Las guerras médicas: la legendaria batalla de Maratón

por 21 Jul, 2020

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Escena de la Batalla de Maratón. Autor: John Steeple Davis

En un informe anterior, conocimos a las dos civilizaciones que se enfrentaron en las guerras médicas. En este, veremos las causas de estos conflictos y el primer choque entre estas dos civilizaciones: la legendaria batalla de Maratón. Luego, veremos qué sucedió en años posteriores a esta gran batalla, que fueron el preámbulo de la guerra más importante entre griegos y persas, la segunda guerra médica que te contamos en este otro informe.

Resumen
  • Las guerras entre los persas y los griegos ocurrieron por un episodio llamado la revuelta jónica, en el cual un conjunto de polis jonias exigió su libertad del Imperio persa. Atenas brindó ayuda militar a estas polis.
  • La revuelta fue aplastada; sin embargo, ahora el rey persa Darío tenía razones para enviar a sus tropas a las ciudades griegas Eretria y Atenas. Estas razones eran económicas, de venganza y de seguridad.
  • La ciudad de Atenas decidió hacer frente al ejército persa en la bahía de Maratón (Grecia).
  • Unos soldados jónicos, que peleaban del lado de los persas, se dieron cuenta de que la caballería no se encontraba. Ellos traicionaron a los persas e informaron a los griegos de esta ventaja.
  • Los griegos se lanzaron al ataque y pudieron ahuyentar al enemigo.
  • Darío murió 4 años después de la batalla de Maratón, sin poder llevar a cabo su revancha. Sin embargo, su hijo Jerjes tomó su lugar y volvió a atacar a Atenas.
El primer conflicto entre griegos y persas

Según Paul Cartledge, profesor de Historia Griega en la Universidad de Cambridge, las guerras entre los persas y los griegos ocurrieron por un episodio llamado la revuelta jónica. En simple, un conjunto de polis griegas en Jonia exigió su libertad del Imperio persa. Como explica Cartledge, para los griegos, el estar subyugados a un monarca o a un poder imperial ya no era considerado una forma aceptable de gobierno. Esto contradecía los valores de independencia política y autodeterminación que se estaban forjando en la cultura griega.

Años antes, Atenas se había convertido en una democracia. Cartledge afirma que bajo este proyecto se encontraba la noción de libertad ciudadana. Por un lado, esta noción exigía que los ciudadanos estén libres de cualquier coerción externa, como un emperador o un tirano. Por el otro, la noción también implicaba la libertad de participar y decidir cuestiones de importancia para la comunidad de ciudadanos.

(La acrópolis de Atenas. Autor: Leo von Klenze)

Cartledge afirma que parte de la motivación de los jonios estaba en que había fuertes lazos sentimentales entre ellos y Atenas. No solo Solón, un gobernante griego famoso, había mencionado que Atenas era el territorio más antiguo de Jonia, sino que existía el mito de que los griegos que colonizaron el oeste de Anatolia (zona en la que se encontraban Jonia, Lidia y Frigia, territorios griegos bajo el dominio persa) habían partido de Atenas.

Según la Enciclopedia Británica, los jonios también detestaban el servicio militar que tenían que hacer para los persas. Los persas no tenían un gran ejército permanente, sino que obligaban a sus súbditos a realizar servicios militares cuando era necesario organizar la defensa del territorio o crear grandes ejércitos. Además, cualquier intento de evadir este servicio era castigado.

Otra razón de incomodidad en la población griega eran los regalos que hacían los persas. Tanto los sátrapas (administradores provinciales persas), como el rey persa, tenían la potestad de regalar tierras a quienes quisieran. Muchas veces, estos regalos a aliados políticos se hacían a expensas de las tierras de las ciudades súbditas.

De esta manera, para el año 500, Mileto, la ciudad jonia más importante de la época, se acercó a Atenas para que le brinde ayuda material y espiritual en una revuelta contra el gran rey persa, Darío. Como afirma la Enciclopedia Británica, Atenas, que en ese momento poseía 70 barcos, envió 20 de ellos para ayudar en la revuelta.

Lamentablemente para los jonios, las revueltas fracasaron estrepitosamente. Para el año 494 a.C., Mileto, la cabeza de la rebelión, fue saqueada, y ahora la mirada del rey Darío se centró en la venganza contra Atenas por ayudar en la rebelión. Así, en el 490 a.C., Darío desembarcó con sus tropas en la bahía de Maratón para invadir Atenas.

La primera guerra médica: la batalla de Maratón

La batalla de Maratón fue la batalla más importante del primer intento persa de conquistar Grecia (si bien no existía todavía como país, con Grecia nos referiremos al territorio donde se encontraban las principales ciudades griegas europeas). Además de ser una venganza contra Atenas por ayudar a los jonios años atrás, había otros motivos estratégicos por los que era importante para Persia seguir expandiéndose. Así lo afirma Peter Green, profesor emérito de la Universidad de Texas.

Como mencionamos en el informe anterior, los impuestos que cobraba Darío estaban drenando poco a poco de minerales preciosos a su imperio. Por ello, una forma de seguir agrandando su riqueza era conquistar nuevos territorios. Otra de las razones, según Cartledge, era de seguridad: a Darío no le convenía tener a unos griegos revoltosos en las fronteras.

