
En diciembre de 1937, el Ejército Imperial del Japón conquistó la capital china de Nankín. Este hecho sería seguido del asesinato sistemático de civiles y prisioneros de guerra, violaciones de miles de mujeres, saqueos y, con todo ello, de la destrucción de la ciudad. A continuación, te contaremos cómo se produjo uno de los episodios más atroces del siglo XX.
Resumen
- En julio de 1937 estalló la Segunda Guerra Sino-Japonesa.
- La batalla de Shanghái, ocurrida entre agosto y noviembre de aquel año, fue el preludio de la Matanza de Nankín.
- El ejército japonés que atacó Nankín fue el llamado Ejército del Área de China Central, conformado por unos 200 mil soldados.
- El comandante del Ejército del Área de China Central fue Iwane Matsui.
- El príncipe japonés Ysuhiko Asaka (1887-1981), tío del emperador, comandó el ataque a Nankín debido a que Matsui enfermó.
- Al capturar Nankín, los japoneses masacraron sistemáticamente a civiles y prisioneros de guerra.
- Las fuentes hablan de entre 100 mil y 450 mil personas asesinadas por los japoneses, además de unas 20 mil mujeres violadas.
- La comunidad internacional creó una zona de seguridad para refugiar a la población civil.
- John Rabe, empresario alemán y militante nazi, presidió el Comité Internacional para la Zona de Seguridad de Nankín.
- El reverendo John Magee, presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja de Nankín, filmó y fotografió a las víctimas del ataque.
- Tras la guerra, el príncipe Asaka gozó de inmunidad por pertenecer a la familia imperial.
- El general Matsui fue condenado por la Masacre de Nankín y fusilado en 1948.
Contexto
En 1912, tras la caída del Imperio Chino, se proclamó la República de China, Estado que se consolidó en 1928, después de años de guerra civil. El Kuomintang, o Partido Nacionalista Chino, liderado por el general Chiang Kai-shek, gobernaba la República de China, teniendo de capital a la ciudad amurallada de Nankín. Desde 1927, año en que el Kuomintang tomó Nankín, el país vivió el periodo actualmente conocido como la Década de Nankín. Se trató de una época marcada por la guerra entre el Kuomintang y el Partido Comunista Chino, y la beligerante política expansionista del Imperio del Japón.

(Al sur, las ciudades de Nankín y Shanghái; al norte, las ciudades de Pekín y Tianjin. Fuente: Google Maps)
Desde fines del siglo XIX, el Imperio del Japón había arrebatado diversos territorios a China y se encontraba presto a expandirse aún más por el país. Veamos, en 1895, tras la Guerra Sino-Japonesa, Japón anexó la isla de Taiwán y el archipiélago de Pescadores; en 1905, tras la Guerra Ruso-Japonesa, Japón arrebató la concesión que Rusia tenía en Kwantung, al sur de la península de Liaodong; en 1919, tras la Primera Guerra Mundial, Japón obtuvo mediante el Tratado de Versalles el enclave que Alemania había tenido en Tsingtao, en la península de Shandong. En 1931, ya durante la Década de Nankín, Japón invadió la rica región china de Manchuria, estableciendo allí el Estado títere de Manchukuo, y en 1933, extendieron las fronteras de este nuevo país a costa del territorio chino, estableciendo en 1936, otro Estado títere, Mengkukuo, en la región china de Mongolia Interior.

(Emperador Hirohito en 1954. Foto: Reuters)
Para 1937, gobernaba en Japón el Emperador Hirohito junto a su primer ministro Fumimaro Konoe, quien había asumido el cargo en junio de ese año. Con estos dos hombres a la cabeza, el Imperio de Japón entraría en la Segunda Guerra Sino-Japonesa (1937-1945), conflicto que en 1941 se conectaría con la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).
Segunda Guerra Sino-Japonesa
El 7 de julio de 1937, se produjo el llamado Incidente del Puente de Marco Polo, a unos 15 kilómetros a las afueras de Beiping (actual Pekín o Beijing), en donde tropas del Imperio del Japón se enfrentaron a soldados de la República de China. Este incidente marcó el inicio de una guerra a gran escala que fue denominada como la Segunda Guerra Sino-Japonesa (1937-1945).

