Por: Enterarse
Equipo de investigación
El 16 de septiembre de 1810, Miguel Hidalgo, más conocido como el cura Hidalgo, dio un discurso revolucionario en el poblado de Dolores, Guanajuato. Este episodio, conocido como el Grito de Dolores, fue el comienzo de una revolución armada contra el poder virreinal que dio inicio al proceso de independencia de México. A continuación, te explicaremos el contexto de esta revolución, quién fue Miguel Hidalgo y cómo acabó su campaña.
- Los españoles se rebelaron contra la ocupación francesa y formaron juntas de gobierno.
- El virrey de Nueva España (virreinato que comprendía a México) fue depuesto por colaborar con los criollos que buscaban la autonomía de España.
- En 1810, Ignacio Allende, el cura Hidalgo, Juan Aldama, Mariano Abasolo, Miguel Domínguez, Josefa Ortiz, y otros, organizaron la Conspiración de Querétaro contra el régimen virreinal.
- El 16 de septiembre de 1810, el cura Hidalgo dio inicio a la Guerra de Independencia Mexicana con el Grito de Dolores.
- En mayo de 1811, después de algunas campañas militares, Hidalgo y los principales líderes insurgentes fueron capturados.
- Allende, Aldama y Jiménez, otro importante líder del movimiento, fueron fusilados en junio de 1811, mientras que Miguel Hidalgo fue fusilado en julio de ese año.
- La independencia de México se consolidó recién 10 años después: en septiembre de 1821.
(Virreinato de Nueva España - Wikipedia)
En mayo de 1808, ocurrieron dos sucesos trascendentales: el inicio de la Guerra de Independencia Española, tras el alzamiento del pueblo madrileño contra el dominio francés; y las Abdicaciones de Bayona. En este último evento, el rey español Carlos IV y su hijo, Fernando VII, fueron forzados por Napoleón a renunciar a la corona (abdicar). Tanto el rey como su hijo eran miembros de la Casa Borbón, una dinastía que gobernaba España desde el año 1700. Esta dinastía tenía su origen en la Casa Borbón de Francia, que había estado en el poder hasta 1792, cuando el rey francés Luis XVI fue hecho prisionero en el contexto de la Revolución Francesa y decapitado al año siguiente. Ahora bien, tras obligar a renunciar al trono a Carlos IV y a Fernando VII, Napoleón impuso a su hermano José Bonaparte como rey de España.
Estos acontecimientos ocasionaron una gigantesca crisis política en toda España, que en aquellos tiempos abarcaba tanto la España peninsular como los virreinatos de Nueva España, Nueva Granada, el Perú, Río de la Plata, y las distintas capitanías generales, esto es, entidades administrativas a veces autónomas y a veces dependientes de los virreinatos.
En lugar de reconocer la autoridad de José Bonaparte, muchos españoles y americanos se rebelaron, desconociéndolo como jefe de Estado. Así, en todo el imperio español, se establecieron juntas de gobierno que no obedecieron a José Bonaparte. De acuerdo con María Victoria Crespo, doctora en sociología y estudios históricos por la New School for Social Research de Nueva York y profesora de historia de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, las juntas de gobierno fueron órganos de gobierno provisionales, es decir, temporales, que, debido a la usurpación del trono por parte de Napoleón, asumieron la soberanía. Efectivamente, estos organismos políticos autónomos fueron establecidos por la población ante la abdicación y secuestro de los reyes españoles y la invasión napoleónica.
En España, las juntas se unificaron en una Junta Central, luego sustituida por el llamado Consejo de Regencia, con sede en Cádiz (sur de España). El caso de las juntas americanas fue distinto, pues desconocieron cualquier autoridad que no fuera la del rey español, por lo cual no solamente desconocieron a José Bonaparte, sino también rechazaron la obediencia a la Junta Central de España. Los promotores de estas juntas argumentaban que, por ausencia del monarca, tenían derecho de autogobierno.
La Real Audiencia de México estaba dominada por españoles peninsulares. Esta institución estaba concebida como un tribunal superior de justicia y, en determinadas circunstancias, realizaba funciones administrativas, como sustituir al virrey y prestarle asesoría. La Real Audiencia de México resolvió que las renuncias de Carlos IV y Fernando VII eran nulas y que había que obedecer a las autoridades que luchaban contra los franceses en España.
