
El proceso de emancipación de la América hispana se inició poco después de que los franceses bajo el mando de Napoleón Bonaparte invadieran España. En ese contexto, gobernaba el Virreinato del Perú, José Fernando de Abascal, quien hizo de este territorio el principal centro de defensa de la corona española en América del Sur. A continuación, veremos cómo entre 1806 y 1816 el Ejército Real del Perú hizo frente a diversas fuerzas independentistas surgidas en la región.
Resumen
- Los ejércitos de Napoleón Bonaparte invadieron y ocuparon España entre 1808 y 1814, desatando la Guerra de Independencia Española y la Guerra de Independencia Hispanoamericana.
- La fuerza militar del Virreinato del Perú, denominada Ejército Real del Perú, era un ejército conformado principalmente por tropas de origen peruano leales a España.
- El virrey José Fernando de Abascal gobernó el Perú entre junio de 1806 y julio de 1816.
- Durante el gobierno de Abascal, el Ejército Real del Perú intervino en el Alto Perú (actual Bolivia), perteneciente al Virreinato de Río de la Plata, luego en las Provincias Unidas del Río de la Plata (sucesor del Virreinato del Río de la Plata), en la Capitanía General de Chile y en la Intendencia de Quito, perteneciente al Virreinato de Nueva Granada.
- Abascal también sofocó sublevaciones en el interior del Virreinato del Perú, entre las que destacan la Insurrección de Tacna de 1811, la de Huánuco, de 1812, y la más grande, la Rebelión del Cusco de 1814, encabezada por los hermanos Angulo y Mateo Pumacahua.
- En 1816, Joaquín de la Pezuela se convirtió en virrey del Perú, durante su gobierno comenzaron las derrotas de la causa realista en los territorios antes controlados por Abascal.
Contexto general
En 1808, los ejércitos de Napoleón Bonaparte invadieron Portugal y España. Esta ocupación, sumada a la imposición del hermano de Napoleón, José Bonaparte, como rey de los españoles, y al cautiverio en Francia del legítimo rey español Fernando VII, ocasionaron la llamada Guerra de Independencia Española. En este contexto, las autoridades españolas que se mantuvieron fieles a Fernando VII establecieron juntas de gobierno que se unificaron en torno a la denominada Junta Suprema Central de España e Indias, órgano ejecutivo y legislativo que sostuvo la guerra con los franceses, y que luego fue sustituido por el Consejo de Regencia.
Ante estos acontecimientos, muchas autoridades americanas de las provincias españolas de ultramar (como Río de la Plata) también establecieron juntas de gobierno. De acuerdo con Myriam Báez Osorio, doctora en historia latinoamericana, en América surgieron tres tipos de juntas:
“Unas juntas eran partidarias de la soberanía del Rey de España en las colonias americanas y acataron las decisiones de la Junta Central, de la Regencia del Reino y de las Cortes Españolas. Otras juntas fueron autonomistas, partidarias de una autonomía de los gobiernos provisionales de España y guardadoras de los derechos de Fernando VII. De igual manera, hubo también, juntas que se manifestaron independientes, partidarias de una revolución radical y de la desvinculación de España para conformar un gobierno autónomo, independiente y libre, con el ideal de una democracia republicana.”
Así, surgieron juntas americanas que desobedecieron tanto a la autoridad virreinal como a las autoridades provisionales establecidas en España, y juntas que, primero, en nombre del rey cautivo, pidieron autonomía y, después, ya abiertamente, proclamaron su independencia del Reino de España. De este modo, se dio inicio al proceso de emancipación americana.