(Vista aérea del Puente Marco Polo tomada por tropas japonesas. Fotografía: Shina Jihen Kinen Shashin-cho)
Para fines de ese mismo mes, Japón ya había logrado ocupar las ciudades de Beiping, Qingdao, Hankow y Tianjin, así como importantes vías ferroviarias y puertos. En este incontenible avance, Japón decidió tomar la ciudad portuaria de Shanghái y, desde allí, continuar y capturar la capital de China: Nankín.
(Tropas japonesas ingresando a Pekín)
La Segunda Guerra Sino-Japonesa fue una guerra de agresión, es decir, un ataque militar no provocado del Imperio del Japón contra la República de China. El Diccionario de Derecho Internacional de los Conflictos Armados de Pietro Verri define este crimen contra la paz como “empleo de la fuerza armada por un Estado contra la soberanía, la independencia o la integridad territorial de otro Estado”.
En esta guerra, Japón vulneró sistemáticamente normas internacionales de derechos humanos, como las Convenciones de Ginebra, esto es, una serie de convenios que regulan cuestiones como el trato a los prisioneros de guerra y a la población civil del país enemigo. De acuerdo con el Museo Nacional de la Segunda Guerra Mundial de Nueva Orleans, “Japón firmó pero nunca adoptó las Convenciones, maltratando intencionalmente a los prisioneros durante la guerra”.
Shanghái: el preludio
En noviembre de 1937 cayó la ciudad portuaria de Shanghái, en una batalla que sería conocida como el “Stalingrado del Yangtze”. El Yangtzé es uno de los ríos más importantes de China y el más largo de Asia. Este río pasa por Nankín y desemboca en el mar a orillas de Shanghái.

(Desembarco japonés en Shanghái. Fuente:Wikimedia Commons)
En los tres meses que duró la batalla de Shanghái, murieron unos 200 mil soldados de ambos lados. Este fue el preludio de la Masacre de Nankín. De acuerdo con el historiador especializado en la Segunda Guerra Mundial, Walter Zapotoczny Jr., tras la caída de Shanghái:
“(…) los líderes y planificadores militares japoneses volvieron sus ojos hacia la capital china, Nanking, con el objetivo de vengarse. (…) Los soldados japoneses, nerviosos por los intensos combates en Shanghai y las pérdidas de sus propios hombres, estaban listos para una salida de la presión que se había acumulado dentro de ellos. La marcha del ejército japonés a Nanking creó múltiples factores que hicieron que las posteriores atrocidades en Nanking fueran muy probables.”

(Soldados chinos atrincherados en Shanghái. Fuente: Wikimedia Commons)
La fuerza japonesa que venció en esta batalla fue el Ejército Expedicionario de Shanghái. Esta fuerza fue combinada con el Décimo Ejército del Japón, creándose el Ejército del Área de China Central, que tuvo como objetivo atacar Nankín.
La Batalla de Nankín
Desde 1927, el Kuomintang había establecido la capital de la República de China en Nankín. Sin embargo, siglos atrás, durante la dinastía Ming, que gobernó entre 1368 y 1644, Nankín había sido la capital del Imperio, tiempo en que la ciudad fue amurallada. El periodo actualmente conocido como “la década de Nankin” acabaría dramáticamente en 1937, año en que el Ejército Imperial Japonés capturó la ciudad y masacró a su población.
Al estallar la Segunda Guerra Sino-Japonesa, la población de Nankín era de aproximadamente un millón de personas. Sin embargo, ante el imparable avance japonés, gran parte de la población se retiró, quedando en la ciudad unas 500 mil personas que no pudieron evacuar. La captura de la ciudad portuaria de Shanghái abrió el camino hacia Nankín. La distancia entre ambas ciudades es de tan solo 63 kilómetros.