Por su parte, el Ayuntamiento o Cabildo de Ciudad de México estaba dominado por criollos, es decir, descendientes de españoles nacidos en América. En este órgano, conformado por autoridades como el alcalde y los regidores, personajes como el regidor Francisco de Azcárate comenzaron a proponer medidas que dieran autonomía al virreinato.
De acuerdo con Gaspar Hernández Ranulfo, historiador del Museo Nacional de las Intervenciones (México), había dos facciones entre los que buscaban autonomía: los promotores de que se organizara una junta local y autónoma, conformada por representantes del pueblo; y los partidarios de que el virrey se declarase rey de la colonia. En el primer bando, destacaban el regidor Francisco Azcárate, el síndico del Ayuntamiento de México, es decir, el representante de dicha institución, Francisco Primo de Verdad, y el fraile peruano Melchor de Talamantes, gran teórico de la independencia mexicana. Este bando postulaba que, al no haber monarca, la soberanía había retornado al pueblo, representado por el ayuntamiento. En el segundo bando estaba el propio virrey José de Iturrigaray y su entorno cercano.
El 19 de julio de 1808, el Cabildo propuso al virrey gobernar Nueva España en representación del reino hasta que el rey y sus sucesores se liberaran del dominio francés. Asimismo, se publicó la Representación del Ayuntamiento de México, documento redactado por el regidor Francisco Azcárate, en el que se señaló que la nación adoptó a la dinastía Borbón, que la monarquía española había sido fundada por la nación misma, y que esta monarquía no podía alterarse por una abdicación involuntaria.
(José de Iturrigaray - Fuente: Wikipedia)
De este modo, señala el documento que, por ausencia o impedimento del rey, reside la soberanía representada en todo el reino, y las clases que lo forman, quienes tienen que conservarla para devolverla al rey o a su legítimo sucesor. De acuerdo con Miguel Ángel Fernandez Delgado, doctor en historia por el Colegio de México, este documento, que presentaba influencia de autores de la Ilustración Francesa, fue el primer texto en postular la idea de que el pueblo volvía a asumir la soberanía ante la ausencia del rey preso por Napoleón.
El 20 de agosto, el virrey Iturrigaray comunicó a las autoridades españolas de la península que asumía la soberanía del virreinato y prometió auxiliar a la metrópoli. El 1 de septiembre, una junta general, presidida por Iturrigaray, votó para que no se reconozca ni obedezca a ninguna de las juntas establecidas en España. Los oidores, que eran funcionarios de la corona que tenían entre sus cargos la administración de justicia, rechazaron lo anterior, señalando que el Ayuntamiento no estaba facultado para representar a toda Nueva España y que el juramento del virrey era contrario a los marcos de referencia legal conocidos.
Durante la madrugada del 16 de septiembre, un grupo de realistas armados ingresó por la fuerza al palacio del virrey y lo apresó junto a su familia por apoyar abiertamente al Cabildo. Aquella madrugada, también fueron detenidos Azcárate y Primo de Verdad, que eran tal y tal. Hecho esto, los oidores designaron como virrey al anciano mariscal Pedro de Garibay y enviaron a Iturrigaray preso a España.
Como veremos a continuación, esto fue solo el inicio del periodo de turbulencia política en el que surgió la figura de uno de los principales personajes de la historia mexicana: Miguel Hidalgo y Costilla, también conocido por su sobrenombre, el cura Hidalgo.
(Guanajuato en México - Fuente: Wikipedia)
Miguel Hidalgo y su hermano Joaquín estudiaron en la ciudad de Valladolid, actual Michoacán. Allí, se formaron en el Colegio de San Xavier de la Compañía de Jesús, hasta la expulsión de esta orden religiosa de todo territorio español en 1767. Luego, ingresaron al Colegio de San Nicolás, donde Miguel se graduó en 1770 como bachiller en letras. En esta institución, en la que lo apodaban el Zorro por su brillantez, Miguel Hidalgo también se licenció como teólogo y filósofo en 1773 y fue ordenado como sacerdote en 1778. Se dedicó a la docencia en esta escuela y ocupó varios cargos hasta alcanzar el rectorado en 1790. Hidalgo llegó a dominar el español, el francés, el italiano y varias lenguas autóctonas.
