El Gran Encierro: un nuevo tipo de crisis económica

por 7 Ago, 2020

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Foto: Reuters

La crisis económica que ha generado el COVID-19 —“el Gran Encierro”— ha hecho que muchos recuerden las circunstancias que vivió la humanidad en otras crisis precedentes: la Gran Depresión de 1929 y la Gran Recesión del 2008. ¿Cómo fueron estas crisis económicas? ¿En qué se parecen y en qué se diferencian de la actual? ¿Son comparables? En el siguiente informe trataremos de brindar algunas respuestas.

Resumen
  • El origen de la crisis económica actual (“el Gran Encierro”) es totalmente distinto al de la Gran Depresión o al de la Gran Recesión.
  • En el caso del Gran Encierro, la decisión de los gobiernos de implementar medidas estrictas de distanciamiento social, el cierre de fronteras y el confinamiento obligatorio generaron el colapso de la actividad económica.
  • En cuanto a la Gran Depresión, esta se produjo por una fuerte desaceleración económica luego de un periodo de auge y optimismo. La desaceleración económica fue agudizada por una serie de crisis que incluyen el desplome de la Bolsa de Valores de Nueva York y los pánicos bancarios de 1930 y 1931.
  • Respecto a la Gran Recesión (2007-2009), esta fue causada por una crisis financiera originada por una gran burbuja inmobiliaria en los Estados Unidos.
  • A diferencia de las causas de estas tres crisis, que son distintas, en las consecuencias se pueden encontrar similitudes.
  • Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), el crecimiento económico mundial en el 2020 será negativo: -3%. En el mismo informe, el FMI recuerda que la caída en el crecimiento del PBI en el 2009, durante la Gran Recesión, fue de -0.1%.
  • En el caso de la Gran Depresión, desde el inicio hasta el final de la crisis el PBI se contrajo 18.4%.
El punto de partida de las crisis

El punto de partida de la crisis del Gran Encierro generada por el COVID-19 es distinto al de las anteriores. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el crecimiento económico que precedió a la crisis era débil, pero se estaba estableciendo y el crecimiento del empleo también se estaba estabilizando.

Veamos el caso específico de Estados Unidos, un país que es paradigmático por ser la primera potencia económica y porque además fue el lugar en el que se originaron las crisis precedentes más importantes del siglo XX y el siglo XXI.

Para la Reserva Federal (FED por sus siglas en inglés) este país entró al presente periodo de crisis con una economía fuerte. El desempleo tenía tasas récord de medio siglo y cerró febrero en 3.5%. Las cifras de nuevos empleos eran buenas y los salarios estaban en aumento, sobre todo para quienes percibían los sueldos más bajos. La actividad económica contaba en general con un crecimiento moderado. El sistema bancario era fuerte y contaba con liquidez. El documento de la FED resume así esta situación: «la economía entró en este periodo desafiante sobre un piso sólido».

(Reserva Federal de los EEUU. Foto: Reuters)

En cambio, antes de la Gran Recesión —periodo que duró desde el 2007 al 2009— existía mayor desbalance en el sector financiero y el endeudamiento de las empresas y de las familias era mayor. Sin embargo, se venía de un periodo de baja inflación y volatilidad conocido como la “Gran Moderación”, el cual duró desde mediados de los años 80 hasta el 2007.

El caso de la Gran Depresión (1929-1939) también fue distinto. Según Milton Friedman y Anna Schwartz en su libro “Historia Monetaria de los Estados Unidos”, esta crisis estuvo precedida de una desaceleración económica en los Estados Unidos. En los dos meses previos a la caída en la bolsa de valores de Nueva York, ocurrida en octubre de 1929, la producción, los precios al por mayor y los ingresos cayeron a tasas de 20%, 7.5% y 5%, respectivamente.

Además, se venía de un largo periodo en el que el stock de dinero no había aumentado. La mayoría de países occidentales tenía un sistema monetario basado en reservas en otras monedas —como el dólar o las libras— convertibles a oro a un precio fijo. Este estándar de cambio en oro generaba que los precios e ingresos en diferentes países estuvieran conectados. Así, por ejemplo, un país podía tener US$ 500 millones en reservas y este monto podía canjearse por su equivalente en oro (este sistema ya no existe, hoy el dinero no está basado en reservas de oro).

¿Qué causó cada crisis? ¿Las causas son comparables?

El origen de la crisis económica actual es totalmente distinto al de la Gran Depresión o la Gran Recesión.

