
Muchos de nosotros pasamos una gran parte del día mirando pantallas, ya sea de nuestro celular, computadora o televisión. Esta constante exposición a la luz azul puede causar fatiga visual o una condición llamada ojo seco, lo que nos puede llevar a pensar que tal vez esa luz sea dañina para nuestros ojos. A continuación, te explicamos sus características, cómo prevenir la fatiga visual y qué efectos puede tener en nosotros.
Resumen
- La luz azul es una forma de energía electromagnética que puede ser detectada por nuestros ojos.
- La mayor fuente de luz azul proviene del Sol. Sin embargo, esta también puede ser emitida por dispositivos como los celulares.
- Hoy en día estamos constantemente expuestos a luz azul por los dispositivos electrónicos.
- Aún no hay evidencia de que la luz azul provoque un daño ocular.
- Lo que sí se sabe es que ver pantallas durante mucho tiempo y a una corta distancia causa fatiga visual digital.
- El problema más grave de la luz azul es que retrasa la secreción de la melatonina, la hormona que nos hace dormir, y esto a largo plazo es perjudicial para nuestro ciclo del sueño.
- Se recomienda parpadear constantemente o utilizar gotas lubricantes para mitigar la fatiga visual.
¿Qué es la luz azul?
Para entender qué es la luz azul primero veamos qué es la luz en general. La luz es una forma de energía electromagnética que consiste en un flujo de fotones (un tipo de partícula fundamental) que viaja por el espacio a través de ondas de diferentes tamaños o longitudes (si quieres saber más sobre esto, puedes entrar a este informe).
Dependiendo de su tamaño (largas o cortas), podemos clasificarlas como ondas de radio, microondas, radiación infrarroja, luz visible, radiación ultravioleta (UV), rayos X y rayos gamma. Abajo podemos ver una imagen que grafica el espectro de la longitud de ondas.
La mayoría de ondas de energía electromagnética es invisible, excepto por un pequeño rango con ciertas longitudes que sí puede ser detectado por el ojo humano. A este rango lo llamamos luz visible. Incluye ondas electromagnéticas que, al chocar contra los objetos y entrar por nuestros ojos, hacen posible que veamos las cosas y sus colores.
Como vemos en la imagen de arriba, a medida que la longitud de la onda se hace más grande, la luz cambia de color: en un extremo podemos ver el violeta y, en el otro, el rojo. Cuando los fotones se mueven con mayores o menores longitudes que ese espectro, entonces no los podemos percibir. Tal es el caso, por ejemplo, de los rayos X, que son usados para la radiografías, o de los rayos ultravioleta o UV, que son los causantes de que nuestra piel se queme cuando nos exponemos al Sol. Entonces, ¿qué hay con la luz azul?
Características de la luz azul
La luz azul se encuentra en el espectro de ondas visibles. Normalmente, el ojo humano puede detectar longitudes de onda de 380 a 700 nanómetros. Dentro de este espectro, que va del violeta al rojo, la luz azul tiene una longitud de onda baja, alrededor de 450 nanómetros.
¿Qué es una longitud de onda? Como se puede ver en el gráfico de abajo, es la distancia entre los dos picos de la onda. Cuanto mayor sea la distancia entre cada pico, menor será su frecuencia, lo que quiere decir que transmite una menor energía (la frecuencia se refiere a cuántas veces en un tiempo determinado se forma un pico).
Entonces, cuanto más larga es la onda, menos energía transmite. Por el contrario, las ondas cortas transmiten más energía. La luz azul tiene ondas muy cortas y, por ende, de alta energía. De hecho, son solo un poco más largas y menos poderosas que las ondas ultravioleta o UV, que son demasiado cortas para que las personas las vean. Estas ondas reciben este nombre porque se encuentran en un espectro de longitud de onda más allá del violeta. Puedes revisar aquí otro informe donde explicamos por qué es importante protegerse de la luz del sol y cómo los rayos UV pueden dañar la piel y los ojos.
Lo que sucede hoy en día es que estamos mucho más expuestos a luz azul por el uso generalizado de dispositivos que dependen de la tecnología de diodos emisores de luz (LED, por sus siglas en inglés). Las luces LED son más eficientes que las luces fluorescentes que utilizábamos antes, pero producen una buena cantidad de luz en el espectro azul.
Esto puede ser preocupante para algunos, pues la luz azul transmite más energía que luz de otros colores; sin embargo, debe tomarse en cuenta que la luz azul no es solo emitida por aparatos electrónicos, luces fluorescentes o LED. De hecho, el Sol es el mayor emisor de luz azul y, curiosamente, el cielo es azul porque las ondas azules chocan con las moléculas de aire, lo que hace que la luz azul se disperse y nos haga ver el cielo azul.
¿Qué hace la luz azul en nuestros ojos?
El ojo humano está equipado con estructuras que lo protegen de algunos tipos de luz. Por ejemplo, la córnea y el cristalino protegen a la retina, que es más sensible a la luz, de los rayos UV. De hecho, la luteína y la zeaxantina, pigmentos antioxidantes que se concentran en la mácula, que es la parte central y más sensible de la retina, son los encargados de proteger a la mácula de las ondas cortas de la luz azul.