(Nankín, el río Yangtzé y Shanghái. Fuente: Google Maps)
Para la defensa de Nankín, los chinos contaban con unos 100 mil soldados bajo el mando del general Tang Shengzi (1889-1970). Buena parte de esta fuerza consistía en soldado heridos que sobrevivieron a la batalla de Shanghái.
Al frente de las fuerzas de Tang Shengzi había cuatro divisiones japonesas del Ejército del Área de China Central, conformado por unos 200 mil soldados bajo el mando del general Iwane Matsui (1978-1948).

(Iwane Matsui. Fuente: Wikimdia Commons)
Desde el 11 de noviembre de 1937, las fuerzas japonesas comenzaron a avanzar sobre Nankín. El gobierno chino reaccionó trasladando sus instituciones públicas a Chongqing, a más de 1,620 kilómetros al oeste siguiendo el Yangtzé. Chongqing se convirtió luego en la nueva capital de la República de China. Esto marcó el fin de la Década de Nankín (1927-1937).

(Distancia entre Nankín y Chongqing. Fuente: Google Maps)
La línea defensiva Wufu, ubicada entre Nankín y Shanghái, fue rebasada por los japoneses el 19 de noviembre. El 22 de noviembre, el Ejército del Área de China Central de Japón solicitó oficialmente a Tokio el permiso para atacar Nankín.
El 26 de noviembre, los japoneses avanzaron aún más al sobrepasar la línea defensiva de Xicheng. El 1 de diciembre de 1937, finalmente, se ordenó al Ejército del Área de China Central de Japón tomar Nankín. Días antes, el general Iwane Matsui había enfermado de malaria, por lo que gradualmente el mando fue siendo asumido por el príncipe Ysuhiko Asaka (1887-1981), tío del emperador. Finalmente, el 2 de diciembre, el general Matsui entregó formalmente el mando al príncipe Asaka. Bob Tadashi Wakabayashi, profesor emérito de historia de la Universidad de York, Toronto, señala:
“(…) durante casi diez días en diciembre, Matsui estuvo postrado en cama y, como resultado, tuvo poco o nada que decir sobre cómo fue el ataque real en Nanjing, así como poca responsabilidad por la conducta de las tropas japonesas después de la caída”.
El 7 de diciembre, el general Chiang Kai-shek abandonó Nankín en avión, dejando la administración de la ciudad en manos de un Comité Internacional presidido por el empresario alemán y miembro del Partido Nazi John Rabe (1882-1950).

(Príncipe Asaka en 1940, tres años después de la matanza. Fuente:Wikimedia Commons)
La retirada de las fuerzas chinas y la entrada de los japoneses era inminente. Así, los chinos emprendieron una política de tierra arrasada, incendiando aldeas cercanas y destruyendo infraestructura para evitar que cayeran en manos de los japoneses.
Por la mañana del 9 de diciembre, los japoneses llegaron a las afueras de la ciudad y exigieron su rendición en un plazo de 24 horas. El general Tang Shengzi se negó públicamente a rendir Nankín, pero a la vez pidió en privado a la comunidad internacional que negociará una tregua. Chiang Kai-shek se opuso a que se negociara con los japoneses la rendición de la ciudad. Al día siguiente, los japoneses bombardearon la ciudad.
El 12 de diciembre, tras casi cuatro días de bombardeos continuos, se ordenó la retirada de las fuerzas chinas. Durante la noche, Tang Shengzi se retiró de la ciudad en una lancha. De acuerdo con Bob Wakabayashi, tras la retirada del general Tang, los soldados chinos que quedaron en Nankín “perdieron toda voluntad de resistir”.
El caos, sin embargo, se había apoderado de la ciudad varias horas antes, cuando se vieron hordas de soldados y civiles, atrapados dentro de las murallas, dirigiéndose de un lado a otro en busca de un escape.
Al medio día del día 12, un gran número de personas había intentado escapar por la Puerta de Yijiang, una de las salidas de Nankín, sin embargo, la encontraron cerrada. Al respecto, Benjamin Lai, historiador británico de origen chino especializado en el tema, señala que una multitud incontrolable -y presumiblemente aterrorizada- pronto se formó en la Puerta de Yijiang, la cual estaba custodiada por un batallón que tenía la orden de no dejar pasar a nadie. Este batallón disparó contra la multitud matando a “innumerables personas”. Muchos murieron aplastados y pisoteados por la muchedumbre, incluyéndose el coronel Xie Chengrui, cuyo cadáver fue encontrado más tarde “con todos los huesos rotos”.
En Nankín, miles de tropas chinas se rindieron ante los japoneses o abandonaron sus armas y uniformes con el fin de confundirse con la población civil. Esto, no obstante, no los salvó de ser masacrados. Así, por ejemplo, en una de las varias ejecuciones de soldados rendidos, más de 14 mil prisioneros de guerra fueron «eliminados» por la Décimo Tercera División japonesa. Como veremos, este tipo de acciones fueron sistemáticas contra civiles y soldados rendidos.
Ocupación y matanza de nankin
El 13 de diciembre de 1937, aproximadamente 100 mil soldados del Imperio del Japón entraron en Nankín. Para la noche de aquella fecha, la capital china fue declarada capturada. El accionar de los japoneses se basó en los “Tres Todos”: ¡Mátenlos a todos! ¡Quemar todo! ¡Saquear todo!