Así, en el año 490 a.C., Darío dirigió sus tropas contra Eretria (una polis que también había ayudado en las revueltas jónicas) y Atenas. Eretria fue fácilmente derrotada, tomada e incendiada por los persas. Sus habitantes, explica Cartledge, fueron enviados al interior del Imperio persa, muy lejos de sus tierras.

Tras este suceso, la asamblea ateniense discutió qué hacer. Algunos ciudadanos estaban a favor de esperar a los persas en la ciudad y resistir un sitio. Otros, como el gran estratega Milcíades, insistieron en que el ejército, compuesto por ciudadanos atenienses, no deje que los persas lleguen a Atenas.

(Busto de Milcíades)

De acuerdo con Peter Green, había razones para preferir salir al encuentro del enemigo. Primero, Atenas había pedido ayuda a Esparta, la polis griega que se caracterizaba por tener a los mejores soldados. Sin embargo, quedarse en su ciudad impediría que los puedan ayudar. En segundo lugar, se sabía que dentro de Atenas había facciones pro-persas que podían sabotear los intentos de defender la ciudad.

Milcíades convenció a la asamblea ateniense de enviar 10 mil soldados fuertemente armados a la bahía de Maratón, lugar donde habían desembarcado las tropas de Darío. Al llegar a la entrada sur de Maratón, los atenienses se ubicaron entre las faldas del monte Agrieliki y el mar, de tal manera que bloquearon cualquier paso a la ciudad de Atenas, tal como se muestra en el mapa de abajo.

Durante varios días no pasó nada; los dos ejércitos se veían a lo lejos sin realizar ningún movimiento. Según Green, probablemente los atenienses esperaban la llegada de los espartanos. Asimismo, los griegos se encontraban en desventaja. No solo eran superados en número, sino que, además, no tenían arqueros ni caballería para pelear en la planicie abierta como los persas.

Los persas tenían sus propios motivos para esperar. Por un lado, no querían enfrentarse a los griegos en la zona en la que se habían fortificado. Por el otro, es posible que hayan estado esperando alguna señal de los traidores atenienses. Sin embargo, los días pasaban y no había señal de ellos.

Según Paul Cartledge, nunca estará claro por qué los persas perdieron la batalla, pero es casi seguro que tuvo que ver con la ausencia de su caballería. Como explica Green, unos soldados jonios que peleaban en el bando persa (probablemente como parte del servicio militar obligatorio), se dieron cuenta de que la caballería no se encontraba. Fue así que estos traicionaron a los persas e informaron a los griegos de esta ventaja.

Tras recibir esta información, los griegos decidieron atacar. En una mañana de agosto, alrededor de las 6 am, los griegos avanzaron sus filas contra los persas. Cabe resaltar que los griegos peleaban en falanges. Las falanges eran un tipo de formación rectangular de infantería equipada con armadura y lanzas. La imagen de abajo muestra un ejemplo.

(Imagen: Wikimedia Commons)

Ahora, tal como Milcíades había anticipado, los mejores guerreros persas se encontraban al centro de sus formaciones, mientras que en las alas estaban los soldados menos confiables, como los griegos jonios, obligados a pelear contra sus compatriotas. En contraste, Milcíades puso a sus tropas más fuertes en las alas.

Durante la batalla, los griegos en el centro sintieron el peor embate de los persas. Sin embargo, los de las alas lograron derrotar a sus oponentes, inclusos haciendo que muchos de ellos corran despavoridos a los pantanos y terminen ahogándose. Así, los griegos lograron realizar un movimiento de pinza que dejó en muy mala posición al ejército persa.

Luego de una ardua batalla, la línea de los persas se rompió. Los que pudieron huyeron hacia los barcos para escapar de la masacre. En total, 6,400 persas murieron, en comparación con solo 192 griegos.

Peter Green señala que los atenienses no solo tuvieron ventaja táctica, sino que además tenían mejores armaduras y armas que los persas. Los griegos usaban lanzas largas contra las más cortas jabalinas de los persas, espadas cortas contra dagas; etc. Además, sostiene Green, los atenienses eran hombres libres luchando por su libertad, mientras que muchos de los soldados persas habían sido obligados a pelear en una guerra que no era suya. Esta misma libertad sería resaltada años más adelante por el gran gobernante ateniense Pericles, durante la guerra del Peloponeso. Sin embargo, esto ya es tema de otro informe.

Periodo de paz: la preparación de ambos bandos para un segundo encuentro

Maratón no sería el capítulo final de los conflictos entre los griegos y los persas. De hecho, como afirma Cartledge, la venganza de los persas solo se había pospuesto. Sin embargo, esta victoria sin precedentes incrementó la moral de los atenienses: mostró que un ejército de griegos bien armados podía vencer en tierra a los persas, algo que no habían podido hacer los jonios por mar durante sus revueltas.

