El “Expreso Cabanino” y la matanza de Soras: una de las peores masacres de Sendero Luminoso

por 8 Sep, 2021

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Familiares de víctimas de la masacre de Soras junto a los cajones de sus seres queridos. Foto: Facebook del Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social

El 16 de julio de 1984, con el secuestro de un bus de la empresa Cabanino por parte de una columna de senderistas, se dio inicio a uno de los peores episodios del terrorismo en el Perú. En el siguiente informe, conocerás cómo los terroristas de Sendero Luminoso asesinaron a civiles inocentes mientras iban parando en diferentes centros poblados del departamento de Ayacucho.

Resumen
  • El distrito de Soras pertenece a la provincia ayacuchana de Sucre. Su capital es el pueblo de Soras.
  • En noviembre de 1983, una columna de senderistas asesinó a tres dirigentes de Soras, calificándolos de “soplones”.
  • En julio de 1984, unos 40 senderistas disfrazados de policías y soldados secuestraron un bus de la empresa Cabanino.
  • Tras asesinar a los pasajeros del Cabanino, los senderistas emprendieron una ruta en la que fueron matando pobladores de distintas comunidades.
  • El Cabanino recorrió Sontohocha, Pallca-Chalapuquio, Badopampa, Sayropampa, Doce Corrales, Yanama, Palachapampa y, finalmente, llegó al pueblo de Soras.
  • Los senderistas fueron comandados por Víctor Quispe Palomino, alias “camarada José”.
  • La Comisión de Derechos Humanos (COMISEDH) señala que 109 personas fueron asesinadas en todos estas zonas en un solo día. La Fiscalía peruana calcula el número de víctimas en 117.
  • Víctor Quispe Palomino se encuentra en libertad comandando un remanente de Sendero Luminoso en el VRAEM.
Antecedentes

El 17 de mayo de 1980, en el pueblo ayacuchano de Chuschi, la organización terrorista Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso dio comienzo a su “guerra popular”. En dicho lugar, los senderistas incendiaron las ánforas y padrones electorales que se usarían al día siguiente, en las elecciones generales con las que el Perú retornaba a la democracia tras los 12 años de dictadura militar.

Los senderistas se habían preparado para tomar el Estado peruano por medio de la violencia desde la década de los 70, inicialmente desde las aulas de la Universidad San Cristóbal de Huamanga, ubicada en la capital de Ayacucho.

(Fachada de la Universidad San Cristóbal de Huamanga. Foto: Andina)

Un año antes de la masacre de Soras, el 3 de abril de 1983, Sendero Luminoso ya había cometido una de sus matanzas más cruentas, asesinando a 69 personas en el distrito ayacuchano de Santiago de Lucanamarca a hachazos, machetazos y balazos. Puedes conocer más al respecto en nuestro informe sobre el tema:

ENTÉRATE DE MÁS: La masacre de Lucanamarca: el día que Sendero Luminoso asesinó a 69 peruanos

(Conmemoración de la Matanza de Soras. Foto: Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social)

La Comisión de Derechos Humanos (COMISEDH) es el principal organismo no gubernamental que ha investigado y dado a conocer la masacre de Soras. Con respecto a la Comisión de la Verdad y Reconciliación (2001-2003), si bien recogió y registró hechos y testimonios del episodio Soras, no profundizó tanto como la COMISEDH en el caso que veremos a continuación.

El escenario

El distrito de Soras se encuentra en la provincia de Sucre, departamento de Ayacucho, en la sierra sur del Perú. Su capital es el pueblo homónimo de Soras.

Aunque la masacre de Soras recibe su nombre por el distrito y el pueblo homónimos, lo cierto es que esta se cometió a lo largo de todo un día e involucró también a comunidades de la vecina provincia de Lucanas. Como veremos más adelante, la masacre de Soras inició en el paraje Sontococha, perteneciente justamente a Lucanas.

La presencia de Sendero Luminoso en Ayacucho y su llegada a Soras

De acuerdo con la Comisión de Derechos Humanos (COMISEDH), inicialmente el discurso político de Sendero Luminoso tuvo cierta aceptación entre los campesinos ayacuchanos, en parte debido a la pobreza, desigualdad y escasa presencia del Estado.