(Miguel Hidalgo - Fuente: Wikipedia)
En septiembre de 1804, falleció su hermano Joaquín, quien era sacerdote de Dolores, pueblo también ubicado en Guanajuato. Miguel lo reemplazó en aquella parroquia, donde se dedicó a tratar de mejorar la condición de los indios y mestizos, promoviendo talleres, artesanías, cultivos, colmenas, elaboración de vinos, a fin de obtener ingresos para este sector de la población. Esto lo hizo popular entre quienes, años después, conformaron el grueso de su ejército.
En Dolores, estrechó su relación con la familia Allende, que eran de la ciudad de San Miguel el Grande, y a quienes frecuentaba desde que fue sacerdote de la parroquia San Felipe. Así, fue padrino de una hija de Domingo Allende y congenió con su hermano, el capitán Ignacio Allende, con quien compartió la afición por las corridas de toros. Asimismo, Miguel Hidalgo e Ignacio Allende trabaron amistad con Miguel Domínguez, corregidor de Querétaro, y con su esposa Josefa Ortiz, apodada la corregidora.
Estas personas, futuros héroes de la independencia de México, fueron quienes lo convocaron para la llamada Conspiración de Querétaro. De acuerdo con Antonio Gutierrez Escuredo, investigador titular del Consejo Superior Investigaciones Científicas con destino en la Escuela de Estudios Hispano-Americanos (Sevilla), los criollos conspiradores de Querétaro convocaron a Hidalgo debido a su conocida influencia sobre los indios y mestizos, es decir, sobre aquellos que en principio debían componer el grueso del ejército insurrecto. A continuación, veamos este episodio con más detalle.
(Ignacio Allende - Fuente: Wikipedia)
En 1810, Ignacio Allende, Juan Aldama, Mariano Abasolo, Joaquín Arias, Francisco Lanzagorta y otros, se organizaron en Querétaro con la idea de derrocar al régimen virreinal. La principal cabeza de los conspiradores, y quien convocó a Miguel Hidalgo a participar, Ignacio Allende.
(Querétaro en México. Fuente: Wikipedia)
Los conspiradores usaron como punto de reunión la casa de Miguel Domínguez y su esposa, doña Josefa Ortíz, en donde simularon un club de literatura. De acuerdo con el historiador Carlos Herrejón Peredo:
Todos compartían el resentimiento criollo por el incrementado avasallamiento que habían significado varias reformas borbónicas y por el progresivo despojo de riqueza y capitales novohispanos destinados a financiar compromisos de España en las guerras napoleónicas.
Para entender esto, es preciso recordar que a inicios del siglo XVIII, la dinastía Borbón accedió al trono español y emprendió una serie de cambios administrativos conocidos como las Reformas Borbónicas. Estas reformas incluyeron, entre otras cosas, la creación de nuevos virreinatos y capitanías generales, la apertura de puertos y una mayor centralización del poder real que afectó a ciertas élites criollas.
Otra traición provino de Mariano Galván, quien fungía de secretario en las reuniones de los conspiradores. Este denunció el movimiento ante el secretario de correos, Joaquín Quintana, quien avisó a su jefe, Andrés Mendívil, el administrador general de correos, quien a su vez dio aviso al oidor Aguirre. Este último funcionario, que continuó recibiendo más avisos, fue hasta Xalapa para informar personalmente al virrey Francisco Javier Venegas, quien acababa de llegar de España.
(Juan Aldama - Fuente: Wikipedia)
Mientras tanto, en Querétaro, el español Francisco Buera denunció la conspiración ante el juez eclesiástico Rafael Gil León, informándole que los hermanos Emeterio y Epigemio Gonzalez guardaban armas y municiones en su casa. Este sacerdote dio aviso al comandante Ignacio García Rebolledo y al corregidor Dominguez. Este último fingió ignorar la trama y, en cumplimiento de sus funciones, se vio obligado a arrestar a los hermanos González.
Asimismo, desconfiando de alguna imprudencia de su esposa, la encerró bajo llave, a fin evitar acciones que pudieran comprometerlos más con el movimiento. Sin embargo, el 14 de septiembre la corregidora logró avisar mediante una señal previamente convenida a Ignacio Pérez que la conspiración había sido descubierta. Veamos, Ignacio Pérez era alcaide de la cárcel de Querétaro, ubicada en la propia casa del corregidor, y mediante dar golpes en la pared la corregidora lo contactó y le dio aviso de la situación.
