Por: Enterarse
Equipo de investigación
No es poco común decir que estamos estresados o que ciertas actividades o sucesos en nuestra vida nos generan estrés: no encontrar trabajo, discutir con nuestra pareja o estar retrasados con nuestros pendientes. En resumen, todos los seres humanos experimentamos periodos de estrés en algún momento de nuestra vida. Es algo normal. Sin embargo, si bien el estrés no es algo raro e incluso a veces es positivo, esto no quiere decir que sea saludable experimentarlo frecuentemente. En este informe, buscaremos explicarte por qué.
- El estrés ocurre cuando ciertos eventos hacen que la persona perciba un peligro. Estos eventos pueden ser físicos, como un perro que nos persigue, o psicológicos, como el miedo a hablar en público.
- Cuando experimentamos estrés, una serie de químicos se libera en el torrente sanguíneo.
- Estos nos preparan para poder escapar del peligro o luchar, lo cual puede ser positivo en ciertas situaciones. Sin embargo, el estrés crónico nos puede causar problemas de salud.
- Por un lado, el estrés puede causar problemas de salud psicológica, como la depresión o la ansiedad.
- Por el otro, el estrés crónico está relacionado con problemas de salud corporal, como las enfermedades cardiovasculares o el cáncer.
Definir el estrés no es una tarea simple. Como explica Richard Contrada, profesor de Psicología de la Escuela de Artes y Ciencias de la Universidad de Rutgers, no hay una única forma de definir el estrés y, de hecho, este ha sido un problema hasta el punto que algunos académicos han sugerido dejar de usar el término. Sin embargo, en este informe intentaremos dar una explicación simple.
Tal vez, la mejor forma de entender qué es el estrés psicológico es buscar una analogía en el mundo natural. Según Jeffrey Nevid, profesor de Psicología de la Universidad de St. John, en el mundo físico el término estrés se refiere a la presión o la fuerza aplicada en un cuerpo. Por ejemplo, en un deslizamiento, toneladas de rocas causan estrés en el suelo cuando chocan contra él formando cráteres. En este caso, el estrés no son los cráteres, sino la presión sobre el suelo ocasionada por el deslizamiento. De manera similar, en Psicología se usa el término estrés para referirse a una presión o demanda que obliga a un organismo a adaptarse o ajustarse.
Otra forma de entender el estrés es la que dieron los influyentes psicólogos Richard Lazarus y Susan Folkman en 1984. Según ellos, el estrés es una relación particular entre una persona y el ambiente que es evaluado por esta como demandante o que excede sus recursos y perjudica su bienestar. De hecho, según Contrada, la contribución de Lazarus con respecto al concepto de estrés es reconocida universalmente porque explica por qué las personas se comportan de manera diferente ante eventos que pueden (o no) resultar estresantes. Por ejemplo, hablar en público puede ser estresante para una persona, pero no para otra.
Luego de ver estas definiciones, podemos extraer tres componentes importantes para entender qué es el estrés: la persona, sus circunstancias y la forma en que percibe sus circunstancias. Una persona experimenta estrés cuando considera que las circunstancias en las que se encuentra exceden sus recursos y perjudican su bienestar. Sin estos tres componentes no sería posible el estrés. Los eventos, por sí mismos, no son suficientes para estresar a las personas.
Por ejemplo, estar desempleado a los 90 años puede no ser estresante, mientras que sí a los 35 años. ¿Por qué? Porque las personas de 35 usualmente evalúan que el ámbito profesional es una parte importante del bienestar. De esta manera, un adulto puede sentirse presionado al no tener empleo, a pesar de que su familia lo mantiene sin ningún problema y con todas las comodidades.
Muchas veces, consideramos que es malo tener estrés. Sin embargo, puede sernos bastante útil. Cuando estamos estresados, usualmente el cuerpo cree que se encuentra bajo ataque o que está en peligro y activa un mecanismo de lucha o escape. Este mecanismo, por ejemplo, permitía a nuestros antepasados primitivos tener mayores ventajas a la hora de pelear o escapar de las fieras.