(Un bebé asesinado durante la masacre. Foto: Bernhard Arp Sindberg)
A partir de aquel día, los soldados japoneses cometieron asesinatos en masa contra miles de civiles y militares rendidos. Por su parte, la marina japonesa disparó contra los grupos de seres humanos que intentaban escapar atravesando el río Yangtze. En palabras del teniente Sawada Masahisa, tan sólo al día siguiente, los japoneses ejecutaron “entre 8 mil y 10 mil prisioneros de guerra capturados en la puerta de Xianho”. De acuerdo con una nota en el diario del oficial japonés Kesago Nakajima escrita el 13 de diciembre:
“La política general es: “¡No acepten presos!” Así que terminamos encargándonos de muchos de ellos (…) venían en hordas, en unidades de miles o de cinco mil; así que ni siquiera pudimos desarmarlos… Más tarde escuché que la Unidad Sasaki por sí sola se deshizo de unos 1.500. Un comandante de compañía que custodiaba la Puerta de Taiping se ocupó de otros 1,300. Otros 7 mil u 8 mil agrupados en la Puerta de Hsienho todavía se están rindiendo. Necesitamos una zanja realmente enorme para manejar esos 7 mil u 8 mil, pero no podemos encontrar una, por lo que alguien sugirió este plan: “Divídalos en grupos de 100 a 200, y luego llévenlos a un lugar adecuado para terminar.”

(Soldados japoneses dirigiéndose hacia una de las puertas de la muralla de Nankín. Fuente: China Incident Photograph Album Volume 2)
Con respecto al asesinato de civiles que intentaban escapar atravesando el río Yangtzé, veamos lo que escribió el cabo Tanaka Saburo de la 2ª Compañía del 65ª Regimiento. Este describió la masacre perpetrada por su unidad el 17 de diciembre del siguiente modo:
“Dijimos que los transportaríamos temporalmente a la isla en el centro [del Yangtze], (…) [Pero] después de que los botes arrancaron, les disparamos desde todos los lados a la vez para acabar con ellos. Desesperados, se subieron uno al otro tratando de evadir nuestro fuego. (…) y luego repite el proceso nuevamente. (…)»

(Decapitación de prisionero en Nankín. Fuente: «The Shame Album»)
Continuando con el relato del cabo Tanaka Saburo:
“Los matamos uno tras otro desde la noche hasta el amanecer del día siguiente. Echamos aceite sobre los cadáveres y los quemamos. Usamos ramas de sauce [bifurcadas] como ganchos para arrastrar los cadáveres al río uno por uno, donde los arrojamos río abajo. Nuestra propia unidad se hizo cargo de 13.500 cadáveres, pero otros hombres decían que el total ascendería a más de 70.000 si se sumaban los asesinatos de todas las unidades. Era una vista totalmente inconcebible, inimaginable.”