(Josefa Ortiz de Dominguez - Fuente: Wikipedia)
La corregidora también envió a su hijastra y al sacerdote José María Sánchez a dar aviso a Joaquín Arias, capitán del Regimiento de Celaya, quien estaba encargado de sublevarse en Querétaro. Sin embargo, el 15 de septiembre, al sospechar que todos habían sido descubiertos, Arias se entregó ante el alcalde Juan Ochoa y el sargento del Regimiento de Celaya José Alonso. Con el fin de salvarse, les entregó cartas de Allende y les informó de la conspiración, por lo que el corregidor Domínguez y su esposa fueron arrestados.
Ignacio Perez se dirigió al pueblo de San Miguel el Grande para avisar al líder de los conspiradores, Ignacio Allende, pero solo encontró a Juan Aldama. Entonces, Ignacio Pérez y Juan Aldama se dirigieron a Dolores para avisar al resto de los conjurados, entre los que se encontraban Allende y el cura Hidalgo discutiendo cómo proceder.
(Estatua ecuestre de Ignacio Pérez en Querétaro - Fuente: Wikipedia)
(Dolores en Guanajuato - Fuente: Wikipedia)
Ante el escenario de delación y pronta persecución, Miguel Hidalgo asumió la iniciativa, a pesar de que el líder del movimiento era Ignacio Allende. De este modo, Hidalgo propuso seguir adelante con los planes, es decir, iniciar de todos modos la revolución. Al respecto, Luis Villoro (1922-2014), filósofo, investigador y autor de diversos artículos y libros de historia, describe en El proceso ideológico de la revolución de independencia (1953) lo siguiente:
Mientras en torno a la mesa se calibran los móviles y razones para actuar, Miguel Hidalgo se aleja de sus compañeros, en silencio, sumergido en su interior soledad, se pasea por la estancia. De pronto, ante el asombro de todos, la deliberación se corta de tajo: Caballeros, somos perdidos, aquí no hay más recurso que ir a coger gachupines.
De acuerdo con el historiador Herrejón Peredo, la detención de gachupines, forma peyorativa para llamar a los españoles, no fue una estrategia inventada por Hidalgo en ese momento, sino que se trató de algo que ya estaba planeado, pero con el objetivo original de deportarlos a España.
Habiendo decidido tomar acción, durante la mañana del 16 de septiembre de 1810, Hidalgo mandó a tocar las campanas de su iglesia para convocar al pueblo y hacer la proclama que dio inicio al movimiento de independencia del actual México. Esta proclama fue conocida como el grito de dolores.
¿Qué es lo que Miguel Hidalgo dijo en Dolores? Carlos Herrejón Peredo señala que hay dos versiones sobre el llamado Grito de Dolores: una nacionalista y patriótica, en la que se señala que el procer mexicano gritó viva la independencia; y otra, más crítica y correspondiente a círculos académicos, en la que se dice que Hidalgo no gritó viva la independencia, sino viva Fernando VII y muera el mal gobierno.
Con relación a estas dos versiones, Herrejón Peredo nos recuerda el testimonio de otro prócer de la independencia mexicana, Juan Aldama, testigo presencial, quien señala que lo que dijo Hidalgo fue se acabó la opresión y se acabaron los tributos, exhortando a que el pueblo se le uniera para defender el reino y evitar que los españoles lo entregaran a los franceses. En tal testimonio no está el viva la independencia, ni viva Fernando VII, ni mueran los gachupines. Herrejón Peredo suma a esto el testimonio de Mariano Abasolo, quien no estuvo en el Grito de Dolores, pero sí en la reunión que Hidalgo tuvo después con los principales vecinos del pueblo, en donde el sacerdote explicó que la finalidad de su movimiento era quitarle el mando a los europeos para defenderlo de una posible entrega a los franceses. De acuerdo con lo anterior, Herrejón Peredo señala que las palabras de Hidalgo habrían sido las siguientes:
¡Hijos míos! ¡Únanse conmigo! ¡Ayúdenme a defender la patria! Los gachupines quieren entregarla a los impíos franceses. ¡Se acabó la opresión! ¡Se acabaron los tributos! Al que me siga a caballo le daré un peso, y a los de a pie, un tostón.