(Juramento de la Primera Junta Gubernativa Argentina, 25 de mayo de 1810 (1910), Pedro Subercaseaux. Autor: Pedro Subercaseaux)
Ante esta situación, el Virreinato del Perú no solo mantuvo su fidelidad a la corona española, sino que intervino militarmente en el territorio de los actuales Argentina, Chile y Ecuador, países que declararon su independencia en el contexto de la invasión francesa a España.
Es importante tener en cuenta dos hechos históricos: el primer hecho es que la fuerza militar del Virreinato del Perú, denominada Ejército Real del Perú, era un ejército conformado principalmente por tropas de origen peruano. Los españoles eran solo una minoría. Al respecto, Julio Luqui Lagleyze, doctor en historia y profesor de la Pontificia Universidad Católica Argentina, señala lo siguiente:
“En lo referente a números y porcentajes, la mayoría americana de la tropa se manifestó durante toda la Guerra de Independencia, aún en los años de la incorporación de regimientos de españoles expedicionarios, entre 1813 y 1818. Pero estos nunca llegaron a ser más de un 30 o 35% de la tropa realista. La mayoría americana se mantuvo constante entre un 65% como momento más bajo hasta un 90% en los puntos más altos de la guerra, estos es los años anteriores a 1815 y posteriores a 1822.”
El segundo hecho es que España no podía enviar demasiados refuerzos al Perú, primero, debido a la invasión francesa de su territorio, que desató la llamada Guerra de Independencia Española (1808-1814), y después, por la sublevación de Rafael del Riego sucedida en 1820.
Tras derrotar a los franceses en 1814, el rey Fernando VII regresó a España y recuperó el trono, pero, en 1820, tuvo que enfrentar una rebelión liderada por el coronel Rafael del Riego que impidió que un ejército de 20 mil hombres zarpara a América para luchar contra la independencia y que lo obligó a gobernar durante tres años bajo una constitución que limitaba sus poderes.

(La Rendición de Bailén (1846), cuadro de José Carlos de Alisal. Primera victoria sobre Napoleón en España. En esta batalla participaron en el ejército español futuros próceres como José de San Martín y Cárlos de Montúfar.)
En cuanto a la guerra para expulsar a los franceses de España, no solo participaron militares españoles peninsulares, sino también españoles americanos cuya participación fue destacada en el ejército español. Así, tenemos, entre otros personajes, al propio José de San Martín, futuro libertador de Argentina, Chile y Perú; José de La Mar, futuro jefe de división del ejército independentista en las batallas de Junín y Ayacucho y uno de los primeros jefes de Estado del Perú republicano; y a Carlos de Montúfar, prócer de la independencia de Ecuador. Otro que participó inicialmente en ese conflicto fue el futuro primer presidente del Perú, José de la Riva-Agüero.
Abascal: marqués de la concordia española del Perú

(Virrey José Fernando de Abasca (1804-1807). Artista: Pedro Díaz)
Durante el gobierno del virrey José Fernando de Abascal y Sousa, quien gobernó entre junio de 1806 y julio de 1816, el Virreinato del Perú fue una potencia militar en la región. A los pocos años de ser nombrado virrey, se produjo la invasión napoleónica de España y el inicio del proceso emancipador en América.
Entre 1800 y 1804, Abascal había ejercido el cargo de intendente (gobernador) de la Intendencia de Guadalajara, en el Virreinato de Nueva España (actual México). En 1804 fue nombrado virrey del Río de la Plata, sin embargo, su embarcación fue apresada por una fragata inglesa (Gran Bretaña estaba en guerra con España) que lo condujo como prisionero a Lisboa, lo cual impidió que asumiera el cargo. La liberación de Abascal coincidió con su nombramiento como virrey del Perú. La corona española logró que Portugal aceptase conducir a Abascal al Perú en un barco de guerra a cambio del permiso para comerciar con el puerto del Callao.
Abascal reformó el Real Ejército del Perú en 1809 y puso al mando al brigadier arequipeño José Manuel de Goyeneche, quien había desempeñado importantes cargos en España y quien sería uno de los principales militares realistas durante este periodo.

