un riesgo de contagio muy alto, pero que no debe ser muy diferente al de una gripe común, con la diferencia que la primera amenaza con matar. En resumen, la población está atemorizada por el miedo a contraer una neumonía.

Sin embargo, esta situación no debiera haber provocado tanta impresión en nuestro país, donde la neumonía, sea cual sea el agente entre los varios que la causan, es una enfermedad endémica y, por gran distancia, la que tiene mayor incidencia de mortandad en el Perú. Le siguen las enfermedades cardiovasculares y la diabetes.

No existe mucha información sobre este poco importante gran problema del Perú. Recién en setiembre del 2018, el Centro Nacional de Epidemiología, Prevención y Control de Enfermedades del Minsa ha publicado un estudio titulado “Análisis de las Causas de Mortalidad en el Perú 1986-2015”, cuyo párrafo inicial vale transcribir:

1.- Principales causas de mortalidad en el Perú -1986-2015

En el 2015, la enfermedad que produjo la primera causa de mortalidad en el Perú fue la infección respiratoria aguda baja con 18,000 muertes y una tasa de 60.7 por 100,000 habitantes; le siguieron la enfermedad cardiovascular, la diabetes mellitus y las muertes por enfermedad isquémica del corazón.”

“ … Durante los últimos 30 años, las muertes por enfermedad respiratoria aguda baja se han mantenido en el primer lugar . . .”

Para hacer cálculos y establecer conclusiones, prefiero guiarme por el número de fallecidos que en última instancia es lo que importa y si no fuera por ellos, el miedo no existiría. Las estadísticas sobre los detectados con la enfermedad pueden esconderse o manejarse, con el simple recurso de no mandar los insumos necesarios para sacar las muestras en una región o no enviarlos en cantidad suficiente; los resultados se pueden bajar o subir. Los muertos hay que enterrarlos y es difícil esconderlos.

Según cálculos propios, 18,657 defunciones ha sido el promedio de muertes anuales por neumonía en el Perú de los últimos 5 años (2015-2019), con una tasa de 58.3 fallecidos por cada 100 mil personas (las 854 muertes por coronavirus registradas hasta el día de ayer representan el 4.58% de las neumonías promedio anuales del Perú), gran parte de ellas provenientes de las zonas más frías de la puna, durante los meses de julio y agosto, que es cuando azota con fuerza este fenómeno. La mayor parte de afectados son ancianos y niños, que se ven obligados a caminar por varias horas en un ambiente helado para asistir a la escuela y muchas veces lo hacen descalzos. Por esta razón, mueren entre 7 a 8 mil niños anualmente.

El hecho de ser la neumonía, o enfermedad respiratoria aguda baja como la denominan los especialistas, la primera causa de mortandad en el país, supondría que deberíamos contar con los mínimos recursos para atender las emergencias que sin excepción se presentan anualmente y, además, estos estar ubicados en los lugares de mayor incidencia. Sin embargo no están, ni estaban y probablemente no estarán, y de los pocos que se hallaron muchos se encontraban malogrados. Con seguridad, cuando se logre dominar la pandemia se acabará la emergencia y muchos pugnarán por atribuirse méritos, mientras los 18 mil futuros fallecidos con neumonía pasarán a ser un número.

A propósito, otro caso parecido es el de la tuberculosis, que también es enfermedad endémica, muy contagiosa y con un final terrible, por la cual mueren al año en el país alrededor de 5 mil personas.

¿Qué razones pueden existir para que los peruanos entren en pánico por las 800 muertes por neumonía del coronavirus que probablemente ya no se repitan en el futuro y no reaccionen igual por las 18 mil seguras anuales?

Probablemente la razón más importante sea que a esos 800 fallecidos los tenemos cerca, los conocemos y hasta podemos ser nosotros, mientras que los de la puna, son de “allá”, nadie los conoce ni los cuenta diariamente ni son noticia en los medios, de su número nos enteramos varios años después cuando salen las estadísticas. Nadie les hace detecciones cuando su mal se está iniciando, sencillamente se curan con infusiones de hierbas caseras y, cuando se mueren, los entierran allí cerca y ya está. El dinero de los contribuyentes prefieren invertirlo en obras faraónicas sin futuro en vez de hacerlo en la salud de los peruanos que para su resguardo, y también el de su educación y seguridad, son los que generaron dichos fondos.

Hablando de educación y seguridad, ¿qué ejemplo pueden dar algunas decenas de congresistas que incumplen su deber de asistir al Congreso por miedo a contagiarse, mientras el Estado pone en la disyuntiva a millones de niños, los que para no quedarse ignorantes, tienen que salir de sus casas de madrugada, recorriendo grandes distancias en medio de la nevada y con solo un pedazo de pan como desayuno, corriendo miles de veces más riesgo que los parlamentarios?

Otra razón del pánico es que recién nos enteramos que se acabaron los recursos o instalaciones para atender aunque sea en un mínimo porcentaje a los futuros enfermos: ya no hay más camas para nosotros. Dentro de dos meses aparecerá el grupo fuerte, los miles que provienen del “friaje” y estoy seguro que ni siquiera han pensado cómo lo van a enfrentar.

Tampoco he visto ni escuchado que se haya estimado cuánto va a ser el daño de la paralización, modelo de la OMS, que nos hemos autoimpuesto. Este daño no es solo económico, sino también en la salud de la población. Está probado hasta la saciedad, por millares de estadísticas y esas sí existen, que la relación entre la pobreza y el deterioro de las tasas de mortalidad de los países es directa. Con solo un incremento del 0.5% de la mortalidad estaríamos hablando de 166 mil nuevos fallecidos, que no saldrían diariamente en las figuritas de los diarios, pero que nos enteraríamos dos años después por las publicaciones del INEI. Habremos cambiado pocos mocos por muchas babas.

De todo esto, sin embargo, se pueden sacar algunas conclusiones importantes. Indudablemente esto hay que estudiarlo y no soy quien para hacerlo.

A los 50 días del primer caso de coronavirus en el Perú, hay departamentos que ya han sobrepasado los 25 fallecidos por cada mil habitantes. Por otra parte, hay siete departamentos que están invictos en “cero” y 5 que no llegan a 3. Por coincidencia entre los de baja o nula penetración están los ubicados dentro de la zona de “friaje”. Si aprobamos la táctica del martillo, tendríamos que aceptar que en doce departamentos, la mitad del Perú, hemos dado mazazos al aire, pues no había ninguna curva que aplanar y los mantenemos paralizados con iguales restricciones que los que están donde la pandemia ha avanzado, pero no importa porque a ellos nadie los ve. ¿Habrá alguien el MEF que pierda el sueño por la PEA de Apurímac? Creo que, por lo menos, habría que estudiar si los habitantes de estos departamentos han adquirido alguna resistencia a todo tipo de neumonías.

Ver cuadro hasta el 26 de abril:

Equipo de Investigación

Área de investigación de Enterarse.com

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