(Iglesia de Dolores en la actualidad - Fuente: Wikipedia)
¿Por qué Hidalgo no habría dicho viva la independencia en el Grito de Dolores? Según Herrejón Peredo, esto se debe a que no era estratégico, y que por ello Hidalgo:
(...) No dijo viva Fernando VII, pero tampoco dijo viva la independencia. (...) Hidalgo quería, pues, la independencia desde un principio, pero no lo manifestó (...) sino de manera gradual. (...) Y de manera implícita lo fue haciendo al no mencionar la figura del rey, ya que era de esperarse que en los bandos dijera en nombre del cautivo Fernando VII (...). Entonces Hidalgo de manera implícita, en la omisión, o en el rechazo del rey, ya estaba por la independencia absoluta.
A pesar de lo anterior, posteriormente comenzaron a circular proclamas de Hidalgo en las que se leía Viva Fernando VII, Viva la Virgen de Guadalupe, Viva la religión, Viva América y Mueran los gachupines. Con relación a ello, meses más tarde, durante el proceso en el que se le condenó tras ser capturado, Hidalgo manifestó que tales proclamas ni las mandó a hacer ni las prohibió, porque beneficiaban la adhesión a su causa.
Con relación a la supuesta invocación al nombre del rey Fernando VII, durante el proceso de emancipación en Hispanoamérica fue una bandera popular. Esto se debe, en el caso de los independentistas, a que inicialmente proclamaron autonomía de España bajo la excusa de que su rey, Fernando VII había sido apresado por los franceses. Es en base a ello que, en nombre de Fernando VII, desobedecieron a las autoridades de la península ocupada y en guerra con los franceses, y reclamaron autonomía con miras a que esta se convirtiera después en independencia.
(Anverso del estandarte con la imagen de la Virgen de Guadalupe, enarbolado por las fuerzas de Miguel Hidalgo - Fuente: Wikipedia)
La localidad de Celaya cayó ante los insurgentes el 19 de septiembre sin oponer resistencia. Pocos días después, el 28 de septiembre, Hidalgo tomó Guanajuato. En dicha ciudad, las tropas realistas y sus familias se refugiaron en la Alhóndiga de Granaditas, un gran y resistente edificio de piedra. Tras negarse a rendirse, un minero apodado El Pípila se ofreció como voluntario para abrir una brecha en la construcción. Así, cubierto por una gran roca plana, a modo de escudo, se acercó hasta la entrada del edificio e incendió la puerta, permitiendo el ingreso de los insurgentes. Durante la toma de la Alhóndiga, los insurgentes masacraron a quienes se habían refugiado allí y se entregaron al saqueo de la ciudad. Poco después, se decretó la excomunión de Hidalgo, los demás líderes del movimiento y quienes los apoyaran.
El 24 de septiembre de 1810, el arzobispo y ex virrey de México, Francisco Javier de Lizana y Beaumont, exhortó al pueblo a no apoyar el movimiento del cura Hidalgo.
(Francisco Javier de Lizana - Fuente: Wikipedia)
Aún así, el 17 de octubre, Miguel Hidalgo y sus tropas capturaron Valladolid sin que se les opusiera resistencia. A los pocos días, Miguel Hidalgo fue nombrado por sus propias fuerzas como Generalísimo de las Armas de América. Más tarde, el 30 de octubre, los insurgentes triunfaron en la Batalla del Monte de las Cruces. Tras esta batalla, Miguel Hidalgo consideró capturar Ciudad de México e incluso envió emisarios a pedir la capitulación de la ciudad. Sin embargo, el recientemente nombrado virrey Venegas se negó a rendirse. Hidalgo, finalmente, decidió no tomar la ciudad, lo cual ocasionó que sus diferencias con Allente aumentaran, ya que ambos discrepaban en cuanto a estrategias militares.
Poco después, se produjo la Batalla de Aculco, el 7 de noviembre de 1810, donde los insurgentes fueron derrotados por las fuerzas realistas comandadas por Félix Calleja, futuro virrey de Nueva España. Tras esta batalla, Hidalgo y Allende se separaron. Hidalgo se dirigió a Valladolid y luego a Guadalajara, mientras que Allende a Guanajuato, que cayó días después en manos de los realistas.