(José Manuel de Goyeneche y Barreda (siglo XIX). Autor: Federico de Madrazo y Kuntz)
Bajo Abascal, el Virreinato del Perú se convirtió en el principal centro de resistencia contra la independencia en América del Sur. Como hemos mencionado en el subtítulo anterior, desde el Perú se organizaron expediciones militares que intervinieron en los actuales Argentina, Chile y Ecuador. El poder de Abascal en el Virreinato del Perú hizo que se diga: “cuando no había rey en España, Abascal, lo era en América”.
Otro hecho relevante de este periodo fue la promulgación de la Constitución de Cádiz de 1812, cuando el legítimo rey español Fernando VII se encontraba secuestrado en Francia por Napoleón. Abascal, en obediencia de las autoridades provisionales de España durante la ocupación francesa, juró esta constitución en Lima el 2 de octubre de aquel año. En 1814, Fernando VII retornó al poder tras la expulsión de los franceses. Una de sus primeras medidas fue derogar la Constitución de Cádiz, ocasionando división entre los partidarios del absolutismo y los partidarios del régimen de monarquía constitucional que establecía esta Carta. Esto sería luego relevante para la independencia del Perú como puedes conocer en nuestros informes sobre la Batalla de Junín y la Batalla de Ayacucho:
Batalla de Ayacucho: la consolidación de la independencia de la Sudamérica española
Veamos ahora las principales intervenciones del Ejército Real del Perú durante el gobierno de este virrey.
El Virreinato del Perú como potencia realista: intervenciones en otras partes de Sudamérica
Intervención en el Alto Perú, Virreinato de Río de la Plata:
En el año 1776, el Alto Perú, esto es, la actual Bolivia, territorio que había pertenecido al Virreinato del Perú, pasó a formar parte del Virreinato del Río de la Plata, entidad de gobierno creada aquel año. Este nuevo virreinato comprendía a las actuales Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia y parte del sur de Brasil y del norte de Chile.
El 25 de mayo de 1809, estalló el llamado “primer grito libertario de América”, con una revolución en la Intendencia de Chuquisaca (actual ciudad boliviana de Sucre) que se extendió en julio de ese año a la Intendencia de La Paz. Esta rebelión tuvo entre sus principales líderes a Bernardo de Monteagudo, personaje que años después llegó al Perú con San Martín.

(Foto de la copia restaurada del verdadero retrato de Bernardo de Monteagudo. Autor: V.S. Noroña)
Ante estos hechos, el virrey de Río de la Plata, Baltazar Hidalgo de Cisneros, quien había asumido el cargo ese mismo julio, envió tropas. El virrey del Perú, saliendo de su jurisdicción, también envió una fuerza conformada por milicias organizadas en la sierra sur bajo el mando de José Manuel de Goyeneche. Estas rebeliones fueron sofocadas por los realistas de ambos virreinatos a fines de 1809.

(Baltazar Hidalgo Cisneros, Virrey de Río de la Plata (julio de 1809-mayo de 1810))
Guerra contra las Provincias Unidas del Río de la Plata:
En 1810, se produjo la Revolución de Mayo en el Virreinato del Río de la Plata. Mediante esta revolución, se destituyó al virrey Baltazar Hidalgo de Cisneros y se estableció una junta de gobierno independiente del Consejo de Regencia que gobernaba en España en ausencia del rey Fernando VII (secuestrado por Napoleón). Tras esto, se creó las Provincias Unidas del Río de la Plata, nuevo Estado que aparentó gobernar en nombre de Fernando VII hasta 1816, cuando proclamaron oficialmente la independencia de España.