Como explica la Cleveland Clinic, cuando uno experimenta estrés, ocurren ciertos cambios físicos en el cuerpo. Por ejemplo, se segregan químicos y hormonas como la adrenalina, el cortisol y la noradrenalina para ayudar al cuerpo a la acción física. Esto produce una serie de efectos, como la desviación de sangre hacia los músculos y la suspensión de ciertas funciones corporales innecesarias, como la digestión. Así, por ejemplo, gracias al estrés estamos preparados para reaccionar a una situación peligrosa, como a un perro que nos persigue o a alguna otra clase de peligro que podríamos encontrar incluso en la actualidad. En el video de abajo, podemos ver un resumen de este proceso.
Según la Enciclopedia Británica, este tipo de eventos desencadena en nosotros lo que podríamos considerar estrés agudo, que ocurre por un breve periodo de tiempo. Sin embargo, el estrés también puede ser crónico. De acuerdo con esta institución, el estrés crónico se caracteriza por la presencia persistente de fuentes de frustración o de ansiedad. Por ejemplo, una situación problemática en el trabajo, una enfermedad crónica, abuso en el hogar, etc. Usualmente, este tipo de fuentes de estrés son llamadas estresores, los cuales veremos más a fondo en la siguiente sección.
Cuando estamos expuestos a estresores por un largo tiempo, esto puede generar consecuencias negativas como agitación, ansiedad, falta de concentración, etc. Pero, además, en el largo plazo, también puede afectar negativamente al cuerpo. De hecho, el estrés está relacionado con enfermedades cardiovasculares e incluso con la diabetes, como veremos más adelante.
Como explica Nevid, un estresor es una fuente de estrés. Los estresores pueden ser cambios importantes en la vida, como la quiebra económica, un divorcio o el desempleo. También, pueden ser otros factores psicológicos como exámenes o problemas en nuestras relaciones. Y, por último, problemas diarios o ambientales, como el tráfico, el ruido o incluso el clima.
Ahora, como afirma Contrada, los estresores no son en sí mismos estresantes, sino que son situaciones potencialmente estresantes, dependiendo de cómo las evalúen los individuos y cómo lidien con ellas. Así, por ejemplo, un embotellamiento puede ser estresante para una persona mientras que para otra no. De manera similar, reprobar un curso en la universidad puede ser muy impactante para algunos, llevándolos incluso a la depresión, mientras que otros manejarán mejor estos eventos.
Como vemos, la forma en que los individuos manejan y perciben los estresores determina si efectivamente generarán estrés en ellos o no. A su vez, este estrés, como vimos, puede causar efectos negativos mentales o físicos.
Según Nevid, en algunas ocasiones un estresor puede causar trastornos de adaptación. Los trastornos de adaptación son reacciones desadaptativas. Estas suceden cuando las personas tienen discapacidades sociales, ocupacionales o académicas, o cuando existe un estado de angustia que excede lo normalmente ocasionado por un estresor. En el cuadro de abajo, podemos ver algunos de estos desórdenes.
Veamos un ejemplo. Digamos que Juan ha terminado con su enamorada. Este evento podría considerarse un estresor, pues es algo que potencialmente puede generar estrés en las personas. Sin embargo, incluso si terminar con su enamorada genera estrés en Juan, el cómo reacciona determinará si tiene o no un trastorno de adaptación. Por ejemplo, él podría ponerse triste, pero seguir con su vida cotidiana sin que haya muchos cambios.
Sin embargo, según Nevid, si notamos que las notas de Juan en el colegio empiezan a bajar notablemente por este evento, dado que no puede concentrarse en sus estudios, entonces podemos decir que Juan está experimentando un trastorno de adaptación. Existen varias manifestaciones de este desorden que podemos ver en el cuadro de arriba.
Como explica Nevid, es normal que cuando algo vaya mal en nuestra vida nos sintamos mal. Podemos sentirnos ansiosos o deprimidos si perdemos nuestro trabajo o si nos va mal en los estudios e incluso es normal que estos eventos nos afecten en cierta medida. Sin embargo, si nuestra reacción excede lo esperado en un contexto normal, entonces nos encontramos ante un trastorno de adaptación.
El estrés no solo puede ocasionar efectos psicológicos, también puede ocasionar efectos negativos en nuestro cuerpo. Como explica Nevid, el estrés se ha relacionado con varios tipos de enfermedades del cuerpo.