Entonces, ¿cuál es el problema? La preocupación por la luz azul se basa en que la gente pasa mucho tiempo usando dispositivos a una distancia muy corta y esto hace pensar que podría ser perjudicial para las células de la retina; especialmente, para los ojos de personas mayores.
Sin embargo, a pesar de transmitir más energía que otros tipos de luz, según la Academia Americana de Oftalmología (AAO, por sus siglas en inglés), no hay evidencia científica de que la luz azul de los dispositivos digitales cause daños al ojo.
La incomodidad que sentimos después de mirar pantallas tanto tiempo es, probablemente, fatiga visual digital. ¿Por qué sucede esto? La mayoría de personas parpadea menos cuando mira pantallas, lo que provoca que los ojos se cansen y se sequen e incluso se puede sentir dolor de cabeza y tener visión borrosa, pero esto no significa que los ojos se están “quemando”, como algunas personas podrían pensar.
Normalmente, parpadeamos entre 15 a 20 veces por minuto, pero al usar dispositivos digitales parpadeamos la mitad o un tercio de esas veces. Recordar parpadear y usar gotas lubricantes puede ayudar a mitigar la fatiga.
Entonces, la luz azul ¿es realmente dañina para los ojos? La evidencia recogida hasta ahora nos sugiere que no. Además, la luz azul del sol supera enormemente la luz azul de cualquier dispositivo. Sin embargo, cabe resaltar que la tecnología LED es relativamente reciente y sus efectos se están investigando. Son necesarias investigaciones a largo plazo que evalúen un uso constante y a lo largo de la vida para poder decir algo concluyente.
Si bien en la actualidad no hay evidencia de que la luz azul haga daño a nuestros ojos, esto no significa que no existan consecuencias negativas al exponernos por mucho tiempo.
La luz azul y el sueño
Si bien las investigaciones actuales indican que la luz azul de las pantallas no representa un riesgo grave para los ojos, existen algunos problemas a considerar.
Uno de los principales es que la luz azul afecta nuestro sueño. Las longitudes de onda azules son beneficiosas durante el día porque aumentan la atención, los tiempos de reacción y el estado de ánimo. Sin embargo, la luz azul reprime la secreción de la hormona melatonina, la que nos ayuda a tener sueño. Si quieres saber más sobre el ciclo del sueño puedes ingresar a este informe.
El problema no es la luz azul en sí; el problema es que recibir luz azul durante la noche es algo relativamente reciente y nuestros cuerpos no están acostumbrados a ella. Antes de la invención de la bombilla eléctrica a finales del siglo XIX, el sol era la principal fuente de luz. Los humanos han pasado la mayor parte de su vida en una relativa oscuridad que comenzaba desde la tarde con la puesta del Sol y terminaba con el amanecer.
Entonces, cuando utilizamos nuestros dispositivos en la noche, estamos interrumpiendo nuestro ciclo natural del sueño porque le estamos diciendo a nuestro reloj interno que se mantenga despierto. A corto plazo podría no ser un problema, pero a largo plazo nuestra salud se puede deteriorar.
Algunos problemas que pueden desarrollarse son alteraciones en el metabolismo, relacionado con el procesamiento del azúcar en la sangre, lo que aumenta el riesgo de diabetes. También, se pueden generar problemas cardiovasculares. Se evalúa también la posibilidad de que haya un aumento en el riesgo de cáncer. Por otro lado, también se asocia con cambios en el estado de ánimo y un mayor riesgo de depresión.
¿Cómo podemos protegernos?
La Academia Americana de Oftalmología (AAO, por sus siglas en inglés) tiene una serie de recomendaciones para la fatiga visual ocasionada por mirar mucho tiempo las pantallas.
Existe una estrategia llamada 20/20/20. Consta de, mientras trabajamos con pantallas, detenerse cada 20 minutos para enfocar la mirada en objetos que estén a unos 20 metros de distancia y observarlos 20 segundos antes de volver a la pantalla.
Otro consejo es mantener los ojos húmedos. Es común no pestañear con tanta frecuencia al estar mirando pantallas, por ello recordar pestañear es importante. También se recomienda el uso de gotas para los ojos, como lágrimas artificiales y humidificadores.
Utilizar anteojos con la graduación correcta también ayuda a no forzar tanto la mirada. Además, se recomienda el uso de anteojos para la computadora. Estos anteojos recetados permiten enfocar los ojos a una distancia específica de la pantalla, estar a unos 50-60 centímetros es lo recomendable. Cabe resaltar que estos no son lo mismo que los anteojos que “bloquean la luz azul”, los cuales no cuentan con suficiente evidencia sobre su efectividad para detener el ingreso de los rayos al ojo.
Por último, reducir el brillo, aumentar el contraste y agrandar el tamaño de la letra pueden ayudarnos al utilizar nuestros celulares, ya que son pantallas más pequeñas y requieren un mayor esfuerzo visual.
Con respecto al problema del sueño, algunos dispositivos cuentan con opciones para ajustar la luz azul en la pantalla configurando un «turno de noche» con tonos más cálidos.