En el lado persa, Darío murió cuatro años después de la batalla de Maratón, sin poder llevar a cabo su revancha. Sin embargo, su hijo Jerjes tomó su lugar. Como explica Cartledge, Jerjes tenía al menos tres motivos para volver a atacar a los griegos.

(Relieve del rey Jerjes en el Museo Nacional de Irán. Foto: Wikimedia Commons)

En primer lugar, había razones económicas para invadir Grecia. Como mencionamos, el sistema administrativo persa exigía que se le pague al rey tributos de diferentes clases. Poco a poco este sistema acababa con los metales preciosos de sus provincias. En consecuencia, era importante para los reyes persas seguir expandiendo su imperio a nuevas provincias. Si bien Grecia no era un territorio excepcionalmente rico, tenía algunas minas de plata y oro.

En segundo lugar, había motivos de seguridad para el imperio. A los persas no les convenía tener enemigos tan cerca de sus fronteras. Por último, estaba una cuestión de honor y reputación. Como explica Cartledge, Jerjes estaba bajo la sombra de Darío, quien era reconocido por haber sido un exitoso gobernante. Asimismo, los recuerdos de la derrota en Maratón seguían frescos en la memoria de los persas. ¿Qué mejor manera tenía Jerjes de demostrar sus capacidades si no era venciendo a los griegos?

Fue así que, para el año 484 a.C., llegaron noticias a Esparta de que Jerjes estaba preparándose para invadir Grecia. Una de estas preparaciones fue la creación de un enorme puente con botes para que su vasto ejército pueda atravesar los Dardanelos. En la imagen de abajo podemos ver la localización de esta zona y más abajo una imagen del puente.

Jerjes encargó esta tarea a sus súbditos egipcios y fenicios, quienes en esa época eran conocidos por ser grandes navegantes. La distancia que debía cubrir este puente de botes era de más de dos kilómetros de largo y, mientras se construía, a Grecia llegaban noticias de grandes movilizaciones de personas dentro del territorio persa.

(Construcción del puente de botes de Jerjes por marineros fenicios. Autor:  A. C. Weatherstone)

Estas noticias amenazantes preocuparon particularmente a un ateniense: Temístocles. Temístocles fue un político ateniense conocido por sugerir en el 493 antes de Cristo que el puerto principal de Atenas sea el Pireo, famoso puerto de la ciudad durante la época clásica.

Sin embargo, la verdadera hora de Temístocles llegó 10 años después, en el 483 a.C., con el descubrimiento de nuevas minas de plata, las cuales produjeron un excedente de este metal precioso. Como explica Cartledge, lo que usualmente ocurría cuando había un excedente de este metal era que se repartía en partes iguales entre todos los ciudadanos de Atenas.

(Temístocles. Foto:  Antonietti, J.P.A.)

Cartledge afirma que se calcula que la suma de plata que hubiera recibido cada ateniense habría sido igual a un par de semanas de sueldo de un artesano experto de la ciudad. Si bien no suena como una gran cantidad, lo cierto es que la mayoría de los ciudadanos de Atenas eran granjeros pobres en comparación con los trabajadores de la ciudad. Por ello, esta cantidad de plata era muy atractiva para la mayoría de los ciudadanos. 

Sin embargo, Temístocles, temiendo una venganza del rey persa, tenía una mejor idea: construir una flota de trirremes, los barcos de guerra de la época. En esa época, Atenas era una democracia igualitaria y directa: todos los ciudadanos votaban a mano alzada, por lo que él tuvo que convencer a la mayoría de los atenienses de la necesidad de construir esta flota. Por suerte, lo logró.

Asimismo, entre los años 482 y 481 a.C., se formó una coalición de ciudades griegas para defender sus territorios del ataque de Jerjes. Hay que indicar que no todas las ciudades griegas aceptaron unirse a esta coalición. Argos, una ciudad griega famosa, por ejemplo, aceptó mantenerse neutral. Sin embargo, entre las defensoras, las más importantes serían Esparta y Atenas.

Finalmente, en el siglo 480 a.C., Jerjes partió con su ejército de Sardes (ver el mapa de abajo) y cruzó el puente de botes. Según Green, probablemente su ejército estuvo compuesto por 210 mil personas. De estas, 170 mil eran infantería, 8 mil hombres a caballo, 2 mil carros de guerra y 30 mil soldados griegos y tracios. Además, según Herodoto, el gran historiador griego, Jerjes partió junto con una flota de 1,327 barcos.

Mientras cruzaban el puente, Jerjes usó látigos para que sus hombres se movieran más rápido. Algo que sorprendía a los griegos, quienes consideraban a los látigos como instrumentos que solo se usaban contra los esclavos y no contra los hombres libres. Esta no sería la única vez que Jerjes los usaría.

En el mapa de arriba, podemos ver la ruta que tomó Jerjes desde Jonia hasta Grecia. Eventualmente llegó a Termópilas, donde fue su primer enfrentamiento con los griegos; especialmente con los soldados de Esparta. Sin embargo, este es tema de nuestro siguiente informe. Puedes leerlo aquí: Las guerras médicas: cuando los griegos derrotaron al Imperio persa y triunfó la libertad.

Equipo de Investigación

Área de investigación de Enterarse.com

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