(Revolución de Mayo (1910), óleo de Francisco Fortuny)
Ante el proceso de independencia de los territorios del Río de la Plata, el Alto Perú se mantuvo realista. Por este motivo, en julio de 1810, Abascal incorporó nuevamente este territorio al Virreinato del Perú.
En ese contexto, el gobierno independentista del Río de la Plata intentó independizar al Alto Perú mediante las llamadas Expediciones Auxiliadoras al Alto Perú. Se trató de cuatro campañas militares en las que los independentistas de Río de la Plata fueron repelidos por fuerzas realistas posicionadas en el Alto Perú. Uno de los episodios más destacados de estas campañas fue la victoria de Goyeneche sobre los independentistas en la batalla de Guaqui, o Desaguadero, del 20 junio de 1811. Por esta victoria, el rey Fernando VII le otorgó a Goyeneche el título de Conde de Guaqui en 1817. En el marco de este enfrentamiento, los realistas peruanos incluso contraatacaron a las Provincias Unidas del Río de la Plata desde el Alto Perú.
Bajo el mando del brigadier arequipeño Pío Tristán (quien años después fue el último virrey del Perú), las fuerzas realistas del Perú penetraron en territorio de Río de la Plata, pero fueron derrotadas en en las batallas de Tucumán (setiembre de 1812) y Salta (enero de 1813).

(Pío Tristán, último virrey del Perú. Fuente: Wikimedia Commons)
Las fuerzas vencedoras de las Provincias Unidas del Río de la Plata estuvieron bajo el mando de Manuel Belgrano, quien curiosamente mantenía amistad con Tristán, ya que habían sido compañeros de estudios en Salamanca. De acuerdo con las memorias del mariscal español Jerónimo Valdés, cuando las fuerzas de Río de la Plata invadían el Alto Perú nunca obtenían victorias relevantes. Del mismo modo, dijo sobre las tropas realistas del Virreinato del Perú que no habían obtenido “más que desastres y derrotas cuantas veces han invadido, antes de 1818, el territorio de Salta y el del Tucumán.”

(Retrato de Manuel Belgrano (1815). Autor: Casimir Carbonnier)
Las graves derrotas realistas en Tucumán y Salta ocasionaron la renuncia del comandante del Ejército Real del Perú, José Manuel Goyeneche (primo de Tristán), quien, poco después, abandonó al Perú y se retiró a España. Fue reemplazado brevemente por Tristán y luego por Joaquín de la Pezuela, quien en 1816 reemplazó a Abascal como virrey.

(Batalla de Tucumán. Autor: Francisco Fortuny)
Intervención en la Capitanía General de Chile, territorio autónomo a los virreinatos:
En el caso de la Capitanía General de Chile, entidad creada en 1541 y autónoma del Virreinato del Perú desde 1798, el proceso de independencia también comenzó en 1810. En setiembre de aquel año, se estableció una Junta de Gobierno que dio inicio al periodo posteriormente denominado la Patria Vieja (1810-1814). Este primer régimen independentista de Chile fue derrotado en el año 1814 en la Batalla de Rancagua (al sur de Santiago) por fuerzas realistas salidas del Callao.

(Batalla de Rancagua (1820). Autor: Giulio Nanetti)
Intervención en la Intendencia de Quito, Virreinato de Nueva Granada:
Otro caso fue el de Quito, provincia que perteneció al Virreinato del Perú hasta la creación del Virreinato de Nueva Granada en 1717. Este virreinato, conformado por los actuales Colombia, Venezuela, Ecuador, Panamá y Guyana, fue suspendido en 1723 (es decir, dejó de ser un virreinato), pero restituido en 1739. La capital de este virreinato estaba en Santafé de Bogotá (hoy solo Bogotá).
El 10 de agosto de 1809, una revolución derrocó al presidente de la Real Audiencia de Quito (entidad político-administrativa del lugar) y estableció en esta provincia la Primera Junta de Gobierno Autónoma de Quito. Este episodio constituyó el inicio del proceso de independencia del actual Ecuador. Sin embargo, ante el envío de tropas por parte de los virreyes del Perú y Nueva Granada, esta junta tuvo que disolverse y devolver el poder al presidente de la Real Audiencia de Quito a finales de octubre de ese año.
A pesar del fracaso de la Primera Junta de Quito, al año siguiente estalló otra revolución. Así, en setiembre de 1810, se formó la Segunda Junta de Gobierno de Quito, que se disolvió para dar paso al Estado de Quito. Este nuevo Estado independiente existió desde la promulgación de la Constitución quiteña de 1812 hasta la derrota independentista en la batalla de Ibarra, en diciembre de ese mismo año. Como explica el historiador de la Universidad de Essex, Brian R. Hamnett, el Virreinato del Perú se encontraba en una posición político-militar tan favorable en ese entonces que Abascal consiguió anexar Quito para el Perú.