La pandemia del COVID-19 ha significado la muerte de un gran número de personas a nivel mundial: más de 650 mil según el Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades. Debido al avance del virus, los gobiernos de muchos países han tomado medidas sanitarias sin precedentes para tratar de contenerlo.

La decisión de los gobiernos de implementar medidas estrictas de distanciamiento social, el cierre de fronteras y el confinamiento obligatorio han generado el colapso de la actividad económica. Por ejemplo, en el Perú, las medidas restrictivas hicieron que actividades como el turismo, restaurantes, transporte y empresas de retail se vieran afectados considerablemente. Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), la capital de este país sufrió una grave caída del empleo. Si se compara la tasa de desempleo registrada durante los meses de abril, mayo y junio del 2019 con la tasa de desempleo para el mismo periodo del 2020, esta pasó de 6.3% a 16.3% en Lima Metropolitana.

En contraste, la Gran Recesión fue causada por una crisis financiera originada por una gran burbuja inmobiliaria en los Estados Unidos.

¿Qué es una burbuja? Imaginemos que en un país aumenta de manera considerable el acceso al crédito, es decir, que sus habitantes ahora pueden adquirir préstamos más fácilmente. Gracias a esto, las personas empiezan a adquirir más viviendas y, dado este aumento de la demanda, el precio de estas empieza a crecer también de forma considerable.

En el país de nuestro ejemplo, un grupo de personas ve rentable invertir en casas para luego poder venderlas a un precio mayor. Como parece un buen negocio y resulta rentable para muchas personas porque los precios de las viviendas siguen aumentando, más personas deciden hacer lo mismo. La demanda por casas se dispara haciendo que los precios suban mucho más, lo que atrae a más inversionistas. Llega un momento en el cual muchas personas han comprado casas para después venderlas, pero no hay tantas personas queriendo comprarlas. El precio entonces comienza a bajar y las personas se “apuran” en poner en venta sus casas para recuperar parte de la inversión. Esto hace que la oferta de viviendas aumente considerablemente y los precios se desplomen.

Ahora bien, volvamos a la Gran Recesión del 2008. Esta crisis se gestó justo por una burbuja en el sector inmobiliario. Un concepto importante que debemos conocer para comprender mejor esta crisis es el de hipoteca. En sencillo, una hipoteca es un acuerdo entre un prestamista y la persona a la que este le presta dinero. Los acuerdos de hipoteca establecen que, si la persona que ha recibido el préstamo no devuelve el dinero, el prestamista puede quedarse con su propiedad.

Según la FED, a principios y mediados de los 2000 se celebraron hipotecas muy riesgosas (subprime), es decir, que había altas probabilidades de que las personas no cumplan con pagar los préstamos. Entidades financieras luego empaquetaron estas hipotecas y las vendieron por medio de instrumentos financieros complejos a inversionistas, quienes compraban los paquetes de hipotecas creyendo que eran poco riesgosos.

Dado este supuesto bajo riesgo, los precios en el mercado hipotecario de Estados Unidos subían por el aumento de la demanda: más inversionistas compraban paquetes de hipotecas. El problema era que en muchas ocasiones la complejidad de diversos productos financieros relacionados con las hipotecas hacía muy difícil calcular correctamente el riesgo y el grado de exposición que estaban asumiendo los inversionistas de todo el mundo.

En un determinado momento, la tasa de morosidad (la demora en el pago) de los créditos hipotecarios aumentó de manera considerable haciendo que el mercado financiero se “quiebre”. Esto generó una gran crisis de liquidez en las instituciones financieras de todo el planeta. Como las personas no pagaban sus préstamos, los bancos dejaron de recibir una importante suma de dinero y vendían los inmuebles que eran parte de los acuerdos de hipoteca a un precio muy bajo o no los llegaban a vender.

Según la FED, la crisis inmobiliaria impulsó la Gran Recesión dañando a la economía de cuatro maneras. Bajó la construcción, bajó la riqueza y por ende el consumo, redujo la capacidad de prestar dinero de las entidades financieras, y redujo la capacidad de las empresas de levantar fondos en el mercado de valores.

La Gran Depresión, por su lado, empezó en 1929, cuando la expansión económica de los “felices años 20” —una época de gran optimismo y crecimiento económico— llegó a su fin para dar lugar a una desaceleración económica en Estados Unidos.

Una serie de crisis financieras agudizaron la contracción económica. Estas crisis incluyeron el desplome de la Bolsa de Valores de Nueva York y los pánicos bancarios de 1930 y 1931.