Sin embargo, Sendero Luminoso gradualmente fue replicando en las comunidades donde tenía presencia el sistema político existente en las dictaduras comunistas que tomaba de referencia: un orden social totalitario, en el que se restringía diversas libertades a los comuneros. Así, por ejemplo, los senderistas prohibieron el libre comercio de tierras y ganado y el tránsito y desplazamiento de los campesinos a otras tierras, sobre todo a la costa. De acuerdo con la COMISEDH:

“Los pobladores pronto se vieron afectados por las nuevas reglas de convivencia social impuestas por los senderistas. Así, las restricciones, vejámenes, la falta de libertades, la seria afectación de sus actividades económicas y la absurda muerte de muchos comuneros, fueron entre otros, algunos de los factores que estuvieron detrás de la organización de los campesinos contra el PCP-Sendero Luminoso”.

(2019. Conmemoración de la masacre de Soras. Foto: Comisedh)

La opresión de Sendero Luminoso consistió en la imposición de nuevas reglas de control y convivencia social que fue generando un clima de creciente oposición entre los comuneros. 

En el caso específico del distrito de Soras, la Comisión de la Verdad y la Reconciliación señala que los senderistas llegaron en 1982, cuando comenzaron a realizar un trabajo de adoctrinamiento de los escolares. En esta etapa inicial, los pobladores tenían una actitud ambivalente. Algunos incluso proporcionaron alimentos y alojamiento a las columnas senderistas que pasaban por la zona. No obstante, al igual que en otras comunidades ayacuchanas, los abusos de Sendero Luminoso llevaron a una oposición cada vez mayor. De hecho, las autoridades de Soras no dudaron en hacer manifestaciones públicas de rechazo contra los senderistas debido a las condiciones que les imponían.

Esto hizo que Sendero Luminoso, como organización terrorista, reaccionara en consecuencia con su ideología, cometiendo crímenes contra los soreños que se oponían a su presencia.

(Víctimas de la masacre de Lucanamarca. Foto: Yuyanapaq)

1983: primera represalia en Soras

Alrededor de las 4 de la madrugada del 26 de noviembre de 1983, una columna de terroristas comandada por Víctor Quispe Palomino, alias “camarada José”, incursionó en el pueblo de Soras. Los senderistas irrumpieron en las viviendas de tres dirigentes del pueblo y los sacaron a la fuerza acusándolos de “soplones”. Las víctimas seleccionadas fueron encerradas en el local del Consejo Municipal. Lo que les esperaba era un “juicio popular”. De acuerdo con la Comisión de Derechos Humanos o COMISEDH:

“A las 10:30 de la mañana, los senderistas convocaron a la población a la Plaza de Armas de Soras, para presenciar el juicio popular contra los soplones. Antes habían saqueado las viviendas de las víctimas. Convocada la población, los senderistas iniciaron el juicio popular en contra de las víctimas a quienes acusaron de soplones, inclusive les llegaron a colocar unos carteles en los que se leía ‘así mueren los soplones’.”

(Los hermanos Fortunato y Filomeno Nieto, asesinados el 9 de setiembre de 1992 por presuntos senderistas. Sendero Luminoso solía utilizar carteles con la frase «así mueren los soplones» como parte de sus actos terroristas. Foto: Revista Caretas)

Los senderistas obligaron a arrodillarse a sus prisioneros y, luego, ante el pueblo aterrado e impotente, los ejecutaron de “certeros balazos en la cabeza”. Al respecto, la COMISEDH agrega que a una de estas víctimas, de nombre Juan Miranda Gutiérrez, “le cortaron el cuello”, pero que “la herida no fue de necesidad mortal y sobrevivió, falleciendo años después por otras causas”. Por otra parte, en un testimonio recogido por la CVR, Lidia Jáuregui, habitante de Soras, cuyo esposo fue asesinado, señaló: “Era una venganza porque siempre venían a decirnos que nos uniéramos a ellos, pero nunca les hicimos caso.»

Reacción de la comunidad

De acuerdo con la CVR, días después del crimen acudió a la zona un destacamento de sinchis, es decir, de la unidad de la policía especializada en la lucha contrainsurgente. Los sinchis se enfrentaron a los terroristas el 8 de diciembre de ese año, logrando dar muerte a uno de ellos. La escalada de violencia llevó a que el pueblo de Soras organizara rondas y presionara a las comunidades vecinas de Larcay, Paucaray y Paic para que también se organizaran contra Sendero Luminoso. Al respecto, la COMISEDH señala que:

“A fines de 1983, 25 comunidades campesinas de la cuenca del río Chicha -pertenecientes a las provincias de Sucre y Lucanas- formaron una alianza para luchar contra el senderismo”.