(Coronel Carlos de Montúfar, uno de los principales líderes de la Segunda Junta de Quito. Fuente: Wikimedia Commons)
Como podemos ver, durante el gobierno de Abascal, el Virreinato del Perú se mantuvo luchando con relativo éxito contra las fuerzas independentistas de la región e incluso expandió su territorio. Por el éxito en las campañas militares organizadas bajo su virreinato, la corona otorgó a Abascal el título de Marqués de la Concordia Española del Perú. El historiador Heraclio Bonilla describe de este modo el gobierno de Abascal:
“Una estabilidad política conseguida por el consenso, por el apoyo económico de instituciones como el Consulado de Lima, y por el incremento del ejército, que pasó de 1.500 a 8.000 soldados entre 1809 y 1813, además de 40 mil milicianos y de una fuerza naval respetable, le permitió no sólo derrotar a los insurgentes de Quito y de Charcas en memorables hechos de armas como Guaqui (20 de junio de 1811), Sipe Sipe (12 de agosto de 1811), (…) Rancagua (octubre de 1814), sino también expandir el espacio del virreinato con la anexión de Quito, Charcas, y Chile.»
Por su parte, el historiador peruano José de la Riva-Agüero señala que:
“El ejemplo que en 1809 dieron Quito, La Paz y Chuquisaca, fue seguido en 1810 por todas las secciones de la América Española, con excepción del Bajo Perú. Por doquiera aparecieron juntas que asumieron el gobierno de los virreinatos y las capitanías. Ha sido cuestión muy discutida la de averiguar por qué el Bajo Perú permaneció ajeno a las conmociones del año 10 y se hizo el centro de resistencia de los realistas.”
Las sublevaciones en el Perú
El virrey Fernando de Abascal también tuvo que sofocar sublevaciones en el interior del Virreinato del Perú. La más importante fue la Rebelión del Cusco de 1814. Esta rebelión fue encabezada por los hermanos apurimeños José, Vicente y Mariano Angulo; el anciano brigadier y cacique noble cuzqueño Mateo García Pumacahua, quien era veterano de las campañas que sofocaron la Rebelión de Túpac Amaru II (1780-1783), entre otras; el iqueño Juan Manuel Pinelo; y el rioplatense Manuel Hurtado de Mendoza. A estos, se agregan personajes como los poetas arequipeños Mariano Melgar y José María Sánchez-Corbacho y Abril, los clérigos Ildefonso de las Muñecas, José Pérez y Armendáriz, José Gabriel Béjar y Juan Angulo (hermano de los líderes), y oficiales y soldados que habían sido parte de las fuerzas realistas derrotadas en la batalla de Salta, las cuales habían sido liberadas bajo la promesa de no volver a enfrentar a las Provincias Unidas de Río de la Plata.
La historiadora peruana Scarlett O´Phelan, profesora de la Pontificia Universidad Católica del Perú, señala que la Constitución de Cádiz descolocó a Pumacahua en su estatus “de cacique”, “de señor natural”, “y de su función básica que es tributo, mita y comunidad indígena”, viendo en la formación de la Junta del Cuzco “una alternativa de mantenerse en el poder.” De acuerdo con esta historiadora, los hermanos Angulo le dijeron a Pumacahua “que Fernando VII había muerto”, lo cual no era cierto, “y que por lo tanto ha llegado el momento de gobernar, y de gobernar de una manera en que Pumacahua lo interpreta que tiene que defender sus derechos”.
Los rebeldes establecieron una Junta de Gobierno en la ciudad del Cuzco y dividieron en tres sus fuerzas: la primera, comandada por Juan Manuel Pinelo, tomó Alto Perú (Puno y La Paz); la segunda, comandada por Mateo Pumacahua, ocupó Arequipa; y la tercera, comandada por Hurtado de Mendoza, Mariano Angulo y Gabriel Béjar, ocupó Huamanga (Ayacucho).
Con respecto a la Junta de Gobierno del Cusco, O’Phelan señala que los Angulo remitieron una carta al virrey informándo de la rebelión y solicitando una suerte de “aval” o “permiso” para llevarla a cabo, lo cual fue rechazado por Abascal, quien envió fuerzas a reprimir la sublevación. O´Phelan agrega que el hecho de pedirle “permiso” al virrey muestra que los movimientos insurgentes de este periodo aún no estaban claros en una “ruptura” con España. La sublevación fue finalmente derrotada en la batalla de Umachiri (Puno), tras la cual se ejecutó a sus principales líderes. El 25 de enero de 1815, las fuerzas realistas ocuparon la ciudad del Cusco poniendo fin a la revolución.
Otras rebeliones acontecidas en el Perú fueron las de Tacna de 1811 y 1813, y la de Huánuco de 1812. La primera insurrección de Tacna es considerada el primer grito de independencia del Perú, y fue encabezada por Francisco Antonio de Zela, quien, estando en comunicación con los independentistas de las Provincias Unidas del Río de la Plata, buscó conectar su insurrección con la Primera Expedición Auxiliadora al Alto Perú. Sin embargo, Zela se sublevó desconociendo que los rioplatenses ya habían sido derrotados por Goyeneche en la batalla de Guaqui, y poco después fue detenido. Este prócer de la independencia fallecería preso en Panamá en 1819.