(Cuerpos cerca del puente Xiaguan de Nanking. Foto: Moriyasu Murase)
Durante las siguientes seis semanas, el Ejército Imperial del Japón masacró a centenares de miles de seres humanos, entre prisioneros de guerra y civiles. De acuerdo con la Enciclopedia Británica, los japoneses asesinaron entre 100 mil y 300 mil personas en Nankín. Otras fuentes mencionan, 250 mil, 350 mil, 430 mil o 450 mil víctimas. En todo caso, el Tribunal Penal Militar Internacional para el Lejano Oriente, también conocido como el Tribunal de Tokio, que juzgó a los criminales de guerra japoneses, estimó que en Nankín y alrededores fueron asesinados más de 200 mil seres humanos.
Según el Tribunal, «que estas estimaciones no son exageradas es confirmado por el hecho de que las funerarias y otras organizaciones contaron más de 155 mil cuerpos que tuvieron que enterrar. Estas estimaciones no toman en cuenta a aquellas personas cuyos cuerpos fueron quemados o arrojados al río Yangtze o dispuestos por los japoneses de alguna otra manera».

(Soldado japonés clavando su bayoneta en prisionero chino. Foto: The Associated Press)
Para hacernos una idea de lo sistemático de la matanza, veamos lo que el soldado Kondo Eishiro, del Décimo Noveno Regimiento de Artillería de Montaña de la Octava Compañía, escribió en su diario personal.
“(…) hoy se decidió que mataríamos a tiros a 7.000, (…), en las orillas del Yangtze. (…). Cualquiera que lograra sobrevivir, lo apuñalamos o acuchillamos hasta la muerte con bayoneta y espada. Bañados por los brillantes rayos de la luna de mediados de diciembre que se cernía sobre las colinas cercanas, los gritos de muerte agonizantes de los prisioneros eran indescriptiblemente horribles. (…) Habiendo presenciado una escena que nunca se olvidará en nuestras vidas, regresamos alrededor de las 9:30.”

(Víctimas de la Matanza de Nankín. Álbum de fotos de Ito Kanao)
Otro testimonio bastante gráfico es el del cabo de artillería Meguro Fukuji, quien anotó el 16 de diciembre en su diario personal:
«A las 4:00 p.m. matamos a tiros a 7.000 prisioneros (…). El acantilado del Yangtze pareció una montaña de cadáveres durante un tiempo. Eso fue realmente un espectáculo espantoso.”
Las ejecuciones descritas por Fukuji continúan el día 17 de diciembre, fecha en la que anotó:
«Salimos de nuestro campamento a las 9:00 a.m. para participar en las grandes ceremonias (…). A las 5:00 p.m., fuimos a asumir una misión para ejecutar a unas 13.000 tropas enemigas. Durante 2 días, la Unidad Yamada ejecutó a cerca de 20.000 prisioneros.»


(Prisioneros chinos a punto de ser enterrados vivos. Foto: A Faithful Record of Atrocity of Japanese Troops)
Según Fukuji, el 18 de diciembre fue un día “ventoso y lluvioso”, con “las montañas cubiertas con la blancura de la primera nevada de la temporada”, en el que se ejecutó a las 5 de la tarde a unos 13 mil prisioneros a las afueras de la ciudad. Y al día siguiente, entre las 6 de la mañana y la 1 del día, se arrojó a las aguas del Yangtzé a unos 10 mil de los ejecutados el día anterior.
A continuación, un repaso de algunas de las principales matanzas perpetradas en Nankín elaborado por World War II Data Base:

El 7 de febrero de 1938, en un discurso para conmemorar a los caídos en la batalla, Iwane Matsui ordenó poner fin a las atrocidades que “afectaba el prestigio” de su ejército. Según consigna el profesor asociado de la Universidad de Hong Kong, Masato Kajimoto, el mismo día Matsui anotó en su diario:
«Hoy solo pude sentir tristeza y responsabilidad, lo que ha estado traspasándome el corazón de manera abrumadora. Esto se debe a la mala conducta del Ejército después de la caída de Nanjing [Nankín] y al fracaso en proceder con el gobierno autónomo y otros planes políticos».