(San Pedro de Larcay. Foto: Municipalidad Distrital de San Pedro de Larcay)

Así, las autoridades de los pueblos de Soras, Larcay, Matarca, Atihuara, Paucaray, Paico, Sihue y Llancca suscribieron un pacto de alianza contra los terroristas que atacaban sus comunidades, estableciendo que cada 15 días llevarían a cabo actividades de control dentro de sus respectivas jurisdicciones. De este modo, surgieron las primeras rondas campesinas destinadas a luchar contra el terrorismo.

En el marco de todas estas actividades de prevención y defensa, las fuerzas del orden repelieron la incursión de unos 70 senderistas que llegaron a la plaza de armas en marzo de 1984. Tras este frustrado intento de ataque, se dejó instrucciones a los soreños de mantener sus medidas de defensa a través de las rondas. Sin embargo, como veremos a continuación, Sendero Luminoso tomó represalias.

(Póster del grupo terrorista Sendero Luminoso)

El expreso de la muerte

El lunes 16 de julio de 1984, una columna de 40 senderistas comandados por Víctor Quispe Palomino, alias “camarada José”, llevó a cabo una de las peores masacres terrorista de la historia del Perú. Los subversivos se disfrazaron de policías y militares y secuestraron en Sontococha un bus de la Empresa de Transportes Expreso Cabanino S.A. (ETECSA), conocido entre los pobladores como el Cabanino.

(Expreso Cabanino rumbo a Lima atravesando el puente Huasapampa. Foto: ishuanos.blogspot.com)

De acuerdo con el Instituto de Democracia y Derechos Humanos de la Pontificia Universidad Católica del Perú, la ruta seguida por los senderistas fue la siguiente: Sontococha, Pallca-Chalapuquio, Badopampa, Sayropampa, Doce Corrales, Yanama, Palachapampa y, finalmente, el pueblo de Soras. En cada una de estas paradas, los terroristas asesinaron pobladores “con piedras, picos y armas de fuego”.

Lo que veremos a continuación son los asesinatos y crímenes que cometieron los senderistas a lo largo de esta ruta.

Sontococha y Paija

La COMISEDH señala que en el mismo Sontococha, lugar donde secuestraron el bus, los terroristas asesinaron a 22 pasajeros varones.

De acuerdo con Jesús de la Cruz, sobreviviente de Soras, dentro del Cabanino los senderistas preguntaron quiénes eran soreños, para después, tras llegar a Paija, bajarlos y llevarlos atrás de una piedra, donde los torturaron y asesinaron a pedradas. En palabras de la Cruz, en Paija “mataron gente campesina”. La COMISEDH señala lo siguiente:

“Tras apoderarse del bus y asesinar a los pasajeros, los senderistas continuaron con la ruta habitual de la empresa de transportes, pasando por las localidades de Challapuquio, Badopampa, Doce Corral, Chaupihuasi y Tranca. En cada parada, los subversivos fueron asesinando a diferentes personas, cuyos nombres estaban en una lista, hasta llegar a Soras.”

Doce Corral

La CVR señala que los senderistas llegaron hacia las 3:00 pm a Doce Corral, donde asesinaron con picos, martillos y piedras a comerciantes provenientes de Sicuani (Cuzco), quienes se desplazaban allí “por temporadas para la compra-venta de lana de alpaca”.

(Comerciantes cuzqueños de Sicuani. Foto: «Los muertos de Ayacucho. Violencia y sitios de entierro clandestino«, Comisión de Derechos Humanos)

Los testimonios de la matanza en Doce Corral son dramáticos y grafican de manera elocuente la aplicación del terror por parte de los senderistas. Del hermano de Esteban Sinsaya, uno de los comerciantes asesinados, solo se pudo rescatar un chullo (gorro de lana) ensangrentado.

Irene Arunaca y Valentina Aguilar, sobrevivientes cusqueñas de la matanza, señalan en testimonios recogidos por la CVR que los terroristas las encerraron y amarraron en Doce Corral debido a que tenían sus hijos cargados a sus espaldas, pero que lograron desatarse y huir hacia las alturas de la montaña. Al respecto, Arunaca narra: «Nos fuimos sin nada, sin manta, pisando las piedritas para no dejar huellas«.