(Francisco Antonio de Zela. Fuente: Wikimedia Commons)
En cuanto a la segunda insurrección de Tacna, esta fue encabezada por el militar francés Enrique Paillardelli, quien residía en el Perú desde joven y se rebeló en coordinación con la Segunda Expedición Auxiliadora al Alto Perú. Esta insurrección también fracasó, pero Paillardelli pudo escapar a las Provincias Unidas de Río de la Plata, donde se unió al ejército de dicho país. Moriría fusilado en 1815, en el contexto de la guerra civil entre federales y unitarios de Río de la Plata, tema que escapa a este informe.
Finalmente, el 22 de febrero de 1812 estalló la llamada Rebelión de Huánuco, que fue liderada por el comerciante criollo Juan José Crespo y Castillo. Esta rebelión fue derrotada en la batalla de Puente de Ambo, de marzo de ese año, tras la cual Crespo y Castillo fue fusilado. De acuerdo con la historiadora peruana Marissa Bazán Díaz, se discute “si esta fue una rebelión en sí, una revolución, un movimiento autonomista, el anhelo por el retorno incaico o de Habsburgo, o si fue una extensión del movimiento rioplatense.”
Como hemos podido apreciar, en el interior del Virreinato del Perú también se produjeron intentos revolucionarios o autonomistas en el contexto de la emancipación americana. Al respecto, el historiador José de la Riva-Agüero señala que:
“Es, pues, inexacto decir que el virreinato del Perú, no cooperó a la revolución de la independencia, porque las citadas sublevaciones de Castillo y Pumacahua desmienten el aserto. Ni siquiera es exacto afirmar que toda la costa permaneció fiel a Abascal, porque las tentativas de Zela y Pallardeli en Tacna prueban que el espíritu insurgente se había propagado en las provincias del litoral, si bien éstas, por la facilidad de sus comunicaciones con Lima, se hallaban para la insurrección en condiciones mucho más desfavorables que las de la sierra.”
En el siguiente informe, veremos el virreinato de Joaquín de la Pezuela y el inicio del fin del Virreinato del Perú.