(Víctimas a largo del río Yangtzé. Foto: Moriyasu Murase)
Violaciones
Durante la Masacre de Nankín, más de 20 mil mujeres fueron violadas, individualmente o en grupo, por soldados del Ejército Imperial del Japón. De acuerdo con Iris Chang (1968-2004), periodista, historiadora y autora de “La violación de Nankín. El holocausto olvidado de la Segunda Guerra Mundial” (1997):
“Si el trato de los japoneses a las ancianas fue terrible, su trato a los niños pequeños era impensable. Las niñas pequeñas fueron violadas tan brutalmente que algunas no pudieron caminar durante semanas. Muchas requirieron cirugía; otras murieron. Testigos chinos vieron a japoneses violar a niñas menores de diez años en las calles y luego cortarlas por la mitad con la espada. En algunos casos, los japoneses abrieron en rodajas las vaginas de las niñas preadolescentes para violarlas de manera más efectiva.”
Según testimonios de extranjeros occidentales presentes en Nankín, tan solo durante la noche del 17 de diciembre: “mil mujeres y niñas fueron violadas, unas 100 niñas solo en Ginling Girls College”.
Los japoneses llevaron a cabo recepciones y eventos mediáticos tanto en Nankín como en Shanghái con el fin de desviar la atención y negar sus atrocidades. Así, a mediados de febrero, durante un concierto organizado por los militares japoneses en Shanghái, un diplomático alemán fue testigo del siguiente crimen:
“La casa de la madre de una niña de 11 años que se negó a entregarla para que sea violada por los soldados fue incendiada con esta mujer adentro”.

(Miembros de una familia china asesinada. Foto: John Magee)
Competencia con espada
Durante la matanza, el diario japonés Japan Advertiser publicó dos artículos (7 y 14 de diciembre de 1937) sobre la competencia entre los subtenientes Toshiaki Mukai e Iwao Noda para ver quién mataba primero 100 chinos con su espada.

(Los oficiales Tsuyoshi Noda y Toshiaki Mukai posando para un medio japonés. Foto: Tokyo Nichinichi Shimbun)
Mukai asesinó a 106 y Noda a otros 105 hombres, sin embargo, como no supieron quién alcanzó primero las 100 víctimas, aumentaron el número a 150. De acuerdo con las declaraciones del propio Mukai al Japan Advertiser, aunque dañó su espada al cortar a un chino por la mitad “con casco y todo”, el concurso fue “divertido” y fue bueno que tanto él como Noda superaran los 100 sin saber quién lo había logrado antes.
Tsuyoshi Noda y Toshiaki Mukai fueron condenados y ejecutados por estos actos tras la derrota del Japón en la Segunda Guerra Mundial.

(Joven chino antes de ser decapitado por un soldado japonés. Foto: Wikipedia)
Zona de Seguridad de Nankin
Ante la inminente caída de la ciudad, la reducida comunidad internacional estableció la llamada Zona de Seguridad de Nankín, un área que debía estar desmilitarizada y libre de incursiones del ejército invasor. Así, fueron creados el Comité Internacional para la Zona de Seguridad de Nankín, presidido por John Rabe (1882-1950), empresario alemán y líder del Partido Nazi en la ciudad, y el Comité Internacional de la Cruz Roja de Nankín, presidido por el misionero episcopal John Magee (1884-1953).

(Miembros del Comité Internacional de la Zona de Seguridad de Nankín. De izquierda a derecha: Ernest Forster, W. Plumer Mills, John Rabe, Lewis Smythe, (no reconocido) y George Fitch. Foto: web.library.yale.edu)
A los miembros de los dos comités, se sumaron muchos voluntarios chinos. En la Zona de Seguridad se albergó a unos 250 mil refugiados, a quienes se asistió con comida y atención médica.

(Refugiados en el campus de la Universidad de Nanking, que albergó a unos 10 mil en sus diversos edificios. Marzo de 1938. Foto: web.library.yale.edu)
A pesar de su militancia en el Partido Nazi, John Rabe, quien vivía en China desde 30 años antes, fue uno de los principales promotores de esta labor humanitaria. Por esto, Rabe posteriormente ha sido llamado el “Schindler de Nankín”, en alusión Oskar Schindler, el empresario austriaco y también miembro del Partido Nazi que salvó a cientos de judíos del Holocausto. Rabe incluso escribió al propio Hitler para informarle de las atrocidades del ejército japonés. Su diarios constituyen un importante testimonio de la matanza.