(Irene Arunaca y su esposo Eusebio Mamani en su matrimonio. Foto: «Los muertos de Ayacucho. Violencia y sitios de entierro clandestino«, Comisión de Derechos Humanos)

De acuerdo con ambas sobrevivientes, el Bus volvió de Tranca (es decir, después de realizar la matanza en Soras) a la medianoche para ultimar a los posibles sobrevivientes.

Otra sobreviviente de Doble Corral, Hilda Condori, fue golpeada con una comba en la cabeza y desde entonces tiene secuelas. En su testimonio a la CVR, esta víctima ha declarado que desde ese día «en su cabeza suena como río a veces”.

(Irene Arunaca Aguilar, sobreviviente de Doce Corral. Foto: «Los muertos de Ayacucho. Violencia y sitios de entierro clandestino«, Comisión de Derechos Humanos)

(Leonardo Sinsaya Colque poblador de Sicuani junto a su esposa. Fue asesinado en Doce Corral. Foto: «Los muertos de Ayacucho. Violencia y sitios de entierro clandestino«, Comisión de Derechos Humanos)

Chaupihuasi

Tras masacrar civiles en Doble Corral, el Cabanino continuó su ruta deteniéndose en los lugares señalados y masacrando a decenas de pobladores, quienes inicialmente confiaban en los senderistas debido a los uniformes de militares y policías con los que se habían disfrazado.

Veamos algunos testimonios de testigos de Chaupihuasi recogidos en el documental «Cabanino: el Expreso de la Muerte”. Godofredo Santária Ortíz, de 6 años aquella fecha, recuerda que jugaba al frente de la casa que su padre estaba construyendo, la cual “estaba ya para techar”, y que cuando escuchó el sonido del ómnibus se alegró porque “aquí así nomás no se ven los carros pasar, yo como niño podía jugar”.

Por su parte, Teresa Ortíz Paucará, otra sobreviviente del ataque senderista, describe el encuentro con los terroristas con estas palabras:

Los subversivos ordenaron a los civiles formar filas, una de hombres y otra de mujeres. Luego, los hicieron echarse boca abajo, tras lo cual les anunciaron: “aquí ustedes van a morir”, “acá van a morir, como perros miserables, ustedes van a morir acá todos”. De acuerdo con Godofredo Santária Ortíz, testigo directo de los acontecimientos:

Entonces, los senderistas empezaron a golpear y matar a los civiles desarmados. Algunos se desangraban y se atoraban con su propia sangre. De acuerdo con Godofredo Santária Ortiz, había nevado y la sangre manchaba la nieve blanca.

El pueblo de Soras

Llegados al paraje de Tranca, los senderistas abandonaron el ómnibus y se dirigieron caminando a su principal objetivo: el pueblo de Soras. La llegada de los terroristas fue a una hora en que las mujeres, los ancianos y los niños ya se encontraban en sus casas descansando. Veamos el testimonio de Ilia Marilú Gutierrez Chalco, recogido en el documental “Cabanino: el Expreso de la Muerte”. Esta sobreviviente vivía “arriba, al lado de la carretera”. Para ella, quien era muy jóven entonces, esperar el Cabanino “era una cosa emocionante”, porque llegaba solamente una vez a la semana entre las 8 y 9 de la noche. En su testimonio, Marilú Gutierrez señala lo siguiente:

Los terroristas, que fueron vistos acercarse por las luces de sus linternas, llegaron a la plaza de armas de Soras a las 8 p.m. Esa noche, los que estaban de ronda, como era lo habitual en esos años, salieron al encuentro de quienes llegaban. Los recién llegados mintieron a los ronderos anunciándoles que eran fuerzas del orden que llegaban para ayudarlos contra el terrorismo. No solo esto, los terroristas preguntaron quiénes eran las autoridades allí. Sin embargo, de acuerdo con Abraham de la Cruz, sobreviviente de Soras:

Alrededor de las 8:30 o 9:00 de la noche, se escuchó en el pueblo una explosión. Abraham de la Cruz narra que salió de su casa tras aquel sonido y vio a la gente desesperada gritando. Allí encontró al señor Celestino Masco, uno de los líderes por entonces, a quien preguntó qué sucedía, obteniendo la siguiente respuesta: “dicen que nuestros enemigos han venido y han matado a todos nuestros hermanos en el consejo».

¿Qué había sucedido? De acuerdo con la COMISEDH, los senderistas habían atado y asesinado a 18 varones del pueblo, tras lo cual escribieron con sangre en la pared del municipio: “Así mueren los soplones”.