Perdida Guanajuato, los líderes insurgentes volvieron a reunirse en Guadalajara, pero sus diferencias aumentaron por la negativa de Hidalgo a seguir invocando el nombre rey Fernando VII como parte de su causa. Los días 13 y 18 de noviembre, Miguel Hidalgo ordenó la ejecución de prisioneros españoles, quienes fueron degollados en las barrancas de las Bateas, cerca de Valladolid. Días después, el 29 de noviembre, Hidalgo decretó en Guadalajara la abolición de la esclavitud y del pago de tributos, así como la confiscación de los bienes de los europeos.
El 12 de diciembre, liberó presos de la cárcel que habían masacrado a 360 españoles en Oblatos. Tal liberación, habría obedecido a una suerte de condescendencia criminal hacia los perpetradores de esta clase de atrocidades, es decir, que Hidalgo toleró o se acomodó al proceder criminal de ciertos miembros de sus huestes. Al respecto, Marco Antonio Landavazo, profesor e investigador del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad de Michoacán, señala que hubo frustración entre los rebeldes debido a la derrota en Aculco y que ello, sumado a la soberbia producto del efímero poder que gozó Hidalgo y la presión popular, hicieron que este líder permitiera que sus fuerzas cometieran atrocidades. Esto fue algo reconocido por el propio Allende, quien, durante el juicio que se le siguió poco después, reconoció una condescendencia criminal con los deseos del ejército compuesto por los indios y la canalla.
(Miguel Hidalgo, por José Clemente Orozco - Fuente: Wikipedia)
El 17 de enero de 1811, se produjo la Batalla de Puente de Calderón, cerca de Guadalajara, donde Calleja derrotó a los insurgentes de manera decisiva. Luego de esta derrota, que marcó el inicio del fin de la primera etapa de la Guerra de Independencia de México, los insurgentes se retiraron al norte con la intención de llegar a Estados Unidos. En el camino, Ignacio Allende, Juan Aldama, Ignacio Rayón, y otros oficiales que consideraban a Hidalgo responsable de la derrota, acordaron deponerlo del mando. De este modo, el sacerdote fue obligado a renunciar al mando de las fuerzas revolucionarias, tras lo cual quedó en una situación parecida a la de prisionero.
A fines de febrero, Ignacio Elizondo, un militar que había sido realista y supuestamente se había pasado a los independentistas, invitó a los líderes insurgentes a refugiarse en Las Norias de Acatita del Baján, al norte de Coahuila, donde los traicionó y capturó el 21 de mayo de 1811. Elizondo fue ascendido a coronel por esta acción; sin embargo, poco después fue asesinado. Hechos presos, los insurgentes fueron enviados a Chihuahua para ser juzgados.
(Chihuahua en México - Fuente: Wikipedia)
Allende, Aldama y Jiménez fueron condenados a muerte por traición a la patria y fusilados en mayo de 1811, tras lo cual sus cuerpos fueron decapitados y sus cabezas colgadas dentro de jaulas en la Alhóndiga de Granaditas. Mariano Abasolo no fue fusilado por haber salvado a varios prisioneros españoles y por los ruegos de su esposa embarazada, por lo cual fue condenado a cadena perpetua en Cádiz, España. Hidalgo fue obligado a firmar un documento en el que se retractaba de sus acciones contra el rey y contra Dios; luego se le degradó de su cargo eclesiástico. Finalmente, el 30 de julio de 1811, Miguel Hidalgo fue fusilado en el actual palacio de gobierno de Chihuahua.
El cuerpo de Hidalgo fue decapitado, y su cabeza colocada en una jaula en la Alhóndiga de Granaditas, al igual que las de Allende, Aldama y Jiménez. Dichas cabezas permanecerían ahí hasta 1821, año en que la independencia de México se consolidó.
A pesar de ser reprimido el movimiento y ejecutados sus principales líderes, el Grito de Dolores será tomado como el inicio del proceso de emancipación de México, así como uno de los más relevantes episodios de la historia de este país. Así, al día de hoy, el 16 de septiembre constituye una de las principales fechas del calendario cívico méxicano, ya que es el día en que este pueblo celebra su independencia.