Por su parte, el reverendo John Magee filmó y fotografió mucho de lo acontecido en esos días, consiguiendo dar una difusión mucho más gráfica de lo acontecido en Nankín. En este link puedes ver un video con algunas de las filmaciones de Magee.

(John Magee. Foto: Special Collections, Yale Divinity School Library)
Otro protagonista de los hechos fue el doctor Robert Wilson (1904-1967), hijo de misioneros estadounidenses nacido en Nankín. Luego de graduarse como médico en Harvard, Wilson volvió a China y trabajaba en el Hospital de la Universidad de Nankín cuando se produjo la matanza. Wilson envió a Estados Unidos a su familia y permaneció en Nankín afirmando que “los chinos eran su pueblo”. Durante la matanza, atendió pacientes durante 20 horas diarias, tratando en la sala de emergencias a mujeres “con el estómago desgarrado” y a “hombres carbonizados” y “horriblemente desfigurados”. Wilson acabó como uno de los médicos a cargo del Hospital de la Universidad de Nankín.

Minnie Vautrin Diary (1886-1941), misionera y miembro del Comité de la Cruz Roja, también tuvo una actividad incansable durante la matanza, consiguiendo salvar muchas vidas. Sus cartas son otro testimonio del drama vivido en Nankín. Años después, en 1941, se suicidó en Estados Unidos traumatizada por su experiencia.
El reverendo James M. McCallum (1893-1961) fue otro miembro del Comité de la Cruz Roja que trabajó intensamente ayudando a personas como chofer de hospital durante la Matanza.

Responsables
Tras la derrota del Japón en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) y en la Segunda Guerra Sino-Japonesa (1937-1945), los principales responsables de la agresión nipona fueron juzgados y condenados en el Tribunal Penal Militar Internacional para el Lejano Oriente, también conocido como el Tribunal de Tokio.

(Tribunal de Tokio. Foto: United States Army Signals Corps)
Al margen del Tribunal de Tokio, se establecieron más tribunales en los distintos países que habían sido invadidos por Japón. Así, para el caso de la Masacre de Nankín se estableció el Tribunal para los Crímenes de Guerra de Nankín, a fin de procesar a los principales responsables de este episodio: el general Iwane Matsui y el príncipe Yasuhiko Asaka. Los demás responsables de peso habían fallecido durante la guerra.

(Matsui y Asaka pasando revista a las tropas tras la toma de Nankín. Foto: China Incident Photo Album)
El príncipe Asaka, quien fue el que estuvo al mando durante la matanza debido a que el general Matsui enfermó, no fue juzgado, ya que la familia imperial obtuvo inmunidad tras la guerra. La inmunidad de la familia imperial no se debió a cuestiones legales, sino a motivos políticos. Al respecto, Richard B. Frank, historiador militar internacional experto en la Segunda Guerra Mundial, señala que:
“(…) se consideró que la continuidad de Hirohito como emperador era esencial para obtener la rendición de Japón y asegurar el cumplimiento de esa rendición por parte de las fuerzas armadas japonesas. Él podría estabilizar aún más el Japón de la posguerra y legitimar a los funcionarios japoneses que trabajan con Estados Unidos. También advirtieron que deponer al emperador podría amargar al público japonés y abrir el camino más tarde a un régimen revanchista.”
Con base en lo anterior, los términos de la capitulación del Japón establecieron que se exonerara de responsabilidad a toda de la familia imperial. Gracias a esto, el príncipe Asaka evadió la justicia. Tiempo después, se convirtió al catolicismo, y se dedicó al golf durante el resto de su vida, llegando a ser uno de los principales promotores de este deporte en Japón. En 1981, más de 43 años después de la Masacre de Nankín, Asaka murió por causas naturales a los 93 años.
El destino del general Matsui fue totalmente distinto. Se le juzgó por la matanza por ser el comandante en jefe de las fuerzas japonesas que tomaron Nankín. Matsui fue condenado a muerte por “incumplimiento del deber” y no “evitar infracciones a las leyes de guerra” al permitir la matanza. Fue fusilado en 1948.