Víctimas y hechos posteriores a la masacre

Sendero Luminoso asesinó a más de un centenar de civiles aquel 16 de julio de 1984. De acuerdo con la CVR, la columna senderista inició:

“‘arrasamiento’ en la zona, dirigiéndose primero hacia Chaupihuasi, donde asesinarían a 40 personas, luego continuarían hacia Doce Corral donde asesinarían a 30 personas más, terminando en Soras, donde asesinarían a otras 18 personas. Más de 100 muertos serían, según los declarantes (…)”.

La COMISEDH, que ha profundizado en la investigación del caso, señala en el documental “Cabanino: el Expreso de la Muerte” que existen 106 víctimas en 34 sitios de entierro, tratándose de “la más grande masacre senderista investigada hasta hoy”. Asimismo, este organismo de derechos humanos señala en su página web que “109 personas, varones y mujeres, fueron asesinadas en un solo día”. La Fiscalía peruana, por su parte, señala que en total son 117 víctimas de la masacre de Soras.

(Santuario que recuerda en Soras a las víctimas de la matanza de Sendero Luminoso. Foto: Andina)

Marilú Gutiérrez, sobreviviente de Soras, señala que se levantó a las cinco de la mañana del día siguiente, salió de su casa y vio cadáveres siendo cargados en ponchos, niños y madres llorando y, en la plaza, muertos tirados en el suelo. Su testimonio es dramático:

Por su parte, Teresa Ortíz Paucará, sobreviviente de Chaupihuasi, cuenta entre lágrimas lo siguiente:

Poco después de la masacre, los comuneros de Chaupihuasi lograron capturar a cuatro terroristas. De acuerdo con la CVR, estos terroristas fueron entregados a los sinchis, quienes los ejecutaron extrajudicialmente. La CVR señala que, como reacción a los asesinatos perpetrados por Sendero Luminoso, los comuneros de Soras, San Pedro de Larcay y Paico, organizaron una fuerza de aproximadamente unas 500 personas entre hombres y mujeres armados de forma precaria. Esta fuerza emprendió una contraofensiva no muy exitosa en los alrededores de Soras, que llegó “hasta Querobamba y Chipao”.

(Sobrevivientes de la Matanza de Soras, aún esperan justicia. Foto: «Los muertos de Ayacucho. Violencia y sitios de entierro clandestino«, Comisión de Derechos Humanos)

Finalmente, en setiembre de 1984, a solicitud de los pobladores de Soras y los pueblos vecinos, el gobierno instaló una base militar en Soras. Lamentablemente, según la CVR, la voluntad de organizarse contra Sendero Luminoso de parte de muchas comunidades “algunas veces se vio frenada por la actuación represiva indiscriminada de las fuerzas del orden”. Por ejemplo, a fines de 1986, fuerzas del orden destacadas en Soras, comandadas por un tal “capitán Cobra”, cometieron abusos. Debido a los constantes reclamos de los pobladores, principalmente por robo de ganado, “capitán Cobra” fue destituido.

(Rezo frente a los cajones de las víctimas de Soras. Foto: Ministerio de Justicia y Derechos Humanos)

Los responsables de la masacre

De acuerdo con la COMISEDH, en diciembre del año 2012, la Fiscalía Penal Supraprovincial de Ayacucho denunció a la cúpula de Sendero Luminoso como autores mediatos (indirectos) y a Víctor Quispe Palomino, alias “camarada José”, como autor directo y ejecutor, por el delito de asesinato con gran crueldad. Años después, el 18 de marzo del 2018, la Segunda Fiscalía Superior Penal Nacional presentó la acusación fiscal y solicitó 35 años de condena para la cúpula de Sendero Luminoso. El 11 de setiembre del 2021, el líder terrorista, Abimael Guzmán, falleció en prisión sin haber sido condenado por el caso Soras.

(De izquierda a derecha. Segunda fila: Angélica Salas, Osmán Morote y Martha Huatay. Primera fila: Elena Yparraguirre, Abimael Guzmán y María Pantoja. Foto: Andina)

Actualmente, Víctor Quispe Palomino se encuentra en libertad comandando un remanente de Sendero Luminoso en el VRAEM, esto es, el valle ubicado entre los ríos Apurímac, Ene y Mantaro, que atraviesa tanto el departamento de Ayacucho como el de Cusco.

(Víctor Quispe Palomino. Foto: DEA)

Equipo de Investigación

Área de investigación de Enterarse.com

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