Luego de casi una década de crecimiento en el sector financiero, la Bolsa de Valores de Nueva York se quebró en octubre de 1929. Los precios de las acciones, que habían llegado a su pico el 7 de setiembre, tuvieron una caída constante las siguientes 4 semanas. Una ola de pánico el 24 de octubre —el jueves negro— hizo que 13 millones de acciones fueron vendidas, cuando el promedio diario del mes de setiembre había sido solo 4 millones. El 29 de octubre —el martes negro— 16.5 millones de acciones fueron vendidas. El efecto del crack de la bolsa de valores tuvo grandes repercusiones por la gran exposición de los ciudadanos y entidades financieras al mercado de acciones.

Consecuencias económicas: ¿Qué pasó anteriormente? ¿Qué podemos esperar?

A diferencia de las causas, que eran distintas, en las consecuencias se pueden encontrar similitudes. En todos los casos existe una caída del crecimiento económico, aumento del desempleo, caída en los salarios y disminución del bienestar en general. Sin embargo, en estos momentos comparar la magnitud y duración de la presente crisis con las anteriores es difícil.

Algo que caracteriza la crisis actual y la distingue de las demás es que la duración y el inicio de la recuperación económica depende de cuándo se levanten (o se vuelvan a imponer) medidas sanitarias como la cuarentena obligatoria. Además, variables inciertas como el desarrollo de una vacuna efectiva o evolución del número de infectados pueden también determinar las decisiones de los gobiernos, que serán distintas en cada país.

Otro factor importante es el paquete de medidas sin precedentes que han tomado los gobiernos y los bancos centrales con el objetivo de proteger a las familias y empresas. Los gobiernos están aumentando su gasto público y lanzando paquetes de medidas y garantías. Por su parte, los bancos centrales están reduciendo tasas y proporcionando liquidez a los mercados. La efectividad y envergadura de estas medidas afectarán también la magnitud y duración de la crisis.

La actividad económica en la crisis generada por el COVID-19 ha sufrido una gran caída. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), el crecimiento económico mundial en el 2020 será negativo: -3%. Esto bajo el supuesto de que la pandemia y el confinamiento de los ciudadanos lleguen a su pico en muchos países en el segundo cuarto del año y se reduzca en la segunda mitad del año. El crecimiento proyectado para el grupo de economías avanzadas es -6.1% y para las economías emergentes y en desarrollo es -1%. Si excluimos a China, el crecimiento del último grupo estaría proyectado en -2.2%.

En el mismo informe, el FMI recuerda que la caída del crecimiento del PBI durante la Gran Recesión, en el 2009, fue de -0.1%, un valor relativamente pequeño comparado con el decrecimiento que se estima generará el COVID-19. Todo hace indicar que será la caída en el crecimiento más grande desde la Gran Depresión.

Asumiendo que el contagio disminuya en la segunda parte del 2020 y las acciones tomadas alrededor del mundo sean efectivas, el FMI proyecta que el crecimiento global de la economía en el 2021 sea de 5.8%.

Si vemos cifras de Estados Unidos para el periodo de la Gran Depresión, según Forbes, la caída del PBI fue dramática desde 1929 hasta 1932 para luego estabilizarse en 1933 y experimentar un periodo de crecimiento los años siguientes: desde el inicio hasta el final de la Gran Depresión el PBI se contrajo 18.4%.

En el caso del desempleo, este ha aumentado drásticamente durante el Gran Encierro. De acuerdo con el Bureau of Labor Statistics de los Estados Unidos (BLS), la tasa de desempleo en este país en junio fue 11.1%. Esta cifra es menor a la registrada en marzo del 2020, cuando estaba por encima del 14%. Sin embargo, es bastante mayor a los meses previos a la crisis, cuando era inferior al 4%.

Según una estimación publicada por la National Association for Business Economics (NABE), la tasa de desempleo en Estados Unidos se mantendría elevada hasta fin de año, ya que cerraría el 2020 en 9.5%. La misma institución señala que a finales del 2021 caería a 6%.

En el periodo de la Gran Recesión, según el Bureau of Labor Statistics, el desempleo pasó de aproximadamente 4.5% en el año 2006 a un pico de 10% en octubre del 2009 en Estados Unidos. Esta cifra no cambió mucho durante los años 2010 y 2011 para luego tener una tendencia a la baja.

Durante la Gran Depresión, el desempleo en los Estados Unidos, que era 3.2% en el 1929, aumentó a 8.7%, 15.9% y 24.1% en los años 1930, 1931 y 1932, respectivamente. Llegó a su pico máximo en 1933 con 24.9% y la cifra se redujo a 21.7%, 20.1% y 16.9% en los años posteriores.

Equipo de Investigación

Área de investigación de Enterarse.com

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