El profesor de psicología de la Universidad de St. John señala que, cuando experimentamos estrés, una serie de glándulas liberan hormonas a nuestro torrente sanguíneo. Por ejemplo, la glándula pituitaria segrega una hormona llamada adrenocorticotropa, que, a su vez, estimula las glándulas suprarrenales a liberar cortisol y cortisona que ayuda al desarrollo de músculos e induce al hígado a liberar azúcar para que el cuerpo tenga energía para lidiar con la situación de emergencia.
Asimismo, también se libera adrenalina y noradrenalina, las cuales ayudan al cuerpo a lidiar con el peligro, acelerando nuestro ritmo cardiaco y estimulando al hígado a liberar azúcar. Todo esto ayuda al cuerpo a huir o luchar cuando está en peligro. Sin embargo, todos estos químicos, a la larga, cuando se experimenta estrés crónico, pueden ser negativos para nosotros.
Como afirma Nevid, estudios como el de los psicólogos de las universidades de Kentucky y Columbia Británica, Suzanne Segerstrom y Gregory Miller, han mostrado que los estresores pueden disminuir la respuesta del sistema inmunitario. Incluso, en eventos de corto plazo, como un examen final, pueden aumentar la susceptibilidad a contraer enfermedades como la gripe o el resfriado. Además, una disminución en la respuesta inmune puede aumentar el riesgo de desarrollar otras enfermedades como el cáncer.
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Por otro lado, según Nevid, los científicos han descubierto que una forma en que el estrés crónico puede dañar el cuerpo es a través de los niveles incrementados de un químico llamado interleukin-6, relacionado con procesos de inflamación, que a su vez se relacionan con enfermedades como el cáncer, la artritis y las enfermedades cardiovasculares.
Asimismo, de acuerdo con un grupo de investigadores liderados por Cathy Lloyd, profesora de Estudios de Salud en la Universidad Abierta del Reino Unido, algunos estudios (no todos), han identificado ciertos estresores, como pérdidas familiares o de empleo, como factores desencadenantes de diabetes tipo 1 y 2. Asimismo, hay evidencia que relaciona experiencias estresantes con el control metabólico de aquellos ya diagnosticados con diabetes. Por ejemplo, se han hecho estudios en laboratorios que muestran que situaciones estresantes, como entrevistas desagradables, aumentan los niveles de glucosa en la sangre.
Por último, otra posible consecuencia del estrés es el insomnio crónico. Este desorden del sueño no solo implica un mayor cansancio en nuestro día a día, sino que afecta negativamente nuestra calidad de vida. Basta con imaginar lo complicada que sería nuestra vida sin poder dormir diariamente. De acuerdo con Mayo Clinic, entre las consecuencias del insomnio crónico está una mayor probabilidad de sufrir accidentes de tránsito, depresión, ansiedad, abuso de drogas, y un mayor riesgo de sufrir condiciones o enfermedades como ataques al corazón e hipertensión arterial.
Todo esto apunta a que, si bien el estrés y sus efectos pueden ser útiles en ciertas situaciones, en periodos largos puede afectar peligrosamente nuestra salud.
Como hemos visto, el estrés puede tener efectos importantes en nuestra salud mental y física. Por eso, es importante seguir algunas recomendaciones para aprender a lidiar con él.
De acuerdo con Mayo Clinic, un primer paso es hacer una evaluación personal para conocer mejor cómo es que cada uno reacciona ante el estrés. Una vez hecho esto, existen algunas técnicas que pueden ayudarnos a controlar el estrés. Entre estas está el reducir la cantidad de obligaciones que tenemos. También podemos prepararnos mejor para reuniones o aquello que nos genera estrés. Por ejemplo, planificando mejor nuestras actividades y el tiempo que les dedicaremos.
Otra técnica que nos puede ayudar a manejar el estrés es buscar apoyo en familiares, amigos, compañeros de trabajo. Mayo Clinic incluso recomienda que si estamos experimentando estrés seamos voluntarios en alguna actividad comunitaria. Además, es útil encontrar un pasatiempo que nos agrade y calme nuestra mente. Del mismo modo, realizar actividad física, meditar y dedicar parte de nuestro tiempo a otras actividades como recibir masajes son útiles. También es importante dormir lo suficiente, ya que esto nos hace menos irritables.
Por último, si estas técnicas no son suficientes, debes buscar ayuda profesional para evitar